La capacidad de crecer está limitada fundamentalmente por la disponibilidad de los llamados factores de la producción: tierra, que son los recursos naturales, capital, trabajo y empresa. La escasez de alguno de esos factores limita el crecimiento.

Cuando la economía norteamericana crece más allá del 5% empieza a reactivarse la inflación debido a que no existe suficiente mano de obra para sostener ese ritmo de crecimiento. Los primeros que protestaron contra el proyecto del muro en la frontera con México fueron los empresarios norteamericanos, que sufren la falta de mano de obra en períodos de bonanza.

En el caso de México, varios analistas ubican la capacidad de crecimiento del país sin que se genere inflación y escasez de alguno de los factores de la producción, en 7.5%, sin embargo, no se ha logrado alcanzar ese ritmo.

Donde empezamos a demostrar debilidades para altos crecimientos es en infraestructura. En las décadas de los 70 y 80 hubo cuatro años (1978-1981), en que se alcanzaron crecimientos mayores al 8%. En esos años se generaron cuellos de botella en los puertos mexicanos, en los medios de transporte, en la generación de energía eléctrica y en la producción, almacenaje y distribución de refinados del petróleo.

En México, mientras el crecimiento es bajo no hay escasez de energía, pero en la medida en que el crecimiento es mayor al 7.5%, empiezan los problemas con los energéticos y en otros renglones de la infraestructura. La solución a esa escasez está literalmente en un “plumazo”, sólo requiere firmas en el Congreso, pero implica un cambio de actitud en muchos legisladores, que con su negativa a modificar el marco jurídico vigente son quienes mantienen los obstáculos legales a un mayor crecimiento.