Cuentan que en el otoño de 1929 los
conserjes en los hoteles de Nueva York preguntaban a
los clientes: “¿El caballero desea la habitación para dormir o para arrojarse
por la ventana? En ese último caso le rogamos pagar por adelantado”.
Esta crisis, que los periodistas de
todo el mundo ya hemos convertido en “la peor desde
Según Lucy Kellaway,
columnista de Financial Times, hay cuatro tipos de clichés de
los que hemos echado mano los periodistas para vender bien empaquetadita esta
crisis del credit crunch: 1.
Los clichés sísmico-geológicos: terremotos, derrumbes, abismos, trepidaciones;
2. Los clichés médicos: inyecciones (de liquidez), (activos) tóxicos, purgas,
heridas, sangrías; 3. Los clichés de los detalles banales que consisten en
decir qué hora era, qué personas estaban reunidas, tensas, alrededor de la
mesa, cómo se veían (pálidos, de preferencia; no usar “lívidos” que quiere
decir lo contrario) y demás detalles mundanos para infundirle dramatismo a la “nota”
(un ejemplo son las crónicas de la reunión de Henry Paulson
con los principales banqueros de Estados Unidos para avisarles que el gobierno
se convertirá en su socio); y 4. El cliché más manoseado y falaz: declarar que
esto es lo peor que ha pasado desde 1929.
La verdad es que esta crisis no sólo
es radicalmente distinta a la de 1929 sino que está muy, pero de veras muy lejos
de ser tan devastadora. Hay quien, con buenas razones, dice que la crisis conjunta
rusa y asiática de 1998-1999 fue más demoledora.
Eso sí, según investigó Kellaway en los diarios de la época, los clichés de 1929 y
años siguientes fueron muy parecidos (salvo el cuarto, por razones obvias) a
los que usamos hoy… y hasta los chistes, buenos o malos, no han cambiado gran
cosa.