Por un lado aparece el mercantilismo (la doctrina de que es mejor exportar que importar) usual de no pocos empresarios mexicanos que quieren a toda costa evitar la competencia del resto del mundo y tener mercados cautivos con el pretexto de siempre, mantener los empleos en los sectores protegidos (ah� est�n los se�ores del acero y de los textiles). Ya antes en M�xico pagamos muy caro el proteccionismo comercial. Es absurdo creer que protegiendo con aranceles y restricciones a las importaciones se va a desarrollar la industria. Ello s�lo genera monopolios ineficientes que viven al amparo de pap� gobierno (en el viejo modelo estatista de �sustituci�n de importaciones� adem�s de los aranceles altos -y prohibiciones para importar- fijados a las importaciones, el gobierno subsidiaba sin ton y son a los industriales, lo que los estatistas y mercantilistas pomposamente llaman �pol�tica industrial� y que a�oran regrese) y lo peor, por los intereses de unos cuantos los consumidores tenemos que conformarnos con productos chafa, eso s� hechos en M�xico.

Para que los mercados realmente se desarrollen a plenitud es fundamental que las econom�as est�n abiertas al resto del mundo, con cero aranceles. Lo fundamental es aprovechar las ventajas comparativas entre las naciones (hay que releer a Adam Smith y David Ricardo), es decir, importar aquello que es costoso producir en M�xico y lo contrario, exportar aquello en lo que se es eficiente en materia de costos. Los mercantilistas pasan por alto que el precio que un pa�s debe pagar para poder importar es el hecho de exportar. Si exporto mucho, importar� mucho. Cuando hay super�vit comercial se debe m�s a una crisis de poder adquisitivo y/o a una manipulaci�n gubernamental cambiaria como es el caso de China.

Es �til tambi�n recordar a David Hume sobre el hecho de que una balanza comercial superavitaria es siempre temporal, pues en el largo plazo el crecimiento del mercado va acompa�ado de un alza en el poder de compra y en el nivel interno de precios, lo que incentiva luego a importar m�s y a terminar con una balanza deficitaria. La balanza comercial deficitaria es irrelevante, pues en un mercado abierto al resto del mundo, dicho d�ficit es cubierto por la balanza de capitales superavitaria (exportaci�n e importaci�n de activos) y ello se refleja en un tipo de cambio que se ajusta autom�ticamente.

Los mercantilistas tambi�n deber�an recordar el viejo principio de la demanda rec�proca de Stuart Mill, que nos indica que un pa�s pobre gana m�s del comercio que la naci�n rica. Por ello M�xico suele tener balanza comercial superavitaria con EU (una naci�n m�s rica y que demanda m�s mercanc�as de M�xico, que por cierto se beneficia de importar tecnolog�a de punta de EU) y balanza comercial deficitaria con los pa�ses centroamericanos, pues tenemos mayor poder adquisitivo y por tanto les compramos m�s que lo que ellos hacen con las mercanc�as mexicanas.

Los mercantilistas absurdamente creen que el comercio es algo est�tico, que lo que un pa�s gana al comerciar, lo pierde el otro. Ello no es m�s que una de las peores burradas econ�micas que existen. El comercio jam�s es un juego de suma cero (lo que uno gana lo pierde el otro), en una transacci�n comercial ambas partes ganan, si no, simplemente no se llevar�a a cabo. El comercio libre es clave en la riqueza de las naciones. Por ejemplo, el gobierno brasile�o no entiende esto y ah� est�n renegociando con M�xico en materia automotriz.

Parece que los brasile�os (y en general la enorme mayor�a de los gobiernos latinoamericanos) siguen atrapados en los sofismas de la teor�a de la dependencia de Ra�l Prebish y An�bal Pinto, y ah� est�n presionando para que la balanza comercial con M�xico sea superavitaria. Mercantilistas est�pidos.

Por cierto, parece que todos los candidatos a la presidencia m�s o menos saben la ventaja del libre comercio con nuestros vecinos del norte. El �nico como siempre que no le entiende es el peje, que cree en la falacia de la teor�a de la dependencia. Estatista y mercantilista a final de cuentas.

El comercio libre es uno de los factores que incentiva el desarrollo para todos. El proteccionismo s�lo beneficia a unos cuantos intereses y en general todos los consumidores salimos mal librados. Ah� est� la historia que lo demuestra.