Asuntos Capitales

Un cuerpazo y ¿de cara cómo estaba?

“Otra vez parece confirmarse que muchos moralistas no son, en su vida privada, los más edificantes...”


Clotilde Hinojosa de Reynaud
, DE DE
Un moralista atrapado en pleno pecado. A Elliot Spitzer, gobernador de Nueva York y antes fiscal en ese mismo estado de la Unión Americana, no le quedó más remedio que renunciar -dejará el cargo el 17 de marzo- cuando se difundieron sus poco recomendables costumbres de contratar los servicios de prostitutas. Sptizer forjó su carrera política siendo el azote de los malvados y el perseguidor de todo tipo de pecadores y delincuentes -incluídas, aunque ustedes no lo crean, las redes de prostitución-, como los inescrupulosos agentes de bolsa de Wall Street, las agencias calificadoras de valores, los bancos de inversión y otros más. La noticia me provoca una doble estupefacción: 1. Otra vez parece confirmarse que muchos moralistas no son, en su vida privada, los más edificantes, y 2. ¿Pues cómo eran o qué cualidades tenían las prostitutas que contrataba Spitzer para cobrar ¡MIL DÓLARES LA HORA!?, dicen las malas lenguas que Spitzer le comentó a un amigo: ¡La mujer tenía un cuerpazo!, y el amigo le preguntó: ¿Y de cara, cómo estaba?. ¿De cara? -respondió Spitzer- ¡estaba carísima! Ay, machos, además de hipócritas, despilfarradores.