Miami (AIPE)- Creo que nunca en la
historia de la humanidad existió una región o país alguno con tan alto nivel de
capital humano como Estados Unidos en el siglo XXI. Pero esos geniales cerebros
que tanto aportan a los avances de las ciencias, la tecnología, la industria y
el comercio no suelen ser atraídos por la política, como sucedía a raíz de la
independencia, durante la redacción de la Constitución y a lo largo de las
primeras décadas de la nación norteamericana.
¿Dónde están los Washington,
Franklin, Adams, Jefferson,
Hamilton, Hancock, etc. de nuestros días? Podemos afirmar,
sin temor a equivocarnos, que en su gran mayoría están alejados de la capital y
de la política, donde desde hace tiempo no se logra atraer a los mejores sino, más
bien, a aquellos que buscan el poder en beneficio propio, de su agenda, sus
allegados y copartidarios, en lugar del beneficio de la nación entera.
Claro que es injusto generalizar,
pero tendríamos que estar ciegos para no ver que muy poco de lo que pagamos en
impuestos y muy poco del presupuesto nacional, estatal y municipal se dedica a
proteger nuestros derechos fundamentales. El grueso se malgasta en tratar de
ganar apoyo electoral de grupos específicos, en burocracia, multitud de
regulaciones y últimamente tratando de convertir a las fuerzas armadas de
Estados Unidos en policías del mundo entero. Nada de eso contaría con el apoyo
de los próceres de la independencia de este país.
La actual crisis financiera es una
prueba más de que los gobernantes y políticos se han dedicado a asuntos
diferentes a sus obligaciones, que poco o nada tienen que ver con sus deberes
fundamentales respecto a mantener el valor de la moneda, evitar y prevenir
crisis económicas, combatir privilegios e imponer absoluta transparencia en los
mercados para evitar el pánico.
El remedio político vuelve a ser la
utilización del presupuesto nacional para minimizar las pérdidas de aquellos muy
grandes que realizaron malas inversiones, creyendo que obtendrían inmensas
utilidades. Sí, nuevamente, los beneficiarios directos de tales políticas son
quienes se equivocan en cuestión de cientos o miles de millones de dólares, no
de quienes perdieron sus pequeños ahorros. American International Group (
Sí, algo huele mal y está podrido. Corresponde
a mis colegas periodistas revelar errores y señalar culpables para que nada de ello se repita.
Los supuestos remedios políticos del
presidente Franklin D. Roosevelt convirtieron la
caída de la bolsa en 1929 en una gran depresión económica que duró hasta
comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Ojalá que los
políticos actuales hayan aprendido de esa triste lección histórica.
___*