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La economa poltica del dficit presupuestario

“Mis ideas acerca de la economa y la poltica de los dficit presupuestarios financiados mediante la deuda no gozan de una aceptacin amplia entre mis colegas economistas. De hecho, mi pensamiento sobre este tema puede ser ms prximo a aquel que emerge del sentido comn del ciudadano ordinario.”


James M. Buchanan
MARTES, 13 DE ABRIL DE 2010
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Introduccin

Mis ideas acerca de la economa y la poltica de los dficit presupuestarios financiados mediante la deuda no gozan de una aceptacin amplia entre mis colegas economistas. De hecho, mi pensamiento sobre este tema puede ser ms prximo a aquel que emerge del sentido comn del ciudadano ordinario. Present por primera vez estas ideas en 1958 en libro Public Principles of Public Debt (Principios pblicos de la deuda pblica), que desafiaba la nocin keynesiana entonces ortodoxa de que la deuda pblica no entraa ningn deslizamiento temporal de la carga porque la debemos nosotros mismos. A la largo de tres dcadas mis creencias bsicas no han cambiado. Es mucho ms importante lograr que los fundamentos del anlisis sean correctos, a fines de los ochentas, de lo que fue en los cincuenta. Mi segundo esfuerzo de importancia fue un libro, Democracy in Deficit (La democracia en dficit), escrito en colaboracin con Richard E. Wagner y publicado en 1978. Este segundo libro no examinaba las consecuencias econmicas de las deudas y lo dficit; intentaba explicar por que los procesos de toma de decisin modernos o poskeynesianos generan una forma de financiamiento deficitario casi permanente. Mientras que el primer libro era un ataque contra la teora macroeconmica keynesiana de la deuda pblica, el segundo libro era un ataque contra las presuposiciones keynesianas acerca de la poltica democrtica.

Tal vez no deba sorprendernos que mis esfuerzos en ambos casos erizaron el plumaje de los economistas, quienes continan bajo el dominio del paradigma macroeconmico impuesto a mediados del siglo pasado por la revolucin keynesiana en el pensamiento econmico. No continuar la argumentacin que prevalece en este contexto con otros economistas, pero resulta til mencionar aunque sea brevemente la posicin de mis adversarios como trasfondo para la discusin que sigue.

Los principales elementales

En los trminos ms sencillos, las consecuencias econmicas de un dficit presupuestario financiado con deudas son equivalentes a las consecuencias econmicas de un dficit financiado mediante endeudamientos en la cuenta de cualquier unidad econmico-financiera, sea esta una persona, una familia, una corporacin, un club, una iglesia o un sindicato de trabajadores. Cuando los ingresos que se obtienen son inferiores a los egresos o gastos actuales surge un dficit, y si no se incrementan los ingresos o se disminuyen los egresos el dficit o diferencia debe ser financiado pidiendo prstamos, en el caso de los gobiernos nacionales, que tienen la autoridad para emitir papel moneda, los dficit presupuestarios tambin pueden financiarse directamente mediante la emisin de dinero. Dejar fuera de esta discusin esta posible fuente de ingresos, ya que el tema que nos interesa trata de las consecuencias de los dficit financiados por medio de deudas. Estas consecuencias en s mismas pueden hacer de la monetarizacin un recurso de ltima instancia, aspecto que tratar en forma breve ms adelante.

Tanto para el deudor como para el acreedor, la venta y compra de instrumentos de deuda implica un desplazamiento temporal de la disponibilidad de fondos. El deudor se ve capacitado a adaptar ms que sus ingresos al inicio del perodo presupuestal, pero se obliga a gastar menos que sus ingresos en algn periodo futuro. Por la otra parte, el acreedor gasta menos que sus ingresos en el periodo inicial pero se ve capacitado para gastar ms que los ingresos en los periodos durante los cuales la deuda se amortiza. Como he sostenido a lo largo de tres dcadas, el gobierno no es fundamentalmente diferente en estos sentidos de cualquier otro deudor.

