Uno de los grandes errores de AMLO fue no asistir al primer debate con la idea que mantenía la misma ventaja de cuando era el único candidato en campaña. Después del debate, que ganó Felipe Calderón, las encuestas ya no le favorecieron. Su siguiente error fue descalificarlas en lugar de analizarlas y actuar conforme esa nueva realidad. Descalificar a quien  publica lo que no le favorece, empezó a darle sustento a quienes lo acusaban de no aceptar la crítica, lo que ponía en peligro la libertad de expresión si llegaba a la presidencia. Sus insultos al Presidente Fox también le restaron simpatizantes. Sin embargo, sus asesores le aseguraron que tenía ganada la elección por diez puntos, cuando la mayoría de las encuestas mostraba un empate técnico.

El 2 de julio el PAN obtuvo una cantidad de votos parecida a las del año 2000 con Fox. El triunfo del PAN fue en el mismo proceso donde ganó el PRD en el D.F. y sus diputados y senadores en muchos estados de la República. Los asesores de AMLO lo convencieron que hubo fraude, a la vez que aceptaban, en una clara contradicción, ese proceso en relación a sus triunfos. Descalificaron al IFE por anunciar que Calderón obtuvo más votos, equivalente a matar al mensajero que lleva malas noticias.

Los perredistas afirmaron que había un fraude cibernético, pero no dieron pruebas. Después hablaron de un fraude a la “antigüita”. A AMLO le dieron como pruebas algunos videos que fueron desmentidos por los mismos representantes de casillas del PRD, a los que acusaron de vendidos. Al no tener motivos sólidos para impugnar los resultados dados a conocer por el IFE, sus asesores le aconsejaron pedir un recuento “voto por voto”, que aunque saben que es improcedente, pues ya se contó voto por voto y casilla por casilla, hasta dos veces donde hubo dudas, es atractivo para mover simpatizantes.

Al grupo que asesora a AMLO parece no importarle lo ganado por el PRD en el mismo proceso que descalifican. Parecen estar más interesados en generar un ambiente de confrontación, como en Oaxaca, que les dé poder de negociación con el nuevo gobierno, que en preservar la imagen de su ex candidato. Lo están exponiendo a que cada día más ciudadanos lo tachen de intolerante e irrespetuoso de las instituciones. El verdadero peligro para México no es AMLO, sino el equipo que lo instiga a una confrontación social en perjuicio de los mexicanos, principalmente de los pobres.