Rusia, una vez más, fortalece su posición geopolítica sin haber disparado un solo tiro, frente a un Occidente fragmentado y dubitativo que no ha sabido reaccionar con talento y oportunidad.
No he puesto hasta ahora el suficiente énfasis en los éