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El futuro democrtico de Cuba: Qu tipo de capitalismo nos aguarda

“La economa cubana, sencillamente, se expandir de manera progresiva con las empresas que existen y con las que se creen, provengan de donde provengan. Unas sern cubanas y otras extranjeras, lo que redundar en beneficio de todos, y muy especialmente de los cubanos que vern multiplicarse sus fuentes de trabajo y observarn como aumentan paulatinamente su salario y su poder adquisitivo. Una economa moderna, verdaderamente competitiva y abierta, no es de ningn pas en particular, y su rasgo principal es que cualquiera productor puede participar en el proceso de crear riqueza para su beneficio y de la colectividad.”


Carlos Alberto Montaner
LUNES, 13 DE AGOSTO DE 2007
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Este es el texto del discurso ante el Foro Nueva Economa en Madrid, Espaa el 27 de junio de 2007. Artculo cortesa de Cato Institute para Asuntos Capitales.

Percibo como gran un honor y un extraordinario respaldo a los demcratas cubanos que esta charla sobre el futuro de Cuba sea presentada por mi admirada amiga Doa Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad Autnoma de Madrid. No se trata, por supuesto, de una circunstancia extraa: a lo largo de muchos aos jams nos han faltado su mano amiga y su solidaridad. Ni siquiera cuando dar su apoyo podra haberle acarreado cierto costo poltico, acaso porque el rasgo ms notable de esta singular mujer es su compromiso con los valores y principios por delante de cualquier consideracin poltica.

Agradezco, adems, al Foro Nueva Economa, a su presidente, Don Jos Luis Rodrguez, y a las empresas patrocinadoras, que nos hayan prestado esta tribuna, una de las ms importantes de Espaa, para debatir la posible evolucin poltica y econmica de Cuba tras casi medio siglo de gobierno comunista.

La profeca


Comienzo por profetizar un cambio radical y relativamente acelerado en Cuba tras la muerte de Fidel Castro, y lo sustento en las siguientes cinco razones:

  • La autoridad en Cuba est organizada verticalmente y depende de Fidel Castro. Existen las instituciones tpicas calcadas del desaparecido modelo sovitico, pero son slo correas de transmisin para ejecutar la voluntad del dictador. Es verdad que cuentan con una figura de reemplazo, el general Ral Castro, pero se trata de otro anciano de 76 aos, carente de liderazgo o de simpatas populares, dotado de rasgos psicolgicos muy diferentes a los de su hermano. En todo caso, qu suceder despus de Ral Castro, quin acaba de enterrar a su esposa de toda una vida? Las dinastas ideolgicas padecen siempre una grave incapacidad para transmitir la autoridad ordenadamente.
  • Fidel deja como herencia poltica y como tarea revolucionaria un proyecto descabellado: constituir un bloque junto a Chvez, Evo Morales, Daniel Ortega, ms cualquier otro personaje de esa cuerda poltica que se sume, con el objeto de conquistar, primero, a Amrica Latina, y luego al resto del planeta. El bloque, que dirigir y ya financia Hugo Chvez, es el sustituto de la URSS. La clase dirigente cubana ya experiment esa fiebre poltica durante 30 aos, pagando por ella un altsimo costo, y no es probable que desee volver a reeditar esa absurda aventura.
  • La cpula dirigente, aunque no posee convicciones democrticas, a estas alturas tampoco cree en las virtudes del colectivismo. Las familias que ocupan el poder estn desmoralizadas. El pas es una ruina en el terreno material tras cincuenta aos de fracasos, y lo que ms abunda entre los cuadros altos y medios son planes de reforma invariablemente inclinados al mercado y la liberalizacin. Todo el mundo sabe que eso fue lo que ensayaron China y Vietnam. Todos vieron que las tmidas reformas de los aos noventa, sugeridas por el socialista espaol Carlos Solchaga, un economista prudente, produjeron efectos benficos rpidamente, aunque muy limitados por la terquedad colectivista e igualitarista de Fidel Castro. No obstante, esa tendencia reformista, aunque muy mayoritaria, se mantiene oculta y paralizada porque Fidel es quien se opone a ella.
  • Existe una obvia salida de la crisis: el cambio, la reforma econmica, la reconciliacin con Estados Unidos y la Unin Europea, y el consecuente abandono del delirante proyecto chavista. Pero inevitablemente eso conduce a la democratizacin del pas y a la adopcin de un modelo econmico viable. Naturalmente, esto debe comenzar con la liberacin de los presos polticos, el respeto a los derechos humanos y la renuncia al poder hegemnico del Partido Comunista. Slo que, como se vio en Europa del Este, ese cambio de rgimen, en rigor, no entraa ningn peligro real para la actual clase dirigente. Quienes pertenecen a ella han comprobado que hay vida, honores, seguridad y hasta regreso al poder si se reciclan dentro de las instituciones democrticas y estn dispuestos a admitir la participacin de toda la sociedad en el diseo, control y manejo del pas.
  • Por ltimo, es muy importante la atmsfera histrica en que existen los Estados. El mundo, con marchas y contramarchas, a diferentes ritmos, se mueve haca la democracia plural y el mercado. Es una tendencia imparable. Cuba no puede ser la excepcin totalitaria y colectivista en el planeta, permanentemente instalada en un modelo poltico que se nutre de las polvorientas ideas marxistas, administradas por un estado minuciosamente incompetente, copiado de la URSS de los aos setenta.

El cambio

Una vez iniciado el proceso de cambio, si se hace con buen tino y mano firme, la Isla puede dar en poco tiempo un salto tremendo hacia la prosperidad y el progreso en un periodo no muy largo. Durante quince o veinte aos consecutivos, contados a partir del momento en que se inicie la reforma, el pas puede crecer al ritmo promedio del 10 o 12% anual, con zonas an de crecimiento ms intenso, si quienes guan la transicin entienden lo que hay que hacer.

No va a faltar el capital financiero dinero internacional pblico y privado, y la Isla cuenta con un excelente capital humano: ochocientos mil universitarios, entre quienes abundan los ingenieros, mdicos y tcnicos medios. El capital financiero va a llegar en grandes cantidades, principalmente desde Estados Unidos, nacin muy interesada en estabilizar la situacin de la Isla para evitar el xodo masivo y para contentar a la influyente minora cubanoamericana, pero tambin desde Europa, y muy especialmente de Espaa, pases en los que los empresarios ms sagaces vern en la Isla una magnfica oportunidad de hacer buenos negocios.

En todo caso, qu significa actuar con buen tino y mano firme? Significa: Primero, establecer un pacto social entre la mayor parte de los agentes polticos dispuestos a la moderacin y a la sensatez. Un acuerdo que proporcione el sosiego y la estabilidad que demanda el momento. Segundo, construir a toda marcha un marco jurdico que garantice las inversiones y d seguridades a la propiedad. Sin este prerrequisito, todo esfuerzo es casi intil. Tercero, transferir a los cubanos la mayor parte de los activos en manos del Estado (adems de las viviendas en las que habitan), para que masivamente se conviertan en propietarios de los medios de produccin y sientan que el cambio, realmente, les beneficia y les pertenece. Cuarto, procurar alguna forma de compensacin razonablemente justa a quienes fueron violentamente privados de sus bienes, as como una suerte de pago o acuerdo sobre la deuda internacional para restaurar el crdito del pas, tener acceso a los mercados financieros y poder acudir en busca de ayuda a organismos internacionales como el BID, el BM o el FMI. Quinto, liberalizar rpidamente toda la economa, incluidos los precios, el tipo de cambio, la tasa de intereses y las formas de contratacin, mientras se autorizan todas las transacciones comerciales legtimas. Sexto, solicitar ayuda internacional masiva -y los fondos existen para ello- con el objeto de paliar los efectos sobre los ms indefensos -los ancianos, los jubilados y los nios- del paso de la dictadura a la democracia y del colectivismo al mercado y a la propiedad privada.

Es vital que, desde el momento mismo del inicio del cambio, la sociedad perciba y confirme en los hechos que sus condiciones materiales de vida mejoran progresiva y sostenidamente. Es esta experiencia positiva y no el debate terico o el nocivo pase de cuenta lo que legitimar el cambio y lo que cimentar las relaciones entre el pueblo y el nuevo Estado que comenzar a gestarse. Hay que rechazar cualquier forma de revanchismo o de regodeo en examinar el pasado. Lo importante es salvar el futuro. El pasado ya no tiene remedio.
Qu tipo de sociedad queremos?

En esta nueva etapa que se avecina es muy importante saber adnde queremos llegar y cul es nuestra visin de futuro, panorama que acaso resulta fcil de precisar: Cuba debe ser un pas normal, en paz y armona con el resto del mundo, parecido a esas treinta naciones punteras que describe el Indice de desarrollo Humano de Naciones Unidas, destino perfectamente alcanzable en el curso de una generacin.

En general, se trata de Estados de Derecho fundados sobre la idea de que la autoridad, peridicamente renovada por medio de comicios trasparentes y plurales, radica en el seno de la sociedad y se expresa por medio de instituciones neutrales reguladas por leyes que no reconocen privilegios ni excepciones, y no por caudillos iluminados ni por grupos o partidos que arbitrariamente se arrogan la representacin colectiva. Estados, adems, en los que las transacciones se hacen dentro de un modelo econmico regido por el mercado, y en los que la propiedad privada se reconoce como uno de los derechos humanos fundamentales porque sin su existencia, como se comprob a lo largo del siglo XX, es imposible el mantenimiento de las libertades o el logro de la prosperidad.

