En los últimos meses, agosto -
octubre, producto de una menor entrada, y una mayor salida, de dólares, el peso
se ha devaluado 24 por ciento. Ante este hecho no ha faltado quien diga que no
hay de qué preocuparse ya que el Banco de México cuenta con poco más de 84 mil
millones de dólares en sus reservas, de los cuales puede echar mano para
contener las presiones devaluatorias, usándolos para
aumentar la oferta de la divisa estadounidense en la proporción en la que se
incremente su demanda, lo cual supondría ponerle fin a la libre flotación del
tipo de cambio, algo que sería un gravísimo error.
La mejor garantía de que la reciente
devaluación hará el menor daño posible es, precisamente, la libre flotación del
tipo de cambio, que permite que, día tras día, salga cualquier presión, de o revaluatoria, que se genere sobre el precio del dólar o,
dicho de otra manera, que evita la acumulación de presiones, re o devaluatorias, sobre el tipo de cambio. La libre flotación
no impide la devaluación, pero sí reduce considerablemente la posibilidad de una
macrodevaluación, de peso en peso y de la noche a la
mañana. No es lo mismo que el tipo de cambio se devalúe 24 por ciento en tres
meses (como sucedió entre el 2 de agosto y el 8 de octubre), a que se devalúe
en ese porcentaje de un día para otro. ¿Cuál de las dos devaluaciones hace más
daño? Hay que distinguir entre devaluación y crisis devaluatoria.
¿Qué pasaría si el Banco de México
decidiera echar mano de sus dólares para contener las presiones devaluatorias? Que le estaría haciendo el juego a los
especuladores, razón por la cual no pasaría mucho tiempo (¿cuánto: seis, doce,
dieciocho meses?) antes de que se le agotaran sus reservas, momento en el cual
se volvería a la libre flotación, que daría como resultado, tal y como sucedió
en el primer trimestre del 95, una macrodevaluación,
de peso en peso, de la noche a la mañana, de la que se beneficiarían todos los
que, en su momento, compraron dólares baratos. Lo explico.
Supongamos, uno, que el Banco de
México anuncia que usará sus dólares para mantener fijo el tipo de cambio en 12
pesos y, dos, que usted tiene todo el dinero del mundo para comprar dólares.
¿Qué le conviene hacer? Comprarlos hoy a 12 pesos para venderlos, en el futuro,
a un precio mucho mayor y obtener una ganancia considerable. ¿Por qué? Lo
explico. Cada vez que, por el aumento en la demanda de dólares, su precio sube,
el banco central echa mano de sus dólares para incrementar su oferta y así
contrarrestar la presión alcista, lo cual a usted, con todo el dinero del mundo
para comprar dólares, le permite comprarlos relativamente baratos, es decir, a
un precio menor del que hubiera pagado si el Banco de México no hubiera
intervenido. Mientras el banco central actúe de esa manera crea el incentivo
para que usted siga demandando dólares, siga presionando a la alza el tipo de
cambio, ¡obligando al banco central a actuar de tal manera!, algo que la
autoridad monetaria hará mientras tenga dólares con qué hacerlo, todo ello en
beneficio de usted, a quien esa actuación del Banco de México le permite
comprar divisa estadounidense relativamente barata. ¿Pero qué sucederá cuando
al Banco de México se le agoten las reservas? Que no tendrá con qué aumentar la
oferta de dólares, razón por la cual ésta no se incrementará a la par que su
demanda, motivo por el cual el tipo de cambio flotará libremente en el mercado,
lo cual dará pie a una macrodevaluación, de peso en
peso y de la noche a la mañana, que le permitirá a usted vender sus dólares a
18, 24, 30 (¿?) pesos, obteniendo así un utilidad del 50, 100 o 150 (¿?) por
ciento.
Con pocas palabras: si el Banco de
México decidiera usar sus dólares para mantener fijo, o semifijo,
el tipo de cambio, estaría generando las condiciones para que, al paso de unos
meses (¿cuántos: seis, doce, dieciocho?) se presentara una macrodevaluación,
algo que debe evitarse a toda costa. Entonces, ¿qué debe hacer el banco central
ante la devaluación? Nada, dejar que el precio del dólar se vaya tan arriba
como lo lleve el mercado, algo que, ya lo vimos, no está dispuesto a hacer, si
bien es cierto que la subasta diaria de 400 millones de dólares, a un precio 2
por ciento por arriba del tipo de cambio del día anterior, no supone fijar el
tipo de cambio, si bien también es cierto que no deja de ser una intervención
en el mercado.
Continuará.