9/19/2008
¿Independencia? (III)
Arturo Damm

Más de un lector podrá dudar de la veracidad del Índice de Libertad Económica, en general, y de la calificación de 6.6, en particular, y pensar que en México no estamos tan mal, y que la libertad económica está, en gran medida (ojo: la libertad no es cuestión de grado, sino de principio), reconocida plenamente, definida puntualmente y garantizada jurídicamente por el Estado y sus leyes. No es así, y para botón de muestra sirva el siguiente ejemplo, tomado del Índice de Libertad Económica.

 

Me refiero a los derechos de propiedad, entendidos como la posibilidad de que las personas acumulen propiedad privada, reconocida por leyes y garantizada por el gobierno, siendo más importante lo segundo - reconocida por leyes y garantizada por el gobierno -, que lo primero - posibilidad de que las personas acumulen propiedad privada -. ¿Calificación en la materia? 5 sobre 10, es decir, ¡reprobados!

 

Para entender lo anterior hay que tener en cuenta, uno, que la condición de posibilidad de la libertad individual es la propiedad privada y, dos, que la propiedad privada se ve amenazada, sobre todo, por el poder recaudatorio del gobierno. Vamos por partes.

 

La propiedad es la condición de posibilidad de la libertad. Supongamos un país en el cual las leyes no prohíben ningún consumo, por lo que en ese país la libertad para consumir está plenamente reconocida, puntualmente definida y jurídicamente garantizada. Supongamos, además, que en ese país el gobierno se apropia del 95 por ciento de los ingresos de todos los agentes económicos, porcentaje que hace de esa recaudación un robo con todas las de la ley, que viola el derecho de propiedad, lo cual es verdad, pero no toda la verdad, ya que desde el momento en el que para consumir se necesitan los ingresos, todo lo que limita la propiedad sobre estos limita la libertad para consumir, con lo cual queda demostrado lo dicho: la condición de posibilidad de la libertad es la propiedad.

 

La propiedad privada se ve amenazada, sobre todo, por el poder recaudatorio del gobierno, poder que en México es total, ya que basta y sobra que el Ejecutivo Federal proponga cobrar más impuestos, y que los legisladores lo aprueben, para que el gobierno termine obligando al contribuyente a entregar una mayor parte del producto de su trabajo, lo cual quiere decir que en México el derecho de propiedad sobre los ingresos no está, ni plenamente reconocido, ni puntualmente definido, ni jurídicamente garantizado, lo cual nos ayuda a entender la calificación de México en materia de derechos de propiedad, ¡5.0!, lo cual supone que el mexicano sí puede acumular propiedad privada, pero solamente por un determinado período de tiempo, hasta que aparece el recaudador, ya que la misma no está, para cualquier efecto práctico, ni reconocida por las leyes, ni garantizada por el gobierno.

 

Hay que distinguir entre la independencia de los ciudadanos, de un país, con relación al gobierno de otra nación, independencia que es la que hemos estado celebrando estos días, y la libertad de los gobernados de una nación con respecto a su gobierno, libertad que, sobre todo en el ámbito económico, deja mucho que desear, y lo deja por la violación sistemática que el gobierno hace de la propiedad privada, ¡que es la condición de posibilidad de la libertad!, violación que se concreta cada vez que el gobierno cobra impuestos con fines redistributivos, es decir, cada vez que le quita a unos para darle a otros, sin olvidar que hoy gobernar es sinónimo de redistribuir.

 

Frente a la libertad económica, que parte del respeto irrestricto a la propiedad privada, la independencia de los ciudadanos de un país con relación al gobierno de otra nación, la que hemos celebrado recientemente, es lo de menos. Sí: lo de menos. Por eso mi pregunta: ¿independencia?



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