En Honduras, el presidente Manuel Zelaya intentaba subvertir el orden constitucional, pero la institucionalidad fue preservada por valientes hombres que se negaron a permitirle constituirse en tirano.
El Socialismo del Siglo XXI y el Nazismo tienen como denominador común el no reconocer a la persona humana como individuo libre, capaz de decidir por sí misma y elegir su propio destino. Y no puede ser de otra manera, pues no pueden permitirse, como cualquier ideología totalitarista, reconocer derechos individuales inalienables, porque ello entorpecería la creación de ese nuevo hombre que todo colectivista pretende traer a la faz de la Tierra.