10/3/2008
El concurso, ¡el colmo!
Arturo Damm

No pretendía escribir sobre el asunto, ya que bastante lo comenté en radio y televisión, pero por aquello de que verba volant, scripta manent (las palabras vuelan, las letras permanecen) me animo a hacerlo y pongo manos a la obra.

 

No es ningún secreto que la competitividad de la economía mexicana, entendida como la capacidad para atraer, retener y multiplicar capitales, deja mucho que desear, y a las pruebas me remito. Según el Índice de Competitividad Global 2007 - 2008, del Foro Económico Mundial, la calificación de México, del 0 al 10, es de 7.5, lejos del cinco, ocupando el lugar 52 entre las 133 naciones consideradas, todo lo cual se resume en una palabra: mediocridad.

 

Urge elevar la competitividad de la economía mexicana, para lo cual hay que desburocratizarla, es decir, eliminar trámites que no son otra cosa más que lastres y obstáculos que elevan el costo de emprender, invertir y producir en México, tal y  como lo muestra el reporte Doing Business, del Banco Mundial, que mide qué tan fácil o difícil resulta, desde el punto de vista de las regulaciones y trámites impuestas y exigidos por el gobierno, abrir, operar y liquidar un negocio. La calificación de México, nuevamente en escala de 0 a 10, es de 7.8, ocupando la posición 56 entre 181 países, nota y lugar que se sintetizan, de nueva cuenta, en la misma palabra: mediocridad.

 

Urge desburocratizar la actividad económica, con el objetivo de elevar la competitividad del país, con el fin de atraer más inversiones, sobre todo directas, de las que depende el progreso económico. De tal urgencia está consciente el gobierno de Calderón, quien tiene como propósito, para el 2012, eliminar mil 200 de los 4 mil 200 trámites burocráticos que existen, ¡nada más!, a nivel del Federal, propósito que manifiesta que el mismo gobierno reconoce que, ¡por lo menos!, sobran mil 200 trámites, ¡28.5 por ciento del total!, mismos que hay que eliminar, eliminación que apunta en la dirección correcta.

 

Lo que me parece una burla es el concurso, convocado por la Secretaría de la Función Pública, para que los ciudadanos encuentren el trámite más inútil y engorroso, mismo que, una vez encontrado y denunciado, será eliminado de un plumazo. Y digo que me parece una burla, porque, uno, ¿cuál será el criterio para que los jueces elijan, de entre todos los trámites que les presentará la ciudadanía, ¡si es que los presentan!, el más inútil y engorroso? Dos, ¿con qué derecho usan, los funcionarios que llevarán a cabo la premiación, que irá de los 100 mil a los 300 mil pesos, recursos recaudados entre los contribuyentes para premiar a los ganadores? ¿Usted está de acuerdo que le obliguen a entregar parte del producto de su trabajo (que eso, obligar a que el contribuyente entregue parte del producto de su trabajo, es cobrar impuestos), para que algún burócrata reparta premios? Y que quede claro: no es cuestión de cantidad, sino de principio. Por último, ¿qué los gobernantes no saben cuáles son los trámites más inútiles y engorrosos? A mí, el mentado concurso, me parece una burla. ¿A usted no?

 

Para terminar le hago, a los burócratas, la siguiente pregunta: ¿cuál debe ser el fin del trámite burocrático? Esta es la pregunta que hay que responder y, una vez obtenida la respuesta, eliminar todo trámite que no cumpla con ese fin. ¡Por favor, que algún burócrata, del presidente Calderón para abajo, me responda: ¿Cuál debe ser el fin del trámite burocrático?!



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