Asuntos Capitales

Pobreza y analfabetismo ¿causas de la violencia?

“Ser pobre no es sinónimo de violento, ni rico de pacífico. No se vale que por cuestiones partidistas, descalifiquemos una lucha que la mayoría quisiéramos terminara, aunque a algún partido le interese que se prolongue para utilizarla electoralmente en el 2012.”


Luis Pazos
LUNES, 25 DE ABRIL DE 2011

Quienes critican las actuales estrategias del Gobierno Federal para combatir al crimen organizado, señalan que la solución para disminuir o terminar con la violencia es reducir la miseria y aumentar la educación, y consideran a esos factores como las principales causas de las conductas criminales.

No podemos soslayar que la miseria y la baja calidad de la educación de millones de mexicanos constituyen graves problemas sociales; pero es un error considerar que la miseria es la principal generadora de la actual violencia en nuestro país. Si así fuera, los estados con más muertos y enfrentamientos entre miembros del crimen organizado deberían ser Oaxaca y Chiapas; pero no es así. En varios estados con relativamente mejores niveles de vida, como Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, es donde existen mayores índices de violencia. Los estados donde hay más analfabetas y bajos niveles de educación no son los más violentos.

No confundamos “la gimnasia con la magnesia” y no tratemos de desprestigiar por motivos políticos una lucha que no es del Presidente, sino de los ciudadanos pacíficos, pobres y ricos, contra un puñado de violentos con muchos recursos y ambiciones. Ser pobre no es sinónimo de violento, ni rico de pacífico. No se vale que por cuestiones partidistas, descalifiquemos una lucha que la mayoría quisiéramos terminara, aunque a algún partido le interese que se prolongue para utilizarla electoralmente en el 2012.

Si el Presidente Calderón, haciendo caso a sus críticos, retirara al ejército y a la marina de las calles y quedaran las policías estatales y municipales como única contención al crimen organizado, la situación sería más grave. El Gobierno Federal entró de lleno a esta lucha ante la incapacidad y muchas veces complicidad de las policías estatales ante la ola de asesinatos, secuestros, robos y extorsiones en muchos estados de la República, perpetrados por criminales que no son precisamente los más pobres e ignorantes.