10/13/2008
De la crisis (III)
Arturo Damm

El presidente Calderón presentó el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo que, en esencia, consiste en un mayor gasto del gobierno en 2009, con el cual se pretende contrarrestar el menor gasto que, por obra y gracia de la crisis económica estadounidense, podría afectar a muchos agentes económicos mexicanos, comenzando por los exportadores.

 

Lo bueno del programa es que no se proponen medidas imprudentes de política económica, como podrían ser el aumento de impuestos, la inflación como medio de financiamiento del gasto gubernamental, el otorgamiento generalizado de subsidios, el cierre de fronteras a la importación de determinados productos, el control de precios y demás medidas de corte mercantilista y/o keynesiano. Eso, sin duda alguna, es bueno.

 

Lo malo es que, suponiendo que hoy se pongan en marcha todas las medidas propuestas, y que se pongan en marcha correctamente, los efectos sobre el crecimiento y el empleo en la economía mexicana no serían de corto plazo sino de mediano y largo, lo cual quiere decir que, una vez que se presenten esos efectos, las presiones recesivas ocasionadas por la crisis de la economía estadounidense ya habrán pasado. Eso, insisto, suponiendo que hoy se pongan en marcha, y que se pongan correctamente, las medidas propuestas en el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, algo de lo que, por lo menos, hay que dudar, y a las pruebas me remito.

 

En marzo, hace ya siete meses, el Gobierno Federal presentó, como respuesta a las presione recesivas provenientes de los Estados Unidos, el Programa de Apoyos a la Economía, entre cuyas medidas se proponía la “simplificación de trámites para el comercio exterior”, misma medida que se vuelve a proponer en el marco del Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo, ya que se pretende, y cito de lo dicho por Calderón, “simplificar los trámites al comercio exterior y a las operaciones aduaneras, para que los mexicanos tengan acceso a más productos y a mejores precios, y se facilite el establecimiento de empresas en México”, exactamente lo mismo que se propuso hace siete meses, en marzo, siete meses a lo largo de los cuales al gobierno solamente se le ocurrió organizar el cínico y patético concurso “El trámite más inútil”. ¿Cuántos trámites, relacionados con el comercio exterior, y con la apertura, operación y cierre de empresas en México, se han eliminado desde la presentación, en marzo, ¡hace ya siete meses!, del Programa de Apoyos a la Economía? Por favor, ¡díganme cuántos!, y demuéstrenme que han hecho algo más que organizar el mentado concurso.

 

Un punto adicional que hay que aclarar, ¡tal vez el más importante de todos!, es que el mentado programa no dará como resultado un mayor gasto en la economía mexicana, ya que el aumento en el gasto del gobierno, que se espera sea de 53 mil 100 millones de pesos, saldrá, directa o indirectamente, del bolsillo de lo gobernados, ya sea por la vía de los impuestos, ya por el camino de la deuda, de tal manera que lo que el gobierno pretende gastar de más será lo que los contribuyentes (a quienes el gobierno les cobra impuestos), o los acreedores del gobierno (a quienes el gobierno les pide prestados), gasten de menos, por lo que habrá una reasignación de gasto (el gobierno gastará más y los gobernados menos), pero no un aumento en el mismo, ¡¡¡por lo cual no es un programa anticíclico!!!, sin olvidar la cuestión de la calidad del gasto: peso sobre peso, ¿quién gasta mejor, el gobernante o el gobernado?

 

Continuará.



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