El rgimen cubano afirma que, de producirse un cambio, el destino que les espera a los cubanos, impuesto desde Estados Unidos, es el capitalismo de Hait, no el de Espaa o Blgica, pero sa es slo una consigna alarmista concebida para sembrar la incertidumbre y tratar de impedir las reformas. Por qu Estados Unidos o la Unin Europea querran una Cuba empobrecida a la que habra que subsidiar permanentemente en vez de un pas rico con el que se pudieran realizar muchas transacciones mutuamente ventajosas?

Es verdad que un pas puede tener democracia, libertad y propiedad privada, y ser, simultneamente, un pas muy pobre, injusto y con hirientes diferencias sociales, como sucede en diversos pases hispanoamericanos o en el mencionado Hait, pero ese triste desempeo econmico y esa falta de esperanzas no es el resultado de malvados designios procedentes del exterior, como sostenan los apstoles de la equivocada Teora de la Dependencia, o como hoy asegura Fidel Castro que les suceder a los cubanos, sino es la consecuencia de la irresponsable y a veces criminal actuacin de las propias clases dirigentes del pas, combinada con una mentalidad social refractaria al progreso y al desarrollo.

  • El capitalismo que vendr a Cuba no podr ser mercantilista. Es decir, el gobierno no podr decidir quines son los favoritos a los que hay que enriquecer, ya sean nacionales y extranjeros, y los factores con los que va a forjar una alianza de mutua conveniencia para controlar las riquezas que se produzcan mediante el uso discriminatorio y abusivo del poder.
  • El capitalismo que vendr a Cuba no podr ser oligrquico. Esto es, no ser la nuestra un tipo de sociedad en la que los grandes intereses econmicos forjen una alianza para colocar a los gobiernos y a los partidos polticos a su servicio en detrimento de las necesidades generales de la sociedad.
  • El capitalismo que vendr a Cuba no ser el corporativismo socialista o fascistoide, autrquico, ruinoso por el peso de las ineficientes empresas estatales, plagado de trabas burocrticas, paralizado por normas inflexibles o por imposibles cargas tributarias, enfrentado en estriles conflictos de clase artificialmente engendrados, que no consiguen otra cosa que empobrecer a los pueblos.
  • El capitalismo que vendr, el que llevaremos a Cuba, es el moderno, abierto, competitivo, signado por la bsqueda de productividad, fuertemente integrado al resto del mundo desarrollado. Un modelo de desarrollo capitalista en el que se estimule la incesante creacin de empresas que luchen limpiamente por cuotas de mercado mediante la calidad y el precio de los bienes o los servicios que se oferten. Un capitalismo que no tenga como atractivo la pobreza de su mano de obra, sino el alto nivel de productividad y la complejidad tcnica y cientfica de unos trabajadores cubanos, respetuosa y dignamente tratados, dotados de derechos sindicales, capaces de alcanzar a cambio de su esfuerzo una alta remuneracin que les procure el modo de vida digno que se encuentra en esas treinta naciones punteras a que hacamos referencia. Nuestro modelo no es Hait: es Israel, es Irlanda, es Espaa, y existen condiciones humanas y econmicas para lograr implantarlo.

 La responsabilidad social corporativa

Esa definicin del modelo econmico a que aspiran los cubanos debe servir, tambin, como un severo juicio crtico contra los precarios bolsones de economa semiprivada que medran en la Cuba actual. Las inversiones extranjeras que existen en Cuba, que son las que la dictadura autoriza y controla mediante la modalidad de empresas mixtas, no sirven a los intereses de la sociedad cubana, sino contribuyen dolosamente a la supervivencia de la dictadura, y constituyen una expresin del peor capitalismo estatal mercantilista. Mediante este modelo, el gobierno cubano, sin ocultar el asco que les merecen, elige a unos dciles inversionistas, guiados exclusivamente por el objetivo de obtener beneficios, y dentro de esas empresas mixtas reproduce lo peor del modelo poltico totalitario: la explotacin inicua de los trabajadores, a los que se les confisca el noventa y cinco por ciento de su salario mediante un tramposo cambio de moneda, ms la represin poltica y la falta de libertades que existen en el resto de las instituciones del pas.

