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Apertura comercial agrcola: Hay que ir ms lejos

“El gobierno de Mxico tiene la oportunidad nica de convertirse en lder en Amrica Latina y en general en los pases en desarrollo apostndole en serio al libre comercio. En lugar de temerle a la apertura comercial agrcola pactada para 2008, Mxico debera ir mucho ms lejos emprendiendo una decidida campaa internacional al lado de pases como Brasil, Australia, Nueva Zelanda, la India, Singapur, Uruguay-, a favor de la abolicin de barreras comerciales y subsidios en la agricultura. Somos los pases en desarrollo los que ms tenemos que ganar con la liberalizacin comercial.”


Ricardo Medina
LUNES, 26 DE MARZO DE 2007
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Encuentro con un optimista en el Senado

En los meses previos a la aprobacin, por el Senado mexicano, del Tratado de Libre Comercio de Norteamrica (TLCAN) fui invitado a presentar una pequea ponencia en el mismo Senado acerca de las previsibles consecuencias de la apertura comercial para los productores agrcolas, as como para los consumidores mexicanos de alimentos.

La ponencia se encamin a desenmascarar el mito de la autosuficiencia en la produccin de alimentos, no slo como una meta inalcanzable sino como uno ms de esos nocivos anzuelos que los polticos lanzan al ruedo para engatusar a los electores incautos, al tiempo que protegen a grupos minoritarios de presin que viven de todo el catlogo de subsidios, barreras comerciales, protecciones, crditos blandos (que suelen acabar en cartera incobrable de la banca de desarrollo, que a su vez se le carga a la cuenta de los contribuyentes) y dems ayudas al campo que se han inventado los gobiernos.

Fui escuchado con cortesa e indiferencia por los senadores y al terminar fui abordado por un hombre joven que elogi mi presentacin, me solicit una copia de la misma y me entreg su tarjeta. Era el director de una pequea agroindustria en Guanajuato, dedicada a la produccin de hortalizas. Me coment que en su empresa esperaban ansiosos la aprobacin del TLCAN ya que conjeturaban que ello les abrira los mercados de Estados Unidos y Canad donde esperaban arrasar por calidad y por precio. La apertura significara crecer aceleradamente para satisfacer a esos mercados, vidos y con gran poder de compra, lo que a su vez generara economas de escala en la produccin de forma que -en un crculo virtuoso- se abatiran los costos de produccin lo que se reflejara en precios an menores y en la conquista de porcentajes cada vez mayores del mercado. Nada nuevo: La vieja receta de la productividad estimulada por el libre comercio y que se traduce en mayor prosperidad para todos.

Me sorprendi el entusiasmo del pequeo empresario, toda vez que contrastaba con los sombros augurios de muchos expertos y con las protestas vehementes de sindicatos y organizaciones de campesinos y productores agropecuarios afiliados al entonces todava todopoderoso PRI.

Hoy prcticamente la totalidad de los pepinos (frescos y en conserva, de las ms diversas variedades y para todos los gustos) que se venden en Estados Unidos y en Canad provienen de la agroindustria de ese visionario optimista que me abord entonces en el Senado. Pepinos, brcoli, ajo, cebolla, lechugas, calabazas, chcharos, papa, chiles, championes. La variedad de productos agropecuarios mexicanos que compiten con gran xito en Norteamrica y en el mundo de entonces a la fecha Mxico ha firmado multitud de tratados de libre comercio bilaterales y se ha incorporado plenamente a la Organizacin Mundial de Comercio- es impresionante. Sin embargo, los periodistas, los polticos y hasta los acadmicos, que reflexionan sobre el campo mexicano desde un cmodo cubculo en las ciudades, parecen seguir pensando que en Mxico slo producimos maz y frijoles en pequeas parcelas, sin sistemas de riego, sin ningn implemento tecnolgico, y en condiciones de miseria.

Lo triste es que s, en efecto, an hay miles de campesinos atados a cultivos tradicionales que viven en condiciones de miseria. Por increble que parezca la principal razn de su atraso hay que buscarla en la generosa proteccin que les dieron los polticos contra los supuestos peligros del comercio libre y de la produccin rentable sin subsidios gubernamentales. Como se sabe, en su gran sabidura los polticos mexicanos y estadounidenses excluyeron de la apertura comercial inmediata a productos agrcolas sensibles (maz, frijoles, azcar, leche, entre otros) y postergaron la temida apertura la friolera de 15 aos. Gracias a esa previsin de los polticos, an tenemos productores en el campo viviendo en condiciones de miseria, atados a cultivos no rentables (pero subsidiados crecientemente), a quienes hemos engaado dicindoles que esa situacin es inevitable, que no pueden dedicarse a otros cultivos o abandonar la agricultura por actividades ms rentables en la industria o en los servicios, pero que ah estar siempre el munificente gobierno para aliviarles en algo su miseria.