Se hace necesario volver a los orgenes debido a la inmensa confusin que priva en buena parte de las discusiones sobre la deuda pblica y los dficit. Si descartamos una suspensin en el servicio de la deuda, la consecuencia econmica primaria del gasto gubernamental financiado por deuda es la necesidad garantizada de que nosotros, como ciudadanos contribuyentes y beneficiarios de los programas positivos, deberemos renunciar a partes de nuestros ingresos en periodos futuros para poder cubrir los gastos de intereses y amortizaciones sobre la deuda. Una parte de nuestros ingresos futuros ha sido comprometida para satisfacer los legtimos reclamos de los acreedores del gobierno. No importa en absoluto si estos acreedores son ellos mismos ciudadanos o extranjeros.

El financiamiento de los gastos gubernamentales corrientes mediante endeudamientos equivale a devorar el valor del capital nacional. Si definimos el valor capital descontando un flujo esperado de ingresos futuros, entonces cualquier desviacin de dichos ingresos reduce este valor. Y lo hace de la misma manera como lo hara el consumo de bienes de capital. Al financiar los egresos pblicos actuales mediante endeudamientos, en realidad lo que estamos haciendo es cortar el manzano para hacer lea, con lo cual reduciremos la cosecha del huerto para siempre.

Con frecuencia se rechaza la analoga entre el consumo pblico financiado por endeudamiento y la destruccin del valor capital porque se argumenta que, siendo ciudadanos los acreedores de la deuda interna, las obligaciones contra los ingresos futuros de sta se balancean exactamente contra las exigencias de quienes han comprado participaciones gubernamentales. Desde esta lgica macroeconmica simplista, no hay efectos sobre los valores del capital sumados sobre toda la economa. El absurdo de esta argumentacin queda demostrado en cuanto reconocemos que quienes compran las participaciones en el gobierno lo hacen en forma completamente voluntaria en una transaccin de intercambio y que, precisamente porque la compra es voluntaria, estas mismas personas pudieron haber empleado esos fondos sea para comprar otros activos privados que rindan ingresos o para el consumo privado durante el periodo inicial. En cualquier caso, los valores de capital de los acreedores en manos de aquellos que compraron participaciones gubernamentales no se pueden contra como contrapartes positivas del valor de capital negativo que necesariamente entraa la obligacin de satisfacer caros futuros por intereses y amortizacin. Este valor negativo es un cargo contra la cartera de los ciudadanos, como miembros de la unidad poltica, y no se balancea por ningn incremento positivo al valor de capital asignado apropiadamente a este mismo portafolio. Este resultado es vlido independientemente de las fuentes de los fondos iniciales prestados al gobierno.

Deuda interna y deuda externa

Este error lgico bsico en el anlisis tambin anima el conocido argumento segn el cual la deuda en manos de extranjeros, as llamada deuda externa, es ms onerosa que la deuda que est en manos de ciudadanos o de organizaciones domsticas. El error aqu se origina por no considerar las alternativas que inicialmente se ofrecen a quienes compran los ttulos. Si son ciudadanos quienes compran los instrumentos de la deuda, se hace imposible el empleo alternativo d los fondos en la economa domstica. Si los bonos son comprados por extranjeros, quedaran abiertas estas alternativas en la economa domstica. Las reclamaciones contra ingresos futuros por parte de los extranjeros del segundo caso son exactamente equivalente al valor de los empleos de los fondos que siguen estando disponibles para su explotacin como inversiones privadas o como oportunidades de consumo. Como ciudadanos, como miembros de la organizacin poltica del gobierno, quedamos exactamente en la misma posicin si la deuda nacional est en manos de personas al interior o al exterior de la economa nacional.

Se sugiere con frecuencia que el rgimen de los ochenta de dficit masivos ha podido sostenerse sin perjuicios econmicos mayores slo gracias a que han sido extranjeros quienes han comprado grandes lotes de las obligaciones emitidas para financiar los dficit. De otro modo, se sugiere, los dficit presupuestarios de la magnitud experimentada habran ejercido presiones ascendentes inaceptables sobre las tasas de inters. Mi conclusin acerca de los efectos equivalentes de la deuda externa y la domstica o interna no contradicen tal sugerencia. El impacto de un dficit financiado con endeudamiento de cualquier tamao sobre las tasas de inters depender de la oferta de fondos para prestar, y si los inversionistas extranjeros ofrecen fondos para los mercados de prstamos locales, sean pblicos o privados, las tasas de inters sern menores de lo que seran de no disponerse de tales fondos de inversin extranjera. No hace ninguna diferencia si los extranjeros compran obligaciones privadas o gubernamentales.

