Asuntos Capitales

Científicos, intelectuales o activistas

“En las democracias se vale que cualquiera, con o sin grados académicos, opine, pero no es ético hacerles creer a quienes nos ven o escuchan, que lo que afirmamos en política o economía, que son ciencias sociales, tiene validez sólo porque nos presentan como “científicos” o “intelectuales”, aunque pasemos por alto los principios básicos de las ciencias y de la academia.”


Luis Pazos
VIERNES, 6 DE JUNIO DE 2008

En los social-totalitarismos del siglo pasado el carácter de “científicos” o “intelectuales” se le daba únicamente a quienes profesaban las teorías marxistas leninistas y justificaban todas las acciones del partido comunista. Todo estudioso de las ciencias, por muy brillante que fuera, que no coincidía con las tesis del partido en el poder, no era “científico” ni “intelectual”. Esa posición ya se superó en casi todos los países del mundo, pero todavía hay profesores e investigadores que, escudándose en un puesto académico y en el calificativo de “científico”,  pontifican sobre problemas sociales de acuerdo a sus dogmas políticos dizque de “izquierda”.

 

He escuchado comentarios y participaciones de “académicos”, “científicos” e “intelectuales”, que prestan sus servicios en la UNAM, institución en la cual estudié un doctorado y fui profesor durante muchos años, que dan pena ajena. Justifican la toma violenta del Congreso y las actitudes intolerantes de grupos radicales, según ellos, en aras de la soberanía petrolera. Esas posiciones anticientíficas dejan claro la doble personalidad de quienes en un área de las ciencias estudian y analizan los problemas con objetividad y en otras pasan por alto los más elementales juicios científicos.

 

Olvidan la lógica, la realidad y el dar un sustento racional a lo que afirman. Se lanzan a criticar sin fundamentar, afirmar sin probar y a justificar hasta actos violentos, trampas y corrupción, siempre y cuando sean cometidas por quienes profesan su mismo credo político o pertenecen a su partido.

 

Esas actitudes les quitan todo el carácter de científicos y los convierten en  activistas, de los que no se puede decir que hablen a nombre de una institución como la UNAM. En las democracias se vale que cualquiera, con o sin  grados académicos, opine, pero no es ético hacerles creer a quienes nos ven o escuchan, que lo que afirmamos en política o economía, que son ciencias sociales, tiene validez sólo porque nos presentan como “científicos” o “intelectuales”, aunque pasemos por alto los principios básicos de las ciencias y de la academia.