En estos tiempos de turbulencia
cambiaria una de las preguntas que con frecuencia nos hacen a los economistas
es la siguiente: “¿Cuál debería ser el precio del dólar?” El objetivo de la
pregunta es claro, sobre todo si uno pretende especular con el tipo de cambio. Si
la respuesta es “¡Mayor del que es!”, entonces hay que salir a comprar hoy
dólares baratos para venderlos mañana caros. Por el contrario, si la contestación
es “¡Menor del que es!”, y si uno compró dólares baratos ayer, entonces hay que
salir a venderlos caros hoy. ¿Cuál es el tipo de cambio correcto?
La respuesta correcta a la pregunta
“¿Cuál debería ser el precio del dólar?” es “El que es, ni un centavo más, ni
un centavo menos”, por más que de un día para otro, hacia arriba o hacia bajo,
el tipo de cambio se mueva más de un centavo.
Lo primero que hay que tener en
cuenta para entender la respuesta es que, si el gobierno no impone un precio
máximo (por debajo del precio de mercado, aquel al cual llegaron los oferentes
y demandantes), ni tampoco uno mínimo (por arriba del de mercado), el precio al
que se lleva a cabo la transacción es el precio correcto, ¡el que debe ser!,
dada la relación entre oferta y demanda. Que a los demandantes ese precio puede
parecerles alto, puede ser, de la misma manera que a los oferentes puede
parecerles bajo, pero eso harina de otro costal.
Llegados a este punto más de un
lector me podrá decir que, efectivamente, si el gobierno no impone precios
máximos o mínimos, el precio al que se realiza la transacción es el correcto,
pero que olvido que en el caso del mercado cambiario el Banco de México sí
interviene, aumentando la oferta de dólares cada vez que considera que la
presión devaluatoria es excesiva, lo cual es cierto,
pero sin pasar por alto que esa intervención no implica la fijación de un tipo
de cambio máximo, sino el incremento de la oferta de dólares para evitar que el
precio de la divisa estadounidense suba más de lo que se considera razonable,
¡algo muy distinto!
Lo anterior quiere decir que la
intervención del banco central en el mercado cambiario se ha llevado a cabo
conforme a las reglas del mercado. Me explico: la manera correcta de evitar que
un precio aumente, ante el incremento en la demanda de la mercancía en
cuestión, es aumentando su oferta, y eso, aumentar la oferta de dólares,
echando mano de sus reservas, es lo que el Banco de México ha hecho, actuando
conforme a las reglas del mercado, de tal manera que el tipo de cambio se fija
según la relación entre la demanda y la oferta de dólares, oferta en la cual
participa el banco central, razón por la cual el tipo de cambio es el que debe ser.
Entonces, si el Banco de México
actúa conforme a las reglas del mercado, ¿cuál es el problema con su
intervención, misma que he criticado en otros Pesos y Contrapesos? El principal problema es que al echar mano de
sus reservas de dólares con el fin de evitar que el tipo de cambio aumente más
de lo que las autoridades monetarias consideran normal, les hace el juego a los
especuladores, mismos que, por lo explicado en anteriores artículos de esta
serie, se las pueden agotar, momento a partir del cual el Banco de México
tendría que dejar flotar libremente el tipo de cambio en el mercado, con la muy
probable macro devaluación. El problema es que las reservas del Banco de México
son finitas, como finitas fueron en 1994, y ya sabemos cómo terminó aquella
historia.
Continuará.