Arrinconamiento

Una segunda fuente de confusin mayor, o al menos de ambigedad, tiene que ver con la cuestin del arrinconamiento. Como el financiamiento de la deuda fuerza al gobierno a vender obligaciones a cambio de los fondos que proveen los acreedores, fondos que se consumen cuando gasta el gobierno, parece evidente que estos fondos podran ser empleados por los prestadores para comprar obligaciones privadas que rindan ingresos. Los vendedores potenciales de obligaciones privadas (por ejemplo, firmas en busca de expandir sus facilidades de capital mediante la emisin de acciones o bonos) quedan arrinconados. Las obligaciones privadas slo pueden entrar al mercado a tasas de inters que son muy superiores a aquella que prevaleceran de no existir la operacin de prstamo del gobierno.

Algunos economistas han cuestionado este argumento en apariencia simple; segn ellos la cuestin de la deuda pblica, en s misma, estimula nuevos ahorros. De acuerdo con esta argumentacin, los ciudadanos se darn cuenta de los gravmenes tributarios que estn implicados en cualquier operacin de endeudamiento pblico del periodo futuro. En consecuencia, ajustarn su comportamiento de tal manera que estos futuros pagos de gravmenes, que les sern impuestos a ellos o a sus descendientes, puedan ser ms fciles de cumplir. Segn este escenario, el ciudadano, al poder observar el endeudamiento del gobierno har ahorros adicionales mediante la reduccin de sus tasas actuales de sus gastos de consumo. El ahorro adicional, en la medida en que ser realice, deber equiparse con las demandas adicionales de fondos prestables que representa la operacin de endeudamiento pblico. En el extremo, si los nuevos ahorros balancean completamente la situacin, no habr arrinconamiento. Y, aun de no ser completo, cualquier ahorro que se genere como resultado de la cuestin de la deuda pblica atenuar el arrinconamiento de la formacin de capital privada ms all de lo sugerido por el argumento inicial.

Mi propia posicin es que el hecho de que el financiamiento por endeudamiento de los dficit presupuestarios arrincone o no a la inversin privada y a la formacin de capital es esencialmente una cuestin no es mi intencin sugerir que carezca de importancia. En vez de ello sugiero que es inexcusable que los economistas se concentren injustificadamente en esta discusin, que suponga que no ocurre ningn arrinconamiento. Supongamos que los dficit financiados por deuda no tiene efectos sobre la tasa de inters, y por ende sobre la tasa de formacin de capital en la economa. Este resultado requerira que los nuevos ahorros generados fueran suficientes para financiar por completo todos los instrumentos de deuda gubernamental ofrecidos.

La consecuencia econmica primaria del financiamiento por endeudamiento de los dficit seguira estando presente aun en este caso extremo y totalmente fuera de la realidad. Seguir habiendo una demanda neta contra los flujos de ingresos privados futuros en la economa, demanda detentada por los acreedores del gobierno, todas aquellas personas, individuos u organizaciones, domsticos o extranjeros, que posean ttulos gubernamentales. Los impuestos, que por su propia naturaleza son coercitivos, tendrn que imponerse en contra personas para poder generar los ingresos necesarios para financiar el pago de intereses sobre la deuda. Por definicin, aquella parte de los ingresos privados que deba destinarse al pago de impuestos no puede estar disponible para usos privados como podran desear los individuos, tanto para efectos privados como podran desear los individuos, tanto para efectos privados como pblicos. Se har presente la carga de tener que efectuar pagos de impuestos a partir del ingreso personal, independientemente del comportamiento de aquellos que hagan las decisiones del periodo inicial respeto a cunto ahorrar y cunto consumir. La persona que enfrente un impuesto para financiar el pago de intereses no establecer ninguna relacin entre el ahorro que sus padres puedan o no haber hecho y la deuda que se contrajo anteriormente. La persona que enfrente un impuesto para financiar el pago de intereses no establecer ninguna relacin entre ahorro que sus padres puedan o no haber hecho y la deuda que se contrajo anteriormente. La persona que encare un impuesto as razonar simplemente a partir del hecho observado de que los ingresos que de otra manera podra usar se le quitan as razonar simplemente a partir del hecho observado de que los ingresos que de otra manera podra usar se le quitan mediante impuestos. El resultado es anlogo precisamente al ejemplo de la huerta de manzanas que mencionamos anteriormente. Si el producto de tres de los rboles dentro de la propiedad nominal de un individuo se destinan al servicio de la deuda, esto es completamente equivalente a tener una huerta con tres rboles menos.

