Asuntos Capitales
La cruda realidad económica de los venezolanos
“La devaluación del bolívar empobrece aún más a los venezolanos, pero la más triste realidad es que fortalece a la dictadura chavista.”
Godofredo Rivera
LUNES, 18 DE ENERO DE 2010
Irónico, pero cuando diversos
empresarios venezolanos intentaron un paro nacional de sus actividades
productivas para presionar por la dimisión de Hugo Chávez, no sólo no lograron
su salida, sino, sin querer, lo fortalecieron. Sí, el dictador tenía ya planeado
su golpe, y para “detener” la fuga de divisas, además de someter a los
sublevados, impuso un control de cambios. Los controles de cambios son
demagogia pura. Sólo les sirven a los dictadores para disfrazar la debacle que
han provocado con sus erróneas y estatistas políticas
económicas. En México ya vivimos esa película. El control de cambios es un sistema
de control de divisas, tanto por el lado de la demanda como por el lado de la
oferta. El control se establece de acuerdo a las prioridades del gobierno -dictadura-
en turno. El control de cambios implica que las divisas generadas por los
exportadores del país se deben entregar a un organismo gubernamental
(usualmente el banco central), generándose así la oferta controlada de divisas.
Asimismo, implica que los demandantes de divisas tendrán que cumplir con
numerosos requisitos burocráticos (otra vez en función de las prioridades del
gobierno) para conseguir divisas que únicamente el gobierno -dictadura- posee
por la vía del banco central. En México -y en cualquier país
libre- si el lector viaja al extranjero ó importa bienes y servicios, basta con
ir a cualquier banco ó casa de cambio para conseguir cualquier divisa. No hay
que pedirle permiso a nadie, y menos al gobierno. Eso es parte de la libertad
económica, vital para que cualquier país sea próspero. En cambio, el control de
cambios no es más que un instrumento vil de la “dictadura de los controles” que
suelen imponer los tiranos. Por ello es preocupante de vez en cuando oír en
México a políticos y periodistas ignorantes exigir vehementemente que las
autoridades registren y localicen a quien demanda y ofrece dólares. Muchas veces, por dizque luchar por
el lavado de dinero, las autoridades crean numerosos obstáculos burocráticos
para el intercambio de divisas, lo que termina siendo, al menos parcialmente,
un vil control de cambios. Antes del control de cambios en
Venezuela, un dólar se cotizaba en 1,600 bolívares. Al inicio del control de
cambios en 2003, el tipo de cambio se deslizó a 1,900 bolívares por dólar. Luego,
el “trucazo” del gobierno chavista; quitarle tres
ceros a la moneda y denominarla “el nuevo bolívar fuerte.” Como siempre, la
cruda realidad le gana a los gobiernos, así sean
dictatoriales. El tipo de cambio oficial pasó de Y recientemente, el dictador
venezolano anunció que el tipo de cambio oficial pasaría de de ¿Cuál es la cruda realidad económica
en Venezuela? Para nada esos tipos de cambio oficiales. En realidad los controles
de cambio no detienen ninguna fuga de capitales. Los mercados negros siempre se
imponen al control oficialista. La caída del precio del petróleo y de la
plataforma de producción de PDVSA (la empresa petrolera del gobierno
venezolano) en 2009 respecto de 2008, dejó a Chávez con una menor cantidad de
dólares (no olvidar que PDVSA proporciona el 90% de las divisas que recibe
anualmente Venezuela). En el mercado negro para conseguir un dólar hay que
pagar entre 6 y 8 bolívares (o sea, si no existiera esa figura ficticia llamada
“bolívar fuerte” habría que pagar por un dólar entre 6,000 y 8,000 bolívares;
desde el control de cambios -1,900 bolívares por dólar-, el bolívar no se ha
devaluado entre 44% y 100%, lo que de suyo ya es grave, sino entre ¡215 y 320%!
Verdad incómoda que obviamente el dictador niega). Ahora, no nos engañemos. Si bien la
devaluación del bolívar empobrecerá aún más a los venezolanos, la triste
realidad es que fortalece a la dictadura chavista. La
razón: PVDSA recibirá el doble de bolívares con la devaluación y ello
fortalecerá el gasto populista de Hugo Chávez. Buen punto si se aproximan
elecciones en Venezuela. No obstante, ya el contexto
económico luce negro para los venezolanos. Ya desde el año pasado, la cruda
realidad económica persigue a Chávez (lo persigue, pero él no paga sino su
pueblo) y ha tenido que anunciar aumentos de impuestos, reducción del gasto
público y mayor endeudamiento interno. Asimismo, sus numerosos controles de
precios sobre los alimentos han causado escasez de los mismos. Conseguir hoy
leche, pollo, carne de res, huevos, etc. en Venezuela es toda una odisea, según
me cuenta un amigo venezolano entrañable. Hay que acudir a los mercados negros y
ello deja fuera a los pobres. El gasto gubernamental populista
monetizado por el Banco Central ha causado también una inflación anual que
ronda el 30% (¡algunos críticos afirman que la
inflación llega a rondar entre 40 y 50%!), y que por cierto, por ser Chávez un
completo orate en materia económica, ello ha incidido en un mayor déficit
comercial que se traduce en esa creciente e incómoda demanda -incómoda para el
dictador- de dólares por parte de los venezolanos, lo que ya llevó a Chávez a
devaluar la moneda. “Bolívar fuerte,” ¡sí cómo no! Cuando además Chávez anuncia
aumentos del 20% para los salarios mínimos, los venezolanos en realidad
acabarán más empobrecidos por el impacto inflacionario que causa este tipo de
medidas populistas. Lo que es no estar consciente del daño que causan las
propias acciones. Es el costo de la ignorancia económica que siempre acaba
pagando el pueblo. Y luego, lo peor que se viene para
los venezolanos. La devaluación agudizará la inflación por el alza de precios
que experimentarán los insumos, maquinaria, equipo, tecnología y todos los bienes
y servicios que se importan. Para ser correctos, en realidad estos bienes no
valen más, lo que vale menos es la moneda devaluada, que ahora se traduce en
más bolívares para pagar y poder conseguir un dólar. Como si no bastara con agredir la
libertad de expresión y los derechos privados de propiedad de los venezolanos,
Chávez, como buen tirano que es, anunció vigilancia del ejército para los
negocios y comercios que suban los precios de sus mercancías. Ello llevará al
cierre y quiebra de negocios y a más y más fuga de capitales. ¿Las víctimas? Ya
sabe el lector, no Chávez, sino los venezolanos. Por lo pronto, a todo este agobiante
problema causado por la dictadura chavista, hay que
agregar a la nefasta empresa estatal de electricidad que día tras día impone
apagones durante horas, lo que afecta de manera tremenda a la ya muy lastimada
economía venezolana. No sé que pase con Chávez. Soy
pesimista y no veo, salvo alguna división militar, la salida de Chávez del
poder. Lo que sí sé con seguridad es que el socialismo chavista
del siglo XXI va directo al abismo. Lástima por los venezolanos. Ojalá sea una lección para el elector mexicano que en 2006
estuvo a punto de llevar al poder a un mesiánico muy al estilo de Hugo Chávez. Qué
horror. |