Asuntos Capitales

El realismo del Presidente Calderón

“La Reforma petrolera aprobada en el Congreso no es la que le hubiera gustado al Presidente Calderón. Debemos seguir luchando por reformas que nos permitan crecer más y crear nuevos empleos, pero la última palabra actualmente no la tiene el Presidente de la República ni su partido, el PAN, sino el PRI y el PRD, que constituyen la mayoría en el Congreso.”


Luis Pazos
VIERNES, 7 DE NOVIEMBRE DE 2008

La Reforma petrolera aprobada en el Congreso no es la que le hubiera gustado al Presidente Calderón, sin embargo, desde que fungió como Coordinador de la bancada panista en la Cámara de Diputados, sabía que si un Presidente no cuenta con la mayoría en el Congreso, no puede gobernar con todas las reformas que plantea. El Presidente sabe que la Reforma a PEMEX no satisface todas las necesidades de inversión y competitividad que requiere, pero fue la que los legisladores del PRD y del PRI le permitieron sacar adelante.

 

La reforma petrolera, aunque no es la ideal, como se desprende de la lectura de mi libro “Los dueños de Pemex”, representa un pequeño paso adelante en el diálogo para destrabar los candados que mantienen obsoleta a la industria petrolera mexicana. El Presidente Calderón cumplió con su misión moral e histórica de enviar al Congreso una reforma que planteaba cambios de sentido común, como la maquila de gasolinas en México en lugar de Texas, el moderno transporte de gasolinas por ductos en lugar de las anacrónicas pipas y la asociación con empresas de alta tecnología para explotar los yacimientos en aguas profundas. Pero por intereses económicos, políticos y gremiales, grupos dentro de los partidos de oposición, presionaron para que las cosas siguieran igual en varios sectores de PEMEX.

 

Debemos seguir luchando por reformas que nos permitan crecer más y crear nuevos empleos, pero la última palabra actualmente no la tiene el Presidente de la República ni su partido, el PAN, sino el PRI y el PRD, que constituyen la mayoría en el Congreso.

 

Ante esa realidad política, es mejor un pequeño paso adelante a quedarnos inmovilizados y envueltos en interminables discusiones, que no las van a ganar quienes tienen la razón, pues atrás de la oposición a cambios lógicos, hay intereses económicos y políticos, escudados en una interpretación farisaica de la Constitución y en tergiversados conceptos de nacionalismo y soberanía, que nos han mantenido en el subdesarrollo.