El presidente Calderón presentó el
Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo que, en esencia, consiste en
un mayor gasto del gobierno en 2009, con el cual se pretende contrarrestar el
menor gasto que, por obra y gracia de la crisis económica estadounidense,
podría afectar a muchos agentes económicos mexicanos, comenzando por los
exportadores.
Lo bueno del programa es que no se
proponen medidas imprudentes de política económica, como podrían ser el aumento
de impuestos, la inflación como medio de financiamiento del gasto
gubernamental, el otorgamiento generalizado de subsidios, el cierre de
fronteras a la importación de determinados productos, el control de precios y
demás medidas de corte mercantilista y/o keynesiano. Eso, sin duda alguna, es
bueno.
Lo malo es que, suponiendo que hoy
se pongan en marcha todas las medidas propuestas, y que se pongan en marcha
correctamente, los efectos sobre el crecimiento y el empleo en la economía
mexicana no serían de corto plazo sino de mediano y largo, lo cual quiere decir
que, una vez que se presenten esos efectos, las presiones recesivas ocasionadas
por la crisis de la economía estadounidense ya habrán pasado. Eso, insisto,
suponiendo que hoy se pongan en marcha, y que se pongan correctamente, las
medidas propuestas en el Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo,
algo de lo que, por lo menos, hay que dudar, y a las pruebas me remito.
En marzo, hace ya siete meses, el
Gobierno Federal presentó, como respuesta a las presione recesivas provenientes
de los Estados Unidos, el Programa de Apoyos a la Economía, entre cuyas medidas
se proponía la “simplificación de trámites para el comercio exterior”, misma
medida que se vuelve a proponer en el marco del Programa para Impulsar el
Crecimiento y el Empleo, ya que se pretende, y cito de lo dicho por Calderón, “simplificar
los trámites al comercio exterior y a las operaciones aduaneras, para que los
mexicanos tengan acceso a más productos y a mejores precios, y se facilite el
establecimiento de empresas en México”, exactamente lo mismo que se propuso
hace siete meses, en marzo, siete meses a lo largo de los cuales al gobierno
solamente se le ocurrió organizar el cínico y patético concurso “El trámite más
inútil”. ¿Cuántos trámites, relacionados con el comercio exterior, y con la
apertura, operación y cierre de empresas en México, se han eliminado desde la
presentación, en marzo, ¡hace ya siete meses!, del Programa de Apoyos a la
Economía? Por favor, ¡díganme cuántos!, y demuéstrenme que han hecho algo más
que organizar el mentado concurso.
Un punto adicional que hay que
aclarar, ¡tal vez el más importante de todos!, es que el mentado programa no
dará como resultado un mayor gasto en la economía mexicana, ya que el aumento
en el gasto del gobierno, que se espera sea de 53 mil 100 millones de pesos,
saldrá, directa o indirectamente, del bolsillo de lo gobernados, ya sea por la
vía de los impuestos, ya por el camino de la deuda, de tal manera que lo que el
gobierno pretende gastar de más será lo que los contribuyentes (a quienes el
gobierno les cobra impuestos), o los acreedores del gobierno (a quienes el
gobierno les pide prestados), gasten de menos, por lo que habrá una reasignación
de gasto (el gobierno gastará más y los gobernados menos), pero no un aumento
en el mismo, ¡¡¡por lo cual no es un programa anticíclico!!!,
sin olvidar la cuestión de la calidad del gasto: peso sobre peso, ¿quién gasta
mejor, el gobernante o el gobernado?
Continuará.