En los años que tengo observando la economía, nunca me había
divertido tanto con las barrabasadas de analistas, periodistas, intelectuales,
ante la tragedia que representa el desenlace de empresas como AIG, Lehman Brothers, Washington
Mutual y el “rescate” de 700,000 millones de dólares. En la primera fila de los
furiosos ejecutores se encuentran los desvelados socialistas gritando cómo los
mercados han fallado pidiendo la intervención del más inepto, corrupto y no-invitado
de sus participantes: el gobierno.
Lo primero que nuestros pensadores deben entender es que el
mercado es un elemento auto regulable, es decir, dejado sin interferencias,
como los aviones cuando los pilotos los tiran en picada provocando su caída
libre y luego suelta el timón, automáticamente se estabilizan, claro, luego de
unos cuantos brincos y sacudidas ante el pánico de sus ocupantes. Pero si
cuando la nave inicia su estabilización alguien interfiere en su proceso, es
cuando entra en la espiral rotatoria que la llevará al abismo del fracaso.
Los problemas que afloran en Wall Street, son, por el contrario, el resultado del exceso de
lo que ahora los compasivos exigen; más regulaciones. Estas vertiginosas
espirales son el resultado de los esfuerzos judiciales en contra de una de las
fórmulas más eficientes para vigilar la marcha de las empresas; las “tomas por
asalto” que popularizó Mike Milken
en los años 80. Estos exponentes aun no se dan cuenta del grave costo que ha
representado el interferir en la
operación natural de las fuerzas del mercado.
El principio es simple; si una corporación es mal manejada,
el valor de sus acciones declinará o presentará otros síntomas invisibles para
el ojo normal, mas no para los discípulos de Milken.
En esos momentos un grupo ajeno puede simplemente hacer una no bienvenida
oferta de compra. Solamente esa amenaza es un incentivo para que los “gerentes
profesionales” manejen con eficiencia sus empresas en beneficio de sus
verdaderos dueños.
En los EU con una economía casi 25 veces la de México y
hasta sólo hace unos años representando casi el 40 del PIB mundial, se gestó un
fenómeno muy particular: la consolidación de empresas con valores superiores a
los PIB de muchos pequeños países e inició lo que desde 1932 el famoso libro “
Así como Churchill definía la
democracia como el menos imperfecto de los sistemas políticos, la economía de
mercado es el menos imperfecto de los sistemas económicos. Y digo el menos
imperfecto porque el mercado lo forma esa conciencia colectiva de la gente, y
la conducta de gente es motivada por diferentes estímulos que moldean “
El nuevo sindicato de gerentes profesionales tomaba fuerza y
creciendo afianzó posiciones como la mafia. En 1965 sin embargo se empezó a
manejar el concepto de mercado para el control corporativo reconociendo que la
corporación no era una entidad política, sino una creación y función del
mercado. En la primera etapa las modernas tomas por
asalto funcionaron de una manera muy eficiente maximizando el valor de las
inversiones de los verdaderos dueños de las empresas.
Todo ello era soportable para esta nueva mafia hasta que Milken apareció en escena con su repelente para esos
voraces ejecutivos; los bonos chatarra, y los ponía al alcance de una nueva ola
de empresarios que no pertenecían a ese club. Bill Tatum uno de los clientes de Milken
afirmaba: “Había un letrero en la puerta que rezaba oh no mi amigo, tu no entras aquí.” Milken
se atrevió a decir, no sólo voy a entrar, “haré posible el que aquellos que
nunca les han permitido entrar, que también lo hagan. Porque eso es lo justo...
Y lo llevaré a los obreros, a las mujeres, a los latinos, los negros; a todos
los que han dejado afuera.”
Fue tal el impacto de Milken que permitió
a dos desconocidos inversionistas el adquirir mediante una toma por asalto la
empresa Nabisco en más de 25,000 millones de dólares,
obviamente servidos por el Rey de los Bonos arrebatándola así de las manos de
los clásicos gerentes profesionales que la habían exprimido hasta la saciedad.
El contraataque del establishment
no se hizo esperar puesto que Milken era una seria
amenaza a sus feudos. Utilizando algo que los fundadores del país nunca
pensaron llegaría a ser lo que provocara el desbalance
entre los poderes que tanto les preocupaba y creyeron proteger en
El mecanismo afinado por Milken de
“supervisión agresiva” de los profesionales del establishment,
no sólo permitió maximizar el valor de las empresas, provocó también el
incremento en la productividad de las mismas cuando se sintieron vulnerables
ante los nuevos cazadores. Pero al sepultar al Rey, de nuevo les dejaban el
camino despejado y utilizando sus ejércitos de abogados lograron el Congreso
aprobara legislación que les permitiera seguir manejando sus empresas como
antaño, sin la herramienta más efectiva de vigilancia de los líderes de los
grandes conglomerados. ENRON fue su retoño.
Deroguen las regulaciones que ahora interfieren con las
tomas por asalto. Las corporaciones americanas se reestructuran solas como lo
hicieron en los 70s y 80s para operar en un mercado menos regulado. Sólo de
esta forma se neutralizará de nuevo el poder de la mafia de profesionales y las
empresas entrarán en una nueva era de innovación, eficiencia y rentabilidad.
En palabras de Rothbard: “La
función de