10/22/2008
De la crisis (VI)
Arturo Damm

Oído al pasar: “¡Ya se fastidió la economía!” ¿Quién lo dijo? Un policía, uno de los muchos que cuidan los accesos y salidas de la universidad donde trabajo.

 

Pregunta de paso: “¿Qué es lo peor que puede pasar?” ¿Quién me la hizo? Uno de los muchos empleados de la universidad, que no sabe nada de economía, pero que lee, ve y oye noticias, razón por la cual sabe que algo malo, muy malo, puede pasar a raíz de la crisis económica estadounidense y sus efectos en el resto del mundo.

 

Comentario despistado: “¿Y no sería mejor terminar con la globalización?” ¿Quién lo hizo? Un alumno globófobo, globofobia que muestra lo mucho que le falta por aprender de economía, razón por la cual tal vez sólo sea ignorante.

 

Afirmación contundente: “¡Ya era tiempo de que el Banco de México interviniera y ofreciera dólares para restarle presión al tipo de cambio!” ¿Responsable de tan “lógica” aseveración? El típico profesor de corte keynesiano que, además, no entendió lo que pasó en 1995 y que no alcanza a preveer, por medio de la deducción lógica, en qué puede desembocar la defensa del tipo de cambio de parte del banco central.

 

Otra afirmación terminante: “¡La culpa de todo la tiene el capitalismo, y sus más nefastos representantes, los banqueros!” ¿De quién es la autoría? De un profesor de economía de la UNAM, miembro del PRD, y ocasional periodista, a quien ni por asomo se le ocurre pensar que, tal vez, la culpa de todo no la tienen los banqueros, sino la autoridad monetaria. Por el contrario, él cree que la solución está en manos de la autoridad monetaria, en la baja de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal, siendo que fue esa baja la inició todo el desorden a principio de siglo.

 

Afirmaciones así, comentarios asado, preguntas sin sentido y exclamaciones infundadas, es lo que hemos oído, en buena cantidad, los últimos días, sin olvidar la más sorprendente de todas, hecha por una persona joven, de más o menos 35 años, y que dice así: “¡Esto está peor que la Gran Depresión!”, sin que el autor de la misma, por razón de la edad, haya vivido la Gran Depresión, y sin que, por muchas razones que no vienen al cuento entre estas líneas, haya leído nada al respecto. Sin embargo, pese a la falta de experiencia, y de conocimiento en torno al tema, allí está la exclamación: “¡Esto está peor que la Gran Depresión!”

 

Ante cada una de esas afirmaciones contundentes, comentarios lapidarios, preguntas sin sentido, y exclamaciones infundadas, hay que preguntar: ¿Cómo sabes? o ¿Por qué? ¿Cómo sabes que ya se fastidió la economía? ¿Por qué crees que sería mejor terminar con la globalización? ¿Cómo sabes que ya es tiempo de que el Banco de México ofrezca dólares para restarle presión al tipo de cambio? ¿Por qué crees que la culpa de todo la tiene el capitalismo y, en concreto, los banqueros? ¿Cómo sabes que esto está peor que la Gran Depresión? ¿Por qué? ¿Cómo saben?

 

Si usted comparte la opinión de que ya se fastidió la economía compare su situación económica de hoy con la del 15 de septiembre, día en el cual, al no haber rescatado el gobierno estadounidense al banco Lehman Brothers, se inició la actual etapa de la crisis económica, con la devaluación del peso frente al dólar, la caía en la bolsa de valores, la baja en el precio del petróleo, y todo lo que hemos visto a lo largo de estas cinco semanas. Insisto: compare su situación económica de hoy con la del 15 de septiembre y pregúntese qué ha cambiado. ¿Perdió su trabajo? ¿Se redujo su ingreso? ¿Antes no, y ahora sí, tiene la expectativa de que podría perder su trabajo? ¿O de que su ingreso se reducirá? ¿Qué ha cambiado, en su economía, en las últimas cinco semanas? Y si no hay mayores cambios en su economía, ¿se justifica afirmar: “¡Ya se fastidió la economía!”?

 

Continuará.



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