Nada ha fomentado más el odio hacia Estados Unidos alrededor del mundo que la “revolución democrática global” de Bush, la cual ha tenido como resultado más terrorismo, exactamente lo que nos prometía eliminar.
Washington (AIPE)-
De repente caemos en cuenta cuán absurdo son los clichés políticos. Condoleeza Rice repetía en estos días: “Las democracias no inician
las guerras”. Eso significa que cada vez que hay una guerra entre una nación
democrática y otra que no lo es, la que no es democrática siempre tiene que ser
el agresor. Y como Estados Unidos es una democracia, es imposible que tengamos
la culpa, por lo que la guerra con Irak tiene que ser culpa de Irak.
Tal lógica se
parece mucho a la de los soviéticos. Podemos recordar que
De igual manera,
Israel, otra democracia, siempre es la víctima en cualquier conflicto. Considerando
a sus enemigos, creemos que Israel suele tener la razón, pero ¿no es posible
que Israel alguna vez pueda tener un poquito de culpa?
Un viejo dicho
mantenía que Estados Unidos en tiempos de crisis siempre produce grandes
líderes. La versión revisada indica más bien que “en tiempos de Bush, en Estados Unidos se sufren grandes crisis”.
Después del 11 de
septiembre de 2001, muchos norteamericanos vieron a Bush
como el heroico y elocuente hombre que aportaba claridad moral frente a un reto
nacional provocado por fuerzas malignas. Hasta los
demócratas como el senador Joe Lieberman
lo apoyaron. Oponerse a la guerra de Bush contra el
terrorismo era una deslealtad. La vieja Europa tenía sus dudas, pero podía ser
ignorada.
Cinco años más
tarde, la gente comienza a reírse apenas los cómicos de la televisión, como Leno y Letterman, mencionan su
nombre. Desde tiempos de Mónica Lewinski, el trabajo
de los cómicos no era tan fácil. Lieberman acaba de
perder las primarias demócratas en Connecticut para
su reelección al Senado y le ha tenido que pedir a Bill
Clinton, a quien acusó de inmoralidad, de ayudarlo en
su campaña.
Los republicanos,
olvidando las experiencias de Lyndon Johnson y de Richard Nixon,
creían poder fácilmente consolidar su poder por los próximos años bajo el
liderazgo de un guerrero invencible, cuya imagen había
sido pulida por Karl Rove. Rove basaba su estrategia política en la guerra de Irak,
acusando a los demócratas de debilidad frente a los enemigos de la patria.
Pero hoy, Bush se ha convertido en sinónimo de arrogancia e ineptitud
y está perdiendo el apoyo de su base
conservadora. Hasta William Buckley, viejo
intelectual republicano y amigo de Ronald Reagan, en una reciente entrevista de televisión declaró
que Bush no era conservador y que si hubiera sido un
primer ministro europeo, su fracasada guerra le hubiera hecho perder el cargo.
El respetado columnista conservador George Will ha sido igualmente crítico.
La izquierda ha
odiado a Bush desde su victoria electoral del 2000,
pero ahora sus adversarios de derecha sienten el mismo desprecio. Realmente, Bush ha logrado un increíble consenso: casi todos, cualquiera
sea su punto de vista político, de derecha o de izquierda, están de acuerdo de
su fracaso como presidente… y nos quedan todavía dos años.
Nada ha fomentado
más el odio hacia Estados Unidos alrededor del mundo que la “revolución
democrática global” de Bush, la cual ha tenido como
resultado más terrorismo, exactamente lo que nos prometía
eliminar. Bush nos ha condenado a una guerra sin fin
y a una deuda aplastante. Ojalá que los cómicos de la
televisión sigan haciéndonos reír.
___* Columnista norteamericano.
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EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.