Asuntos Capitales
Campañas permanentes antidemocráticas
“Hay tiempos de campaña y tiempos para gobernar y dejar a un lado la búsqueda de otros puestos de elección. Sin embargo, esos tiempos, que son parte de la democracia, no son respetados por muchos políticos mexicanos.”
Luis Pazos
LUNES, 31 DE AGOSTO DE 2009
Las campañas para elegir
presidentes, gobernadores, alcaldes y legisladores son una de las características de la democracia. El triunfo en una elección,
aunque no basta para legitimar a un gobernante como democrático, evita, cuando es transparente y justo, cambios de gobierno
violentos. En el siglo pasado los países donde el poder se transmitió por la vía de una elección
democrática, a pesar de los defectos de ese
sistema, tuvieron un mayor crecimiento que aquellos donde no hubo elecciones o
el gobierno cambió a través de la violencia. Uno de los defectos de los procesos
democráticos son algunos políticos, que en lugar de gobernar en bien de la comunidad, invierten la
mayor parte de su tiempo y recursos públicos en alimentar una
campaña permanente dirigida a obtener votos para otro puesto
que anhelan. Un ejemplo de esa situación
son los gobernantes perredistas en el Distrito
Federal, quienes han actuado durante sus gestiones como candidatos permanentes
a la presidencia de la República. Lo mismo podemos decir de
varios gobernadores priistas, que desde que llegan a
su puesto, tienen en su mente convertirse en presidentes, más
que gobernar. Enormes cantidades de dinero del
erario y tiempos considerables de miles de burócratas se destinan a
precampañas permanentes de altos funcionarios, dejando a un
segundo plano el gobernar, para la cual fueron elegidos. El siglo pasado los trotskistas
practicaron la “revolución permanente” con la
que justificaron una cotidiana violencia y búsqueda del poder contra
el gobierno en turno. Hemos avanzado, ahora ya no tenemos revolucionarios
violentos permanentes, pero sí candidatos permanentes, que no cumplen con sus funciones
de gobernantes. Hay tiempos de campaña y tiempos para
gobernar y dejar a un lado la búsqueda de otros puestos
de elección. Sin embargo, esos tiempos, que son parte de la
democracia, no son respetados por muchos políticos mexicanos. |