Lo primero que hay que hacer es
distinguir entre especular y violar la ley. Violar la ley, sobre todo si la ley
es justa, es un delito que debe ser sancionado, valga el juego de palabras, con
todas las de la ley. Especular, en cualquiera de sus modalidades, la cambiara
incluida, no es un delito y no debe ser ni prohibido ni sancionado.
La aclaración anterior viene al caso
porque hace un par de días varios legisladores exigieron que se castigue a los
empresarios especuladores, que el pasado viernes 10 de octubre, especulando en
el mercado cambiario, llevaron al tipo de cambio hasta los catorce pesos por
dólar. Convencidos de que “hubo hombres de negocios que especularon con la
moneda y lastimaron al país”, los legisladores demandan castigo para “los malos
mexicanos”, mexicanos que son malos por ser especuladores y por haber
especulado con los derivados, sobre todo con futuros y coberturas cambiarias correlacionadas.
Sin embargo, la falta pudo haber
estado, no en la especulación, sino en las supuestas irregularidades en el
manejo de los derivados, algo muy distinto, tan distinto como lo son el qué y el cómo. Lo que la autoridad debe hacer es cerciorarse de que todas
las empresas involucradas en ese tipo de operaciones hayan actuado conforme a
lo establecido por las reglas. Lo que debe revisar es el cómo, no el qué.
Pretender castigar a los especuladores por haber especulado resultaría en la
violación a la libertad individual y a la propiedad privada, violación que,
sobre todo cuando el violador es el gobierno, resulta un contrasentido.
Supongamos que usted, lector, el 15 de septiembre, día en el cual, con la
decisión del gobierno estadounidense de no rescatar a Lehman
Brothers, se inició la etapa actual e la crisis, y
previendo la devaluación, decidió comprar, a 10.80 pesos, cien mil pesos de
dólares, es decir, 9 mil 259 dólares. Pasan las semanas, llega el 10 de
octubre, el tipo de cambio alcanza los 12.55 pesos, usted considera que ya ganó
suficiente, razón por al cual vende sus dólares, a cambio de los cuales recibe
116 mil 208 pesos, habiendo obtenido una ganancia del 16.21 por ciento, ¡en
menos de un mes! ¿Qué es lo que usted hizo? Especular: compró barato y vendió
caro. Esa especulación, ¿debe prohibirse y por lo tanto castigarse a quien la
realice? Comprar y vender divisas, con el fin de obtener una ganancia, ¿es una
actividad delictiva por su propia naturaleza? No, claro que no, sin olvidar lo
siguiente: la especulación tiende a estabilizar el mercado, ya que cuando la
demanda aumenta (la gente compra dólares) el precio (tipo de cambio) sube, y
una vez que el precio ha alcanzado un determinado nivel (una vez que el
especulador ha ganado lo que esperaba ganar), la oferta se incrementa (la gente
vende dólares) y el precio (tipo de cambio) baja. Lo dicho: la especulación
tiende a estabilizar el mercado, ¡siempre y cuando el gobierno no intervenga
con la intención de, adelantándose a los especuladores, estabilizarlo!, algo
que difícilmente logra, pudiendo ser dicha intervención causa de más
inestabilidad, lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto fue
la intervención del Bando de México, del miércoles 8 al viernes 10, la que
motivó la acción de los especuladores, con las consecuentes presiones devaluatorias?
Por lo pronto hay que distinguir entre el qué
– especular – y el cómo – hacerlo
violando las reglas del juego -, y tener muy claro que lo que se debe castigar
es lo segundo, no lo primero.
Continuará.