Asuntos Capitales

El conflicto de Oaxaca ¿por la pobreza?

“Quien afirme que la violencia en Oaxaca es consecuencia de la pobreza en esas zonas, ignora los principales orígenes de esas protestas o les sigue el juego, por motivos ideológicos o políticos, a los autores de esos desórdenes.”


Luis Pazos
VIERNES, 10 DE NOVIEMBRE DE 2006

La pobreza, el atraso y la ignorancia son caldo de cultivo para protestas sociales; sin embargo, quien afirme que la violencia en Chiapas a mediados de los 90 o la de Oaxaca actualmente, es consecuencia de la pobreza en esas zonas, ignora los principales orígenes de esas protestas o les sigue el juego, por motivos ideológicos o políticos, a los autores de esos desórdenes.

 

Después de varios años de la mal llamada  "insurrección indígena" en Chiapas está claro que no se trató de un movimiento auténticamente indígena y que obedeció a motivos ideológicos, políticos y económicos, muy ajenos a la búsqueda de bienestar de las etnias que habitan en esa zona. La revuelta en Chiapas fue magnificada internacionalmente por sindicatos de los Estados Unidos, a través de grupos “dizque” defensores de los derechos humanos, a los que financiaron para echar abajo el Tratado de Libre Comercio con EUA, que perjudicaba sus intereses. También quedó claro que la mayoría de los principales protagonistas de ese movimiento no eran chiapanecos ni pobres y varios de ellos extranjeros.

 

En Oaxaca las estrategias básicas de las protestas son similares a las de Chiapas: buscar enfrentamientos, peticiones difíciles de cumplir jurídicamente, acusar de agresores a quienes agreden y aconchabarse a grupos que se ostentan como defensores de derechos humanos, dispuestos a darles certificados de víctimas. En Chiapas, los peones de ese ajedrez político perverso fueron los indígenas, en Oaxaca, los maestros, quienes en su mayoría ya votaron por regresar a clases; pero líderes radicales, con la misma ideología de los encapuchados de Chiapas, son quienes azuzan enfrentamientos estériles para la mayoría de los mexicanos y muy dañinos para los oaxaqueños.

 

Es cierto, en Oaxaca hay caciquismos, injusticias y atraso, pero los desórdenes provocados por grupos autodefinidos como de izquierda “progresista”, que tienen sin clases a cientos de miles de niños y han anulado uno de los principales ingresos del Estado, el turismo, no sólo hacen más difícil salir del atraso y de la miseria a Oaxaca, sino perjudican principalmente a quienes dicen defender los grupos de izquierda, a los pobres.

 

Entre los participantes en los desórdenes, los hay de buena fe, pero la mayoría de los organizadores están ligados a intereses ideológicos, gremiales, económicos, políticos y partidistas, con motivaciones muy ajenas a los problemas de pobreza y atraso, a los que algunos analistas le atribuyen los enfrentamientos en esa zona del país.