El tiempo no slo le dio razn al entonces pequeo empresario sino que comprob contundentemente que los alegatos en contra del libre comercio y de la apertura econmica estaban completamente equivocados. Es probable que algunos de los expertos mintieran entonces sin darse cuenta de su error. Lo que ya no es creble es que ms de una dcada despus con un cmulo de experiencias nacionales e internacionales que comprueban que el libre comercio es la llave de la prosperidad esos mismos expertos y sus corifeos, ahora ms viejos, sigan mintiendo sin advertirlo. No han ganado en sabidura de entonces para ac, sino en cinismo para mentir.

S hay vida despus de la muerte de los subsidios y de la proteccin

A lo largo de la historia encontramos decenas de ejemplos de cmo el libre comercio, la abolicin de barreras a las importaciones y el fin de los subsidios gubernamentales a las actividades agropecuarias sensibles, se han traducido en prosperidad no slo para los consumidores, que tienen ms y mejores opciones en calidad y precio, sino para los mismos productores de esos productos supuestamente sensibles.

A mediados del siglo XIX la gran hambruna en Irlanda, provocada por dos aos de malas cosechas de papa infestadas de roya, caus miles de muertes y una gran corriente migratoria de irlandeses hacia Estados Unidos. Pero tambin sacudi a los polticos britnicos en el Parlamento, la mayora de ellos ferozmente proteccionistas en la misma medida que eran squires dueos de tierras o empleados de stos, quienes ante la tragedia irlandesa- aceptaron a regaadientes abrir el mercado de la Gran Bretaa a la libre importacin de trigo y de otros productos agrcolas; algo que pedan desde hace aos los partidarios del libre-cambio o libre comercio animados por los brillantes hallazgos intelectuales de Adam Smith y David Ricardo, entre otros.

El resultado fue sorprendente: La Gran Bretaa inici, a partir de esa apertura comercial unilateral, una poca de inslita y sostenida prosperidad. Los mismos terratenientes tuvieron el incentivo de destinar sus tierras a usos ms rentables y productivos y qued claro para todo aqul que estudiase el problema objetivamente- que la causa del desastre en Irlanda del sur provino, primero, de los casi nulas derechos de propiedad de arrendatarios y arrendadores de las tierras de cultivo (los catlicos eran abiertamente discriminados, negndoseles la posibilidad de adquirir las tierras que cultivaban) carentes de estmulos para hacer las tierras ms productivas y, segundo, del nefasto proteccionismo comercial.

Otro caso histrico: Nueva Zelanda en 1984. Inmerso el pas en una profunda crisis y perdiendo cada da ms terreno en los mercados mundiales, los polticos de ese pas de diferentes partidos, pero especialmente los laboristas, de izquierda- decidieron, entre otras reformas, desmantelar la costosa y gigantesca estructura de subsidios y protecciones comerciales (cuotas de produccin, barreras arancelarias y no arancelarias, severas restricciones a la importacin y a la exportacin, entre muchas otras) con la idea de que, sometido a la libre competencia en los mercados internacionales, cada uno de los productores agrcolas detectara de inmediato si estaba en un negocio rentable y con futuro o si estaba tirando miserablemente su dinero y el dinero pblico en una actividad tan absurda desde el punto de vista econmico- como querer cultivar pltanos en Islandia.

Para la transicin se ofrecieron apoyos gubernamentales no para que los productores agrcolas desplazados por la competencia persistiesen en seguir echando dinero bueno al malo verbigracia, cultivando con mtodos improductivos o invirtiendo en supuestos agronegocios contrarios a la vocacin de las tierras- sino para que cambiasen de cultivos o incluso de actividad, dedicndose a la industria o al comercio o a los servicios en lugar de a la produccin agropecuaria.

El resultado de esta reforma, tomada por polticos de veras animados por un sentido de urgencia, ha sido espectacular. Menos del diez por ciento de los antiguos productores agrcolas tuvieron que cambiar de cultivo o de actividad a causa de la liberacin comercial. Por el contrario, la inmensa mayora de ellos se han vuelto mucho ms prsperos y competitivos. Sin duda, hoy da Nueva Zelanda es lder mundial en competitividad agropecuaria.

Por ejemplo, la industria lechera de Nueva Zelanda que no disfruta de ningn subsidio o ayuda gubernamental salvo unas pequesimas asignaciones para investigacin y desarrollo- sin cuotas, sin barreras comerciales, sin protecciones, sin crditos blandos de la banca de fomento, es la ms productiva del mundo. Los costos de produccin de la leche en Nueva Zelanda son los ms bajos del mundo; su calidad es legendaria. En las mesas de muchos restaurantes en todo el mundo, incluido Mxico, las pequeas porciones empacadas en papel metlico de excelente mantequilla neozelandesa son habituales.

Tan slo de 1995 a 2005 la industria lctea de Nueva Zelanda gan ao con ao- crecientes porciones del mercado mundial, pasando del 20% del mercado a dominar el 27% del mercado mundial de lcteos. En el mismo lapso, la Unin Europea en su conjunto donde persisten todo gnero de protecciones, subsidios y barreras al libre comercio de lcteos- perdi diez puntos porcentuales del mercado: pas de tener el 41% del mercado mundial a slo el 31% de participacin. Y contando, en pocos aos Nueva Zelanda ser el lder mundial en ese mercado.

Digamos NO a la droga del proteccionismo comercial

Por contraste, los llamados productores independientes de leche en Mxico lloran un da s y otro tambin por mayores apoyos gubernamentales. Mxico, ya se sabe, no slo es deficitario en la produccin de lcteos, sino que se ha vuelto uno de los mayores importadores de leche en polvo. Como si se tratase de un mandato divino, los productores independientes de leche en Mxico claman para que el gobierno destine cada ao ms dinero pblico para comprarles su produccin a precios altos; produccin que se destina a programas sociales a precios subsidiados para los consumidores. El peor de los mundos: El gobierno es decir, los contribuyentes, usted y yo- compra caro para vender barato. El negocio de los productores ya no es producir ms y mejor leche, sino sacarle al gobierno ms subsidios y compras forzosas. Los productores de leche, como los de azcar, como muchos de los productores mexicanos de maz o de frijoles, insisten en que se aumente la dosis de ese veneno que es la proteccin gubernamental.

Lo peor que nos podra pasar en el 2008 es que, otra vez, los poderosos pero minoritarios intereses proteccionistas en Mxico y en Estados Unidos se salgan con la suya y la apertura comercial plena en esos productos sensibles de nueva cuenta se posponga hasta que el famoso calentamiento global derrita los polos del planeta Es decir, por ah del ao 2200 o tal vez nunca.
Mientras tanto 100 millones de consumidores y contribuyentes seguimos pagando la costosa adiccin a esa droga que se llama proteccionismo gubernamental. Es justo?, es racional?, es inteligente?

El gobierno de Mxico tiene la oportunidad nica de convertirse en lder en Amrica Latina y en general en los pases en desarrollo apostndole en serio al libre comercio. En lugar de temerle a la apertura comercial agrcola pactada para 2008, Mxico debera ir mucho ms lejos emprendiendo una decidida campaa internacional al lado de pases como Brasil, Australia, Nueva Zelanda, la India, Singapur, Uruguay-, a favor de la abolicin de barreras comerciales y subsidios en la agricultura. Somos los pases en desarrollo los que ms tenemos que ganar con la liberalizacin comercial.

No se trata tan slo de hacer una apertura comercial unilateral como gesto poltico ya que difcilmente ese gesto vencera la cerril resistencia de la Unin Europea, Japn y Estados Unidos a desmantelar su proteccionismo en los mercados agrcolas sino hacer dicha apertura unilateral e inmediata como una inteligente y creativa poltica pblica al igual que hicieron los neozelandeses en 1984- que disminuira los precios de los alimentos para los consumidores mexicanos, aumentara los incentivos para la productividad en el campo mexicano y permitira a miles de familias, encadenadas por atavismos y por fallidas polticas gubernamentales de falso arraigo regional, encontrar mejores oportunidades de trabajo y de vida en reas de actividad ms rentables y competitivas, como la industria o los servicios.


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