Estados
Unidos se convirtió en una potencia económica, mientras Iberoamérica
se quedó subdesarrollada, como lo demuestro en el libro “El derecho como base
del Crecimiento Económico”, debido a que en aquel país se consolidaron
constituciones que han mantenido su permanencia, en tanto en Iberoamérica hay constantes cambios en sus contenidos. En
los Estados Unidos ha regido una sola Constitución en sus 231 años de independencia,
en México hemos tenido seis constituciones en 186 años de independencia.
La Constitución
de los Estados Unidos suma 7,533 palabras en inglés, las que en su traducción
al español se convierten en 7,754; la Constitución Mexicana,
acumula 45,876 palabras, seis veces más que la de Estados Unidos. Una de las
causas es que en la
Constitución Mexicana se plasman disposiciones que deberían
estar en leyes ordinarias o hasta en reglamentos. Muchos legisladores no tienen
claro qué es lo que debe ir en la Constitución, en una ley o en un reglamento. O
piensan que la mejor forma de darle permanencia a sus intereses es insertarlos
en la Constitución.
Giovanni
Sartori, autor de más de 30 libros, al recibir el
Doctorado Honoris Causa por la UNAM, en abril del presente
año dijo: “en su mayoría, las nuevas reformas de los últimos 30 años en
Latinoamérica han sido peores que las anteriores... Tradicionalmente, las
constituciones han sido elaboradas por expertos que luego van al Parlamento
para que se aprueben y se obtenga una buena Constitución, tal como la mexicana
de 1917, que era básicamente una buena Constitución... Ahora, los legisladores
quieren hacer ellos mismos las constituciones...”.
La Constitución
de los Estados Unidos ha tenido 27 enmiendas. En México, la Constitución,
promulgada en 1917 ha
sufrido, hasta agosto del 2007, 176 decretos de enmiendas con 446 modificaciones
a sus distintos artículos.
Esos manoseos
a la Constitución,
que también se han dado en la mayoría de los países centro y sudamericanos,
constituyen una de las principales causas de incertidumbre jurídica, la que se
traduce en menos empleos y un menor crecimiento, ya que no hay las leyes
permanentes en el entorno socioeconómico y político.