10/27/2008
Crisis: Los consejos de un abusadillo
Ricardo Medina

Hay que tomar las cosas, y los consejos, considerando de quién vienen. Un aventurero de los negocios, el español Juan Villalonga, ex presidente de Telefónica, ex amigo de la infancia de José María Aznar y marido de la guapísima mexicana Adriana Abascal –a su vez, ex pareja del legendario Emilio Azcárraga Milmo, el Tigre-, estuvo el sábado en Valencia, España, dando su versión de la crisis global y ofreciendo consejos para sacarle provecho.

 

Los abusadillos –epíteto benévolo para calificar a los abusones– son listos que, con el tiempo y unos millones de dólares, empiezan a hablar sin tapujos, dejando atrás la hipocresía (ese tributo que el vicio solía rendir a la virtud, en palabras de Francois de La Rochefoucauld) como una penosa debilidad propia de políticos o de novios en busca de la aprobación y los favores ajenos.

 

Tal el caso, me parece, de Villalonga. Abusadillo renombrado quien dijo, sin rubor, que esta crisis global se resolverá de la misma forma que se gestó: Inundando de dinero verde (dólares) el mundo, dándole la salida de sus aprietos a quienes se endeudaron alegremente, para que se sigan endeudando y consumiendo sin remilgos lo que se ofrezca: petróleo, casas hipotecadas, SUV’s, afeites, fiestas rumbosas y demás. “Keynesianismo para negociantes abusadillos”.

 

Cito las palabras, no tan desencaminadas (aunque cínicas), de este aventurero que ahora quiere ser presidente del Real Madrid:

 

“Los mismos elementos que nos han llevado a la crisis, nos sacarán de ella”. Las causas: Un exceso de liquidez propiciado por la política monetaria de la Reserva Federal y una falta de regulación. La vías para salir: “Una política monetaria que vuelva a dar liquidez y seguir el camino contrario de lo que parece establecido; en lugar de más regulación lo que necesitamos es hacer la vista gorda” (ver diario “Cinco Días”).

 

¿Cómo estar entre los beneficiados por la crisis? Pues sencillo: “Hay que hacerse amigo de los que tienen el capital”.

 

Ya lo saben: El “amiguismo” nunca muere. Capitalismo sí, pero de compadres.



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