Cunto tiempo podemos gravar el futuro?

Las implicaciones descriptivas del anlisis ms elemental son claras. El gobierno federal se ha embarcado en un patrn de gastos financiados por endeudamiento que no puede sostenerse indefinidamente. El hecho de que el gobierno no pueda caer en bancarrota en ningn sentido anlogo a la bancarrota de personas o de firmas comerciales no modifica nada la proposicin central. Por supuesto, los poderes ltimos que el gobierno tiene para recaudar impuestos y crear dinero garantizan que se respetarn todas las demandas por deudas a valor nominal, pero no nos ofrecen una opcin viable para una reforma permanente, ni un incremento continuado de la proporcin de la proporcin de los impuestos recaudados, destinada al pago de intereses ni tampoco una monetarizacin inflacionaria de las deudas nominales.

Es necesario reducir el dficit presupuestal. Pero, cules son las consecuencias de esta reduccin? Es necesario recortar, tal vez dramticamente, las tasas actuales de gasto gubernamental, y/o incrementar quiz dramticamente las tasas impositivas actuales. Cualquiera de estas dos opciones, o cualquier combinacin de ellas tambin debe tener serias consecuencias econmicas. Los recortes en el gasto reducirn los beneficios esperados por todas aquellas personas y grupos que han anticipado programas de expansin continuos. Los aumentos en los impuestos, reducirn los ingresos disponibles para los individuos privados, una proporcin de los cuales se habran destinado a la inversin privada.

Podra predecirse que una reduccin en el dficit, financiada por un recorte en las tasas del gasto gubernamental o por un incremento en las tasas de los impuestos, hara descender la tasa de inters, ya que la reduccin de la demanda gubernamental de fondos prestables no quedara completamente compensada por una reduccin en la oferta de tales fondos. Este efecto sobre la tasa de inters es a su vez una consecuencia secundaria de la reduccin o eliminacin del dficit. La consecuencia primaria es un desplazamiento de la incidencia del pago de los programas gubernamentales que cambia de causantes futuros a aquellos que estn activos durante el periodo en que el gobierno hace realmente sus erogaciones.

En algn punto ser necesario realizar este desplazamiento en la incidencia temporal del gasto gubernamental. El crecimiento real de la economa nacional puede posponer el da en que se llegue a esa decisin, pero el pago de intereses no puede absorber de manera permanente una proporcin creciente del presupuesto federal.

Es necesario cambiar las reglas?

Acaso hay buenos prospectos de que nuestros procedimientos democrticos de decisin puedan lograr este cambio de incidencia? No ser necesario predecir que estos procesos operarn para asegurar que el dilema del dficit empeore mucho antes de que mejore? Despus de haberse embarcado en este patrn de gasto financiado por endeudamiento, podr nuestra estructura poltica, tal como est organizada hoy en da, salir airosa del desafo que enfrenta?

No creo que pueda ni que vaya a hacerlo. Como todos podemos observar, parece haber costos polticos casi insuperables implicados tanto en una reduccin de los gastos como en el aumento de impuestos. La poltica moderna de Estados Unidos opera en concordancia con un conjunto de reglas que vuelven casi imposible una resolucin efectiva de la cuestin del dficit. Debe quedar clara la implicacin de esto. Slo podemos esperar mejoras o reformas si se cambian las reglas. Debido a esta conviccin, desde hace mucho he apoyado resueltamente las proposiciones de enmienda a la constitucin que exijan un balance presupuestal.

