Siguiendo con el análisis de los diferentes elementos
institucionales que inhiben un mayor y sostenido crecimiento económico de
México, en este quinto artículo de la serie trataré uno que es muy importante y
que recibe, sin embargo, poca atención: la protección judicial de los derechos
privados de propiedad, particularmente aquellos derivados de la violación de
contratos mercantiles (y hasta civiles como en el caso de arrendamiento de
vivienda)
Cuando dos empresas firman los términos de un contrato
mercantil, se espera que ambas partes cumplan con lo acordado, partiendo del
hecho de que cualquier transacción comercial no es más que una transferencia
voluntaria de los derechos de propiedad de un bien a cambio del pago acordado.
Partiendo de esto, si una de las partes viola lo establecido en el contrato (o
se presenta un evento que no estaba considerado en el contrato, dado que no
puede haber contratos completos es decir que prevengan todos y cada uno de los
posibles eventos), la parte afectada en sus derechos debe tener la certeza de
que podrá acudir, ya sea al arbitraje privado (con fuerza jurídica) o
directamente ante el poder judicial para que un juez, actuando de manera
independiente, imparcial y de forma eficiente y expedita, obligue a la parte
que violó el contrato para que lo cumpla en términos de lo acordado o le
adjudique a la parte afectada aquellas garantías que le compensen la pérdida
experimentada en su propiedad.
Si esto se da, entonces las empresas podrán buscar en el
mercado aquella contraparte que, actuando como proveedor o como cliente, les
permita la maximización de sus utilidades. Sin embargo, si esto no se da,
entonces las empresas únicamente firmarán contratos con partes ya conocidas,
aunque no sea la mejor contraparte, por ejemplo que no sea el mejor proveedor
en precio, calidad y tiempos de entrega. No tener la certeza de que se podrá
acudir ante un poder judicial que actúe imparcial y expeditamente, para efectos
prácticos, efectivamente inhibe la asignación más eficiente de recursos en la
economía. Más aun, si no se tiene la certeza de la protección judicial de los
contratos, la tasa de rendimiento que se exige ex ante para llevar a cabo un
proyecto de inversión será mayor, lo que inhibe la inversión y el crecimiento.
Partiendo de lo aquí señalado, una de las mayores trabas al
crecimiento económico en México es que efectivamente no existe la certeza de la
protección judicial de los contratos. El poder judicial mexicano,
particularmente al nivel de las entidades federativas, que es en donde se
dirimen la mayor parte de las controversias mercantiles por violación de
contrato (a pesar de que toda la legislación mercantil es de carácter federal),
se caracteriza por su falta de independencia, su alto nivel de corrupción y en
consecuencia su parcialidad en las sentencias y su ineficiencia en el trámite
de los litigios.
Y es sobre esto que es crucial actuar, promoviendo el
arbitraje privado y evaluar la conveniencia de expandir el Poder Judicial
Federal para que sean jueces de distrito especializados en derecho mercantil
quienes atiendan las demandas por violación de contratos.