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Peticin de los fabricantes de velas

“Peticin de los fabricantes de candelas, velas, lmparas, candeleros, faroles, apagavelas, apagadores y productores de sebo, aceite, resina, alcohol y generalmente de todo lo que concierne al alumbrado.”


Frederic Bastiat
LUNES, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2006
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A los seores miembros de la Cmara de Diputados

Seores:

Ustedes estn en el buen camino. Rechazan las teoras abstractas; la abundancia y el buen mercado les impresionan poco. Se preocupan sobre todo por la suerte del productor. Ustedes le quieren liberar de la competencia exterior; en una palabra, ustedes le reservan el mercado nacional al trabajo nacional.

Venimos a ofrecerles a Ustedes una maravillosa ocasin para aplicar su... Cmo diramos? Su teora? No, nada es ms engaoso que la teora. Su doctrina? Su sistema? Su principio? Pero Ustedes no aman las doctrinas, Ustedes tienen horror a los sistemas y, en cuanto a los principios, declaran que no existen en economa social; diremos por tanto su prctica, su prctica sin teora y sin principios.

Nosotros sufrimos la intolerable competencia de un rival extranjero colocado, por lo que parece, en unas condiciones tan superiores a las nuestras en la produccin de la luz que inunda nuestro mercado nacional a un precio fabulosamente reducido; porque, inmediatamente despus de que l sale, nuestras ventas cesan, todos los consumidores se vuelven a l y una rama de la industria francesa, cuyas ramificaciones son innumerables, es colocada de golpe en el estancamiento ms completo. Este rival, que no es otro que el sol, nos hace una guerra tan encarnizada que sospechamos que nos ha sido suscitado por la prfida Albin (buena diplomacia para los tiempos que corren!) en vista de que tiene por esta orgullosa isla consideraciones de las que se exime respecto a nosotros.

Demandamos que Ustedes tengan el agrado de hacer una ley que ordene el cierre de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, pstigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas, en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la costumbre de penetrar en las casas, en perjuicio de las bellas industrias con las que nos jactamos de haber dotado al pas, pues sera ingratitud abandonarnos hoy en una lucha as de desigual.

Quieran los seores Diputados no tomar nuestra peticin como una stira y no rechazarla sin al menos escuchar las razones que tenemos que hacer valer para apoyarla.

Primero, si Ustedes cierran tanto como sea posible todo acceso a la luz natural, si Ustedes crearan as la necesidad de luz artificial, cul es en Francia la industria que, de una en una, no sera estimulada?

Si se consume ms sebo, sern necesarios ms bueyes y carneros y, en consecuencia, se querr multiplicar los prados artificiales, la carne, la lana, el cuero y sobre todo los abonos, base de toda la riqueza agrcola.

Si se consume ms aceite, se querr extender el cultivo de la adormidera, del olivo, de la colza. Estas plantas ricas y agotadoras del suelo vendran a propsito para sacar ganancias de esta fertilidad que la cra de las bestias ha comunicado a nuestro territorio.

Nuestros pramos se cubrirn de rboles resinosos. Numerosos enjambres de abejas concentrarn en nuestras montaas tesoros perfumados que se evaporan hoy sin utilidad, como las flores de las que emanan. No habra por tanto una rama de la agricultura que no tuviera un gran desarrollo.

Lo mismo sucede con la navegacin: millares de buques irn a la pesca de la ballena y dentro de poco tiempo tendremos una marina capaz de defender el honor de Francia y de responder a la patritica susceptibilidad de los peticionarios firmantes, mercaderes de candelas, etc.

Pero qu diremos de los artculos Pars? Vean las doraduras, los bronces, los cristales en candeleros, en lmparas, en araas, en candelabros, brillar en espaciosos almacenes comparados con lo que hoy no son ms que tiendas.

No hay pobre resinero, en la cumbre de su duna, o triste minero, en el fondo de su negra galera, que no vean aumentados su salario y su bienestar.

Quieran reflexionarlo, seores, y quedarn convencidos que no puede haber un francs, desde opulento accionista de Anzin hasta el ms humilde vendedor de fsforos, a quien el xito de nuestra demanda no mejore su condicin.

Prevemos sus objeciones, seores; pero Ustedes no nos opondrn una sola que no hayan recogido en los libros usados por los partidarios de la libertad comercial. Osamos desafiarlos a pronunciar una palabra contra nosotros que no se regrese al instante contra Ustedes mismos y contra el principio que dirige toda su poltica.

