Asuntos Capitales

La izquierda ¿defiende derroches y corrupción?

“El respaldo por grupos de izquierda a uno de los sindicatos más costosos para los ciudadanos, muestra el tipo de gobierno que tendríamos si esas “tribus” llegaran al poder.”


Luis Pazos
LUNES, 19 DE OCTUBRE DE 2009

Basta saber aritmética elemental para concluir que la Compañía de Luz y Fuerza del Centro significaba un enorme gasto innecesario para el gobierno y, en último término, para los ciudadanos que pagan impuestos.

 

Los subsidios anuales de esa paraestatal equivalen a casi el doble del presupuesto de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con el subsidio anual a la Cía. de Luz y fuerza del Centro se podrían haber creado 365 mil empleos de 8 mil pesos mensuales cada año.

 

Bajo la excusa de “conquistas laborales” ese sindicato, que se presenta como de izquierda, ha sangrado gravemente las finanzas del sector público. Quienes se oponen a su liquidación dejan en evidencia sus verdaderos intereses que disfrazan con las banderas del nacionalismo y del “no a la privatización”.

 

Las llamadas “conquistas laborales” de ese sindicato son un escudo para ocultar excesos y privilegios. La incongruencia de los legisladores y partidos de izquierda, que dicen luchar por la economía popular, queda manifiesta cuando por un lado hablan de gastos públicos innecesarios y de bajarle el sueldo a los funcionarios y, por otro, son abiertos defensores de un sindicato, herencia del fascismo del siglo pasado, que es un ejemplo de abusos, corrupción, altos sueldos, pensiones prematuras y dispendio.

 

El respaldo por grupos de izquierda a uno de los sindicatos más costosos para los ciudadanos, muestra el tipo de gobierno que tendríamos si esas “tribus” llegaran al poder.

 

La mayoría de los ciudadanos no son tarados, por lo que quienes apoyen al sindicato de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, responsable de millonarias pérdidas e ineficiencias, serán calificados como defensores de un añejo corporativismo, corresponsable del atraso de México y de los desequilibrios en las finanzas públicas, que obligaron al gobierno a pedir un incremento de impuestos al Congreso.