No desarrollar aqu el argumento a favor de tal enmienda. Lo he hecho en muchas ocasiones anteriormente, y no es ste mi cometido actual. En vez de ello deseo adoptar una perspectiva realista y examinar lo que parece hoy, a fines de los ochenta, el escenario ms probable. Independientemente de lo que yo pudiera esperar en lo personal hoy no puedo predecir la instrumentacin de una enmienda a la constitucin que pueda asegurar un presupuesto balanceado en el decenio prximo. Es ms, no pienso que los compromisos congresionales en la forma general Gramm-Rudman se vuelvan efectivos. Bien pueden darse esfuerzos del congreso que sean casi exitosos en el corto plazo para reducir el tamao de los dficit presupuestales sin cambios en las reglas o procedimientos bsicos de decisin. Incluso estos esfuerzos pueden llegar a ser contraproducentes a largo plazo debido a que pueden, en la medida en que tengan xito en el corto plazo, servir slo para distraer la atencin de la reforma estructural de procedimientos que se requiere. Cualquier restablecimiento del congreso como ese de una disciplina fiscal efectiva podra y sera probablemente disipado de manera rpida por un retorno hacia la intemperancia fiscal. Si se da credibilidad a este prospecto, por qu habran de incurrir los dirigentes polticos en costos polticos y econmicos presentes a fin de beneficiar a lderes polticos y representantes que vendrn despus?

Prospectos de incumplimiento

As pues, qu podemos esperar con realismo? Las constantes expresiones de preocupacin harn algo sobre los dficit financiados por deuda, tomando en cuenta su magro xito? Lo harn interesantes cada vez ms gravosos que consumen porciones ms y ms grandes de los egresos del presupuesto federal?

En algn punto de una secuencia como sta, el incumplimiento o el repudio de la deuda nacional debe convertirse en un tema poltico central. Como la deuda nacional de los Estados Unidos est tasada casi exclusivamente en dlares, puede reducirse su valor real mediante la emisin de dinero en su lmite a cero, dramticamente. Hay dos vas en las que puede tomar lugar el incumplimiento mediante la monetarizacin. Primera, las autoridades monetarias de la Reserva Federal podran sencillamente comprar todas las obligaciones corrientes de gobierno con dlares recin creados. Bajo tales circunstancias, se garantizara a todos los acreedores el valor nominal completo de sus crditos. La inflacin generada por el dinero recin emitido reducira los valores reales de todas las obligaciones fijas de la economa; la operacin sera equivalente a gravar con impuestos a todos los tenedores de tales obligaciones. De manera alternativa, la autoridad monetaria podra genera inflacin expidiendo dinero adicional a travs de los canales ordinarios, reduciendo de esta forma los valores reales de todas las deudas nominales circulantes, tanto pblica como privadas. En este caso los efectos seran casi equivalentes a los de la primera operacin: la incidencia efectiva sera sobre los tenedores de obligaciones fijas. Es ms probable que ocurra la segunda de estas operaciones que la primera, acompaada por la negativa de todos los involucrados en cuanto a que se trate de un intento explcito de no caer en incumplimiento respecto a la deuda nacional.

La relacin entre la deuda nacional y otra ronda de inflacin merece ser observada ms cerca. La inflacin efectuar una reduccin del valor real de la deuda pblica pendiente; la deuda como proporcin del PIB podra incluso nivelarse y hasta decrecer. Por esta razn, resultan muy sospechosas todas las comparaciones entre el tamao de la deuda nacional y el PIB, ya que la proporcin de deuda a producto se puede reducir dramticamente mediante una inflacin masiva. No obstante, una poltica de tal envergadura puede resultar mucho menos efecta (desde la perspectiva del gobierno) a fines de los ochenta y principios de los noventa de lo que result en el decenio de los setenta. Dado que hoy en da la deuda circulante se concentra ms en instrumentos de corto plazo, las expectativas inflacionarias se veran rpidamente traducidas en las tasas de inters. A medida que el gobierno intentara dar vuelta y refinanciar instrumentos de deuda que llegasen al vencimiento, los pagos de intereses se elevaran para alcanzar la inflacin anticipada. Los resultados fiscales aparentemente benficos tendran efectos sobre todo en el corto plazo.