Nos dirn que, si ganamos esta proteccin, Francia no ganar nada porque el consumidor har los gastos

Les responderemos:

Ustedes no tienen el derecho de invocar los intereses del consumidor. Cuando se les ha encontrado opuestos al productor, en todas las circunstancias los han sacrificado. Ustedes lo han hecho para estimular el trabajo, para acrecentar el campo de trabajo. Por el mismo motivo, lo deben hacer todava.

Ustedes mismos han salido al encuentro de la objecin cuando han dicho: el consumidor est interesado en la libre introduccin del hierro, de la hulla, del ajonjol, del trigo y de las telas. -S, dijeron Ustedes, pero el productor est interesado en su exclusin.- Y bien, si los consumidores estn interesados en la admisin de la luz natural, los productores lo estn en su prohibicin.

Pero, dirn Ustedes todava, el productor y el consumidor no son ms que uno solo. Si el fabricante gana por la proteccin, har ganar al agricultor. Si la agricultura prospera, abrir mercado a las fbricas. -Y bien! Si nos confieren el monopolio del alumbrado durante el da, primero compraremos mucho sebo, carbn, aceite, resinas, cera, alcohol, plata, hierro, bronces, cristales, para alimentar nuestra industria y, adems, nosotros y nuestros numerosos abastecedores nos haremos ricos, consumiremos mucho y esparciremos bienestar en todas las ramas del trabajo nacional.

Dirn Ustedes que la luz del sol es un don gratuito y que rechazar los dones gratuitos sera rechazar la riqueza misma bajo el pretexto de estimular los medios para adquirirla

Pero pongan atencin a que Ustedes llevan la muerte en el corazn de su poltica; pongan atencin a que hasta aqu ustedes han rechazado siempre el producto extranjero porque l se aproxima a ser don gratuito y precisamente porque se aproxima a ser don gratuito. Para cumplir las exigencias de otros monopolizadores, Ustedes tenan un semi-motivo; para acoger nuestra demanda, Ustedes tienen un motivo completo y rechazarnos precisamente por usar el fundamento de Ustedes mismos sobre el que nos hemos fundamentado ms que los dems sera formular la ecuacin + x + = -; en otros trminos, sera amontonar absurdo sobre absurdo.

El trabajo y la naturaleza concurren en proporciones diversas, segn los pases y los climas, a la creacin de un producto. La parte que pone la naturaleza es siempre gratuita; la parte del trabajo es la que le da valor y por la que se paga.

Si una naranja de Lisboa se vende a mitad de precio que una naranja de Pars es porque el calor natural y por consecuencia gratuito hace por una lo que la otra debe a un calor artificial y por tanto costoso.

Luego, cuando una naranja nos llega de Portugal, se puede decir que nos ha sido dada la mitad gratuitamente, la mitad a ttulo oneroso o, en otros trminos, a mitad de precio en relacin con aquella de Pars.

Ahora bien, es precisamente esta semi-gratuidad (perdn por la palabra) lo que Ustedes alegan para excluirla. Ustedes dicen: Cmo el trabajo nacional podra soportar la competencia del trabajo extranjero cuando aqul tiene que hacer todo y ste no cumple ms que la mitad de la tarea, pues el sol se encarga del resto? Pero si la semi-gratuidad les decide a rechazar la competencia, cmo la gratuidad entera les llevar a admitir la competencia? O no son lgicos o deberan rechazar la semi-gratuidad como daina a nuestro trabajo nacional, rechazar a fortiori y con el doble ms de celo la gratuidad entera.

Otra vez, cuando un producto, hulla, hierro, trigo o tela, nos viene de fuera y podemos adquirirlo con menos trabajo que si lo hiciramos nosotros mismos, la diferencia es un don gratuito que se nos confiere. Este don es ms o menos considerable conforme la diferencia sea ms o menos grande. Es de un cuarto, la mitad o tres cuartos del valor del producto si el extranjero no nos pide ms que tres cuartos, la mitad o un cuarto del pago. Es tan completo como podra ser cuando el donador, como hace el sol por la luz, no nos pide nada. La cuestin, lo postulamos formalmente, es saber si Ustedes quieren para Francia el beneficio del consumo gratuito o las pretendidas ventajas de la produccin onerosa. Escojan, pero sean lgicos; porque, en tanto que Ustedes rechacen, como lo han hecho, la hulla, el hierro, el trigo y los tejidos extranjeros en la proporcin en que su precio se aproxima a cero, qu inconsecuente sera admitir la luz del sol, cuyo precio es cero durante todo el da.


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