Asuntos Capitales

¿Cuál súper peso?

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DOMINGO, 13 DE FEBRERO DE 2011

Por Lupita Vázquez

Existen fuertes especulaciones o deseos de que el gobierno mexicano intervenga en el mercado cambiario para evitar una mayor apreciación del tipo de cambio peso/dólar, ante la continua entrada de capital extranjero, y con ello evitar, para algunos, pérdida de competitividad de las exportaciones mexicanas -vía apreciación de la moneda- y, para otros, una fuerte depreciación si ocurriera una fuerte salida de capitales.

Al respecto quisiera hacer las siguientes reflexiones:

  • El peso mexicano se ha estado fortaleciendo recientemente debido, en buena medida, al incremento en el poder adquisitivo y al impulso del consumo doméstico.

  • Recientemente el tipo de cambio peso/dólar ha reportado cierta volatilidad -desde un nivel de 12.34 pesos por dólar (p/d) a finales de diciembre de 2010 hasta ligeramente por debajo de los 12 ppd en días pasados-, reportando una apreciación de 2.5% en lo que va de 2011 y de alrededor de 8% con relación a agosto pasado. Pero no sólo nuestra moneda se está apreciando frente al dólar, también lo están haciendo la libra esterlina, el peso colombiano, la rupia de la India, el dólar de Singapur (estos dos últimos grandes exportadores) y el euro. En contraposición, el peso chileno, el yen japonés y el real brasileño se están depreciando, países que de alguna manera están interviniendo en su mercado cambiario.

  • La mejora económica de un país se ve reflejada en el fortalecimiento de la moneda. Así lo veníamos observando antes de la reciente crisis financiera internacional y hasta mediados de 2008, cuando nuestra moneda alcanzó niveles por debajo de los 10 pesos por dólar (ppd). Sin embargo, ante los efectos de la crisis financiera internacional, el tipo de cambio peso mexicano/dólar sufrió una fuerte depreciación, de más del 50% en tan sólo 7 meses, ya que a febrero de 2009 llegó a ubicarse en niveles superiores a los 15 ppd, perjudicando principalmente a los consumidores –que somos todos- y beneficiando sólo al sector exportador, quien en ese entonces no se quejó, sino al contrario.

  • La apreciación que está experimentando nuestra moneda no debe ser motivo de preocupación toda vez que es el reflejo de una mayor entrada de inversiones, consecuencia de la confianza que hemos generado por la adecuada conducción de la política económica y nuestro relativo buen desempeño económico, luego de la crisis financiera internacional. Además, contamos con mecanismos que nos permiten enfrentar un episodio de falta de liquidez. Entre éstos se encuentra una acumulación importante de reservas internacionales, que al día de hoy se encuentran en su nivel máximo histórico y que representan 1.1 veces la deuda externa del sector público, así como una amplia línea de crédito (LCF) disponible para enfrentar cualquier desavenencia.

  • Nótese que el tipo de cambio del peso mexicano respecto al dólar aún se encuentra depreciado -alrededor de un 11%- con relación a los niveles que mantenía en 2007, previos a la crisis (al igual que la libra esterlina, la rupia y el euro). En ese entonces, nuestra moneda registraba un nivel promedio de 10.9 ppd, mientras que ahora se ubica muy cerca de los 12 ppd.

  • Es innecesario intervenir el tipo de cambio, en primer lugar, porque los déficit de la cuenta corriente y balanza comercial de México se han reducido en los últimos dos años, lo que sugiere que la tasa de cambio es competitiva (se ha fortalecido el sector exportador en México, las exportaciones no petroleras se han incrementado desde 1993 como respuesta a las ventajas comparativas de México). Además, la política cambiaria no debe ser utilizada como una política o una herramienta de política comercial. En segundo lugar, porque una acción de este tipo podría poner en riesgo la estadía de los bonos mexicanos  en el Índice Global de Bonos Gubernamentales a Tasa Fija (WGBI por sus siglas en inglés) de Citigroup -cuya inclusión ocurrió recientemente-, principalmente si se implementan controles a los flujos de capital. En tercer lugar, debido a que se espera que en breve los flujos de capital desaceleren su entrada, no sólo para México sino para muchas economías emergentes, relajando la presión sobre los tipos de cambio.

  • Afortunadamente el gobierno mexicano apoya la libre flotación de la moneda toda vez que está consciente de que este régimen garantiza la flexibilidad de los mercados y permite que los choques externos no sean absorbidos por el empleo y el ingreso de las familias.

  • Algunos analistas como Bank of America-Merrill Lynch, coinciden con estos argumentos y han descartado que en México se dé una intervención en el tipo de cambio, proyectando que el tipo de cambio peso/dólar llegue a los 11.50 pesos en el primer trimestre de 2011.

  • Al igual que sucede con cualquier otro precio en el mercado, controlar el tipo de cambio sólo generaría escasez, algunos ganadores en el corto plazo y una gran mayoría de perdedores a través de un salario real disminuido. A la larga vendría el abrupto ajuste cambiario como ya bien sabemos los mexicanos.

En México están dadas las condiciones para invertir, la inflación está bajo control, las reservas internacionales se encuentra en su nivel máximo histórico y los indicadores macroeconómicos continúan con resultados favorables. Además tenemos a nuestra disposición, en caso de ser necesario, una línea de crédito por 72 mil millones de dólares, por parte del Fondo Monetario Internacional. Contar con una moneda más atractiva que otras fortalece el ingreso de los trabajadores y el consumo de las familias mexicanas. Además, realmente los consumidores deseamos que nuestra moneda pueda lograr los niveles previos a la reciente crisis, conforme vayamos avanzando en el fortalecimiento de nuestra economía, y que el sector exportador busque elevar su competitividad vía mayor productividad con la finalidad de que deje de presionar a las autoridades para que manipulen nuestro tipo de cambio sólo en su beneficio.