En algn punto de esta secuencia, es indudable que la discusin poltica tocara en forma ms explcita el repudio de la deuda nacional; el hecho de que la mayora de los comentaristas sobre el dficit, incluyendo economistas, soslayen un examen serio del repudio de la deuda me parece anlogo a cruzar un cementerio silbando. Cuando consideramos el incumplimiento seriamente, nos damos cuenta de que los argumentos contra un cambio de poltica drstico no son ni tan fuertes ni tan auto evidentes como nos gustara esperar. No me es posible en este lugar desarrollar por completo los argumentos contra un cambio de poltica drstico no son ni tan fuertes ni tan auto evidentes como nos gustara esperar. No me es posible en este lugar desarrollar por completo los argumentos de ambos bandos, pero permtaseme formular la cuestin como sigue: Por qu habra que coaccionar a los contribuyentes y a los beneficiarios de los impuestos que vivan en el ao 2000 a pagar los beneficios de los programas pblicos que nosotros, los contribuyentes y los beneficiarios de los ochenta hemos consumido? Por qu habran de pagar los contribuyentes de un perodo futuro (que por supuesto puede incluirnos a muchos de nosotros) por los dispendios de hoy? He examinado esta pregunta con cierto detalle, y el argumento ms fuerte que pude encontrar contra el incumplimiento estriba en el reconocimiento legtimo de los reclamos sostenidos por los acreedores. Aquellos que estn comprando obligaciones gubernamentales, y los que lo han hecho en el pasado, lo hacen y lo han hecho bajo la expectativa de que sus derechos sern respetados. Repudiar tales obligaciones equivaldra a una violacin contractual, y nos gusta vivir dentro de un sistema legal en el cual respetan los contratos. Sin embargo, los gobiernos nos han roto contratos en muchas ocasiones anteriores, y, despus de todo, con quin celebraron el contrato los acreedores? No deseo sugerir que los argumentos a favor del repudio de las deuda nacional llegaran a ser dominantes en lo poltico. Lo que sugiero en cambio es que el incumplimiento se volver cada vez ms discutido a medida que contine el patrn de gasto financiado por endeudamiento.

El incumplimiento, claro est, implicara un alto a nuevos prstamos, al menos por un tiempo, puesto que los prestamistas devendran bastante escasos. No obstante, obsrvese que el repudio de la deuda eliminara el enorme componente que significan los intereses en el presupuesto. As pues, una vez que rebasemos el umbral donde los cargos anuales por intereses excedan el dficit anual (lo cual no est lejos), realmente ser el inters de los contribuyentes y beneficiarios de los impuestos repudiar la deuda.

Conclusiones

Tanto nuestras estructuras fiscales como las monetarias se encuentran actualmente en desorden. Como miembros del cuerpo poltico, todos nos estamos comportando irresponsablemente en nuestro poco deseo por observar, analizar y por ltimo apoyar reformas estructurales que ofrezcan las nicas perspectivas de una mejora permanente. Hemos permitido que, accidentalmente, unas autoridades monetarias casi independientes se hicieran de un monopolio sobre los asuntos que ataen al dinero fiduciario sin control efectivo de mercado o poltico. Quin puede predecir un camino aleatorio, que es la mejor forma de caracterizar la clase de sistema monetario que hoy padecemos? Al lado de esta autoridad monetaria de camino aleatorio, tenemos una estructura fiscal de la que ha sido prcticamente eliminada toda pretensin por balancear los costos de los impuestos contra los beneficios de los gastos. Sin embargo, el problema no es la irresponsabilidad de los dirigentes polticos, tanto en las ramas ejecutiva o legislativa del gobierno. El problema es que las reglas del juego son tales que la prudencia y responsabilidad fiscales se encuentran ms all de los lmites de lo polticamente realizable. Los contribuyentes disfrutan los beneficios del gasto pblico; no disfrutan con el pago de impuestos. La poltica del dficit es tan sencilla como esto.

La tragedia es que tantos de nosotros nos demos cuenta con claridad de lo que est sucediendo y sigamos siendo impotentes para hacer algo al respecto. Con frecuencia he hablado a favor de una genuina revolucin constitucional, pero cmo podemos avanzar hacia su realizacin?

A pesar de todo, permtaseme terminar con una nota ms bien optimista. A lo largo de una dcada se ha discutido seriamente acerca de la propuesta de enmienda constitucional para un balance presupuestario, y ello en niveles polticos importantes. Gramma-Rudman expresa por lo menos un reconocimiento de la necesidad de varios tipos de pre-compromisos fiscales. Por ltimo, los economistas estn a punto de darse cuenta de la necesidad de examinar cambios estructurales bsicos en nuestras instituciones econmicas y polticas, y sobre todo en nuestra estructura monetaria y fiscal. Todos estos probablemente sean precursores necesarios de una reforma a las reglas fiscales y monetarias. Si, y se trata de un s muy grande, tan slo pudiramos iniciar esta reforma antes de que sea demasiado tarde.


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