La opinión predominante desde los
inicios de la actual crisis financiera mundial ha sido que las causas de ella
hay que buscarlas en las fallas del mercado y en la ausencia de control
gubernamental sobre las organizaciones financieras.
En base a estas hipótesis no
comprobadas, las recomendaciones generalizadas de los expertos y conocedores
del tema, han consistido, otra vez predominantemente, en más regulaciones y más
control gubernamental sobre las operaciones bancarias y crediticias. Y esto ha
sucedido lo mismo aquí en el continente americano que en Europa y Asia,
principalmente.
Afortunadamente para el observador
interesado en el fenómeno o para quien le preocupa el destino probable de su
pequeño negocio o profesión o simplemente sus finanzas personales, existen
puntos de vista, interpretaciones y conocimientos que argumentan exactamente lo
contrario, con lo cual cada quien puede compartir la versión que más le
convenza y actuar en consecuencia, si así lo desea.
La lectura atenta de docenas de
artículos, el escuchar con interés discursos, declaraciones y sabias
recomendaciones de los gurús financieros, me ha facilitado
entender, hasta donde mis limitaciones personales y la espesa niebla del
keynesianismo todavía con vida lo permiten, que las manos que manipulan la
bomba de la expansión crediticia y monetaria le pertenecen a los bancos
centrales.
Pero, ¿Por qué los bancos centrales son los
responsables de la actual crisis financiera global? ¿Por qué la Reserva Federal?
¿Por qué el Banco Central Europeo y los bancos centrales de los países
europeos? ¿Por qué el Banco de México?
Los bancos centrales son los
responsables de lo que está sucediendo por la sencilla razón de que son los
órganos de planificación central del sector financiero, función que cumplen
puntualmente cuando se marcan como objetivos controlar la inflación, la masa
monetaria y la tasa de interés.
Esta función planificadora
contradice no nada más al hecho histórico de la pulverización del socialismo,
sino también la condición esencial del
modelo capitalista que demanda que los medios de cambio, el dinero, sea privado
y que el precio del mismo, es decir la tasa de interés, se determine por la
interacción de la oferta y la demanda.
Los bancos centrales de todo el
mundo, como se sabe, funcionan inmersos en una contradicción fundamental. Por
un lado se dicen los controladores de la inflación, pero por el otro son los
fabricantes prolíficos de papel moneda y de recursos crediticios. Por si usted,
amable lector, no lo sabe o no lo recuerda, le diré que son los bancos
centrales los que han permitido que los bancos privados y las instituciones
financieras presten a los inversionistas porcentajes mayores al 90 por ciento
de lo que realmente tienen en depósito de ahorradores. Dicho de otra forma,
sólo el 10 por ciento de los fondos que prestan tienen un respaldo en recursos
de ahorradores. Esta práctica de crear dinero de la nada para financiamientos
productivos, ha sido tan abusada sobre todo en tiempos recientes, que algunos
analistas calculan que en Estados Unidos y en Europa la masa monetaria
crediticia se duplica cada seis o siete años.
Este hecho ha inducido errores
masivos de inversión de todo tipo, principalmente inmobiliaria, que ahora ese
fenómeno humano tan incomprendido y vilipendiado que es el mercado, se ha
encargado de descubrir.
Pero, ¿Por qué el mercado se ha
encargado de descubrir los errores del sistema financiero? Pues muy sencillo,
el mercado financiero lo constituyen miles de individuos que confían en los
bancos y financieras y depositan sus ahorros en ellos. Y estos individuos, este
mercado, cuando empiezan a circular las noticias de insolvencia de
organizaciones financieras, inmediatamente corren a retirar sus dineros y se
encuentran que su ahorro no está ahí, sino
asignado a proyectos que no son rentables o que su plazo de recuperación
no coincide con los vencimientos pactados.
Estos créditos irrecuperables son,
ni más ni menos, los llamados activos tóxicos en poder de los bancos y que
fueron producidos por políticas crediticias intervencionistas, las cuales son
responsabilidad primaria de los bancos centrales.
En razón de lo políticamente
incorrecto que es dejar morir a las empresas que se embriagaron de créditos
fáciles, los bancos centrales optan para servirle otra copa o dos al borracho y
de ahí vienen los rescates, los bail outs, los fobaproas.
Así, si la cruda, la resaca, no se
deja llegar, lo más seguro, lo inevitable, es que el briago no tome conciencia
de la gravedad del problema y una economía con algunos (o muchos) borrachos, no
puede ser una economía sana. De esta manera, al contaminarse el ahorro
auténtico con el ahorro ficticio, viene una baja severa en la inversión
productiva y esto se le llama en economía recesión. Seguimos, si le parece, en
la próxima.