Asuntos Capitales

Los programas del PRD

“El próximo gobierno tiene muy poco que rescatar de las propuestas de campaña del PRD para buscar un México mejor.”


Luis Pazos
JUEVES, 14 DE SEPTIEMBRE DE 2006

Hay quienes piensan que el aumento de la votación del PRD fue debida a programas que calaron entre la mayoría de los mexicanos; por lo que consideran necesario incorporarlos en la agenda nacional para sacar al país adelante. Partir de esas premisas es desconocer las verdaderas causas del avance perredista, que apuntaron más a las características y proyección personal de un candidato que a un programa.

 

Al analizar los 50 puntos del programa del candidato del PRD, no vislumbramos ningún cambio concreto, nuevo y trascendente que signifique un avance en la economía o una mejora de las instituciones democráticas. La mayor parte de los seis años de campaña presidencial del PRD estuvieron basadas en afirmaciones generales “lucha contra la corrupción”, “primero los pobres”, “acabar con los privilegios” y en una constante descalificación a personas e instituciones: tachar de traidor a Fox, de entreguista al presidente de la Suprema Corte, pero sin propuestas positivas claras. Se dicen de izquierda, pero nunca definieron de qué tipo: ¿Como la que gobierna en Inglaterra, en Chile o la de Venezuela o Cuba?

 

Aparte de la política de otorgar una pensión a los ciudadanos de la tercera edad que, con un análisis de identificación de ingresos y de destinatarios, puede ser parte de la agenda del próximo gobierno, hay poco nuevo que se pueda tomar de las propuestas de campaña del PRD para buscar un México mejor. Su propuesta económica consiste fundamentalmente en oponerse a la apertura eléctrica y energética, es decir, dejar esos sectores como están, sin competencia interna, como solamente funcionan en Corea del Norte y en México.

 

Económicamente hablando es difícil identificar alguna propuesta concreta en el discurso del ex candidato perredista más o menos viable para mejorar la competitividad, crear más empleos e incentivar el crecimiento. Combatir la pobreza está en la agenda de todos los candidatos, la diferencia es cómo se va instrumentar. Habló de terminar con los privilegios en una forma abstracta, pero contradice ese objetivo la decisión de mantener los privilegios monopólicos del Estado y de los gremios que dominan esos sectores.

 

El proyecto perredista de campaña fue caudillista, como lo fue el leninista o lo es actualmente el castrista o el chavista, apoyados en un líder, más que en instituciones o programas. Sin su caudillo, muchos perredistas sienten que tienen poco que ofrecer, pero menos tendrán si sus legisladores se niegan al diálogo y a los acuerdos.