Asuntos Capitales

Las vías para contrarrestar la recesión

“Si realmente queremos que México tenga un mayor crecimiento sin inflación y con una mayor permanencia, es imprescindible iniciar reformas estructurales que amplíen y estimulen la oferta, lo que generará más empleos y productos a menores precios e incentivaría sanamente la demanda.”


Luis Pazos
VIERNES, 30 DE ENERO DE 2009

La recesión implica una baja en la demanda que se traduce en una disminución de la actividad económica y un incremento del desempleo. Algunos keynesianos piensan que la solución a la recesión está en, como le recetó Keynes a Roosevelt en la crisis de 1929, reactivar la “demanda efectiva”, para lo cual el gasto público juega un papel fundamental.

 

Aunque hay diversos planteamientos entre los seguidores y simpatizantes de Keynes, la tesis fundamental de los keynesianos, que manejaron la economía de México durante las décadas de los 70 y 80, es que el gasto público debe ser el principal motor de la reactivación económica. Esas políticas son altamente peligrosas, pues en la medida que el gasto público no está respaldado por ingresos fiscales, tendrá necesariamente que apoyarse en endeudamiento, lo que presiona las tasas de interés al alza y reduce la inversión de empresas privadas o tendrá que financiarse directamente con emisión monetaria, que genera un aumento de los precios.

 

La otra vía para contrarrestar una recesión es mediante leyes que reduzcan costos y trámites a los oferentes o productores. Estimular la oferta mediante un sistema fiscal sencillo y reformas que abran las puertas a la empresa privada en los sectores eléctrico y petrolero, una reforma laboral que flexibilice la contratación y una desregulación a nivel federal, estatal y municipal, que reduzca los costos de transacción en las empresas, son las vías sanas para incentivar un crecimiento duradero y sin inflación.

 

Los cambios por el lado de la oferta son más complicados y tardados que incentivar la demanda por medio del gasto público; pero la experiencia del siglo XX nos enseña que los países que más crecieron sin inflación, son los que recorrieron el camino, aunque más difícil, de suprimir los obstáculos legales que dificultaban abaratar y agilizar la producción de bienes y servicios y la creación de empleos.

 

Si realmente queremos que México tenga un mayor crecimiento sin inflación y con una mayor permanencia, es imprescindible iniciar reformas estructurales que amplíen y estimulen la oferta, lo que generará más empleos y productos a menores precios e incentivaría sanamente la demanda.