Los empresarios serios, espaoles o de cualquier otra latitud, no deben prestarse a esa srdida complicidad. No es verdad que con su presencia en Cuba aceleran un posible cambio. Esa es una falaz excusa concebida para tratar de esconder una inocultable falta de escrpulos. Tampoco pueden escudarse en la supuesta indiferencia de los empresarios ante las consecuencias polticas y sociales de sus actos, siempre que estn amparados por la legitimidad oficial. Cuando la legitimidad oficial propaga los abusos, la discriminacin y el apartheid, vulnerando los derechos fundamentales de las personas, esa legitimidad se extingue de jure, convirtindose en una norma inmoral de la que no debe servirse ninguna empresa que comprenda y asuma lo que es la responsabilidad social corporativa.

Los empresarios serios, espaoles o de cualquier otra latitud, tampoco deben sucumbir a la supersticin de que es conveniente estar en Cuba cuando se produzcan los cambios. Lo sensato no es colaborar con la dictadura. Lo probable es que, quienes ya estn, tendrn que enfrentarse a cuantiosas reclamaciones legales (y a probables responsabilidades penales) por parte de los trabajadores que durante aos han visto como en Cuba se violan las reglas establecidas por la Organizacin Internacional del Trabajo, reglas a las que tanto las empresas como el Estado cubano estn obligados a someterse. Por otra parte, de muy poco les servir a esos empresarios estar en Cuba, inmoralmente posicionados, a la espera de que surjan cambios, si a lo que aspiramos los cubanos es a instaurar en la Isla un modelo de desarrollo capitalista fundado en la competencia y la ley, y no en el compadrazgo, el mercantilismo o el contubernio entre los empresarios buscadores de renta fcil y funcionarios venales dispuestos a concederla a cambio de alguna corruptela.

Es un notable error tctico y una falla moral muy censurable, indigna de cualquier empresario moderno que se respete, participar en una reparticin de privilegios mercantilistas y en la asignacin de monopolios, invirtiendo en un coto cerrado en el que la poblacin carece de mecanismos de defensa legal. Las sociedades verdaderamente prsperas, y en donde se hacen los mejores y ms transparentes negocios, son aquellas en las que todos los agentes econmicos que se lo propongan, y no los elegidos por una dictadura, pueden participar y competir libremente en el mercado.

El final

Se acerca el final del totalitarismo en Cuba. Cuando llegue, las oportunidades de ganar dinero legtima y decentemente sern extraordinarias. El pas necesitar revitalizar rpidamente su dilapidada infraestructura material, demolida tras medio siglo de incuria colectivista, y eso requerir miles de millones de dlares de inversin. El pas, en su momento, ser una formidable plataforma exportadora a Estados Unidos y un destino preferido de decenas de miles de jubilados y de millones de turistas norteamericanos. Los cubanoamericanos, por su parte, constituirn una poderosa locomotora empresarial que vincular los intereses del sur de la Florida a los de la Isla, creando muy rpidamente un prspero espacio econmico del que se podr aprovechar, entonces s legtimamente, cualquier empresario instalado en la Isla.

Hace unos aos, un exitoso empresario espaol que estuvo involucrado en la creacin y desarrollo de Puerto Bans, tras recorrer Cuba cuidadosamente en busca de posibles marinas, me hizo la siguiente afirmacin: cambiara gustoso todas mis inversiones en Espaa por las extraordinarias oportunidades que surgirn en Cuba cuando se produzca el cambio. Tena razn: las oportunidades futuras, tras la llegada de la libertad, sern enormes, y hoy, ahora, es el momento de comenzar a planear la instalacin en Cuba de las empresas que van a participar en ese momento mgico tan interesante como potencialmente lucrativo.

Por ltimo, es importante desterrar del anlisis la idea absurda de que los americanos se van a apoderar de Cuba cuando termine el comunismo en la Isla. No existe una coordinacin empresarial norteamericana donde anide esa fantstica mentalidad conspirativa dedicada a la conquista ilegal de mercados, ni es as como funciona el mundo econmico moderno. sa es una visin antigua, propia de sociedades coloniales que ya no existen sobre la faz de la tierra.

La economa cubana, sencillamente, se expandir de manera progresiva con las empresas que existen y con las que se creen, provengan de donde provengan. Unas sern cubanas y otras extranjeras, lo que redundar en beneficio de todos, y muy especialmente de los cubanos que vern multiplicarse sus fuentes de trabajo y observarn como aumentan paulatinamente su salario y su poder adquisitivo. Una economa moderna, verdaderamente competitiva y abierta, no es de ningn pas en particular, y su rasgo principal es que cualquiera productor puede participar en el proceso de crear riqueza para su beneficio y de la colectividad.

De alguna manera, esa fue la forma en que Jos Mart describi la Cuba con que soaba a fines del siglo XIX: con todos y para el bien de todos. Esta vez lograremos ese noble objetivo.


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