Asuntos Capitales

¿Quién es Mary Agnes?

“Hay quienes, cuando critican a monjas o sacerdotes por conductas reprobables o porque viven rodeados de riqueza, generalizan y hablan como si todos los religiosos fueran libertinos. Olvidan que la mayoría de las monjas y sacerdotes permanecen en el anonimato, sin recibir ni esperar nada material.”


Luis Pazos
LUNES, 13 DE ABRIL DE 2009

Estoy casi seguro que usted no sabe quién es Mary Agnes. Yo tampoco sabía quién era. En un viaje a las islas Fiji abordé un pequeño barco para bucear. Después de varios días de inmersiones, desembarcamos en una pequeña isla, Makogai, de un poco más de 8Km cuadrados. La isla, casi despoblada, se encuentra en medio de la nada, en el sur del océano Pacífico.

 

Platicamos con algunos nativos, quienes nos contaron que durante gran parte del siglo pasado la isla fue un refugio de leprosos. Ahí confinaban, ante el miedo del contagio, a enfermos de ese mal de varios países circundantes. A unos 200 metros de la playa, entre arbustos y hierba, estaba un cementerio donde enterraban a los leprosos. Sobresalían de la maleza una que otra cruz rota. Por curiosidad leí algunas lápidas. En  una, de mármol negro y letras blancas, decía: Mary Agnes, nacida en Francia en 1870 y sepultada en Makogai en 1955. ¿Qué hacía –me pregunté- una francesa en esa remota isla de leprosos?

 

Mary Agnes era una monja católica que a los 23 años llegó a Fiji. Por más de 60 años cuidó a los leprosos en Makogai. Cuando murió a los 85 años, pidió que ahí la enterraran. Casi nadie conoce su labor ni visita su tumba.

 

Mary Agnes es un ejemplo representativo de miles de monjas y sacerdotes que dedican sus vidas a ayudar, curar, consolar y orientar a los enfermos, pero que pasan desapercibidos para los medios de comunicación.

 

Hay quienes, cuando critican a monjas o sacerdotes por conductas reprobables o porque viven rodeados de riqueza, generalizan y hablan como si todos los religiosos fueran libertinos. Olvidan que la mayoría de las monjas y sacerdotes permanecen en el anonimato, como Mary Agnes, sin recibir ni esperar nada material. Ayudan a enfermos y a pobres, motivados sólo por sus principios, convicciones y creencias.