Asuntos Capitales

Demócratas a conveniencia

“Avalar un proceso electoral y comprometerse a aceptar los resultados mientras se cree que se va a ganar y no admitir la derrota si se pierde, significa o no entender la democracia o ser demócrata a conveniencia.”


Luis Pazos
VIERNES, 14 DE JULIO DE 2006

La democracia es un sistema nuevo en el mundo. Todavía en el siglo XIX era rechazado por la mayoría de los políticos e intelectuales y en el siglo XX sólo una minoría de países vivieron en democracia. Los países demócratas fueron los que alcanzaron un mayor nivel de vida y terminaron con menos pobres el siglo pasado.

 

Las verdaderas democracias, que implican un estado de derecho, permiten un mayor progreso debido a que crean los mecanismos y las instituciones para cambios incruentos del poder. En ausencia de democracia normalmente los relevos de gobernantes se realizan a través de golpes de estado o revueltas, que paralizan y dañan la actividad económica. En las dictaduras y los absolutismos el poder se obtiene o pierde en las calles, en guerras o en revoluciones; en las democracias se gana o pierde pacíficamente en las urnas.

 

La democracia implica que instituciones independientes al grupo que detenta el poder organice las elecciones, donde quien obtiene más votos es el ganador. Es parecido a un partido de football. Los equipos juegan conforme a reglas escritas, y hay un árbitro que las aplica. Gana quien mete más goles. Sólo los más fanáticos no aceptan la derrota de su equipo y provocan desórdenes. En las democracias hay equipos que se dicen demócratas sólo si les favorece el marcador, pero cuando pierden descalifican al árbitro y gritan ¡fraude! como en las elecciones presidenciales en México.

 

En todas las casillas los ciudadanos elegidos por sorteo (más de 900 mil), por el organismo autónomo responsable del proceso electoral (IFE), junto con los representantes de los partidos, contaron manualmente voto por voto y firmaron las actas. La elección fue vigilada por periodistas y observadores internacionales, quienes no reportaron irregularidades mayores y calificaron la elección como limpia y transparente. El partido que ganó fue el que cubrió menos casillas con sus representantes. El que obtuvo el tercer lugar, que ya aceptó su derrota, fue quien cubrió más casillas; pero el partido que quedó en segundo lugar insiste en que ganó, sin presentar pruebas serias de su dicho.

 

Avalar un proceso electoral y comprometerse a aceptar los resultados mientras se cree que se va a ganar y no admitir la derrota si se pierde, significa o no entender la democracia o ser demócrata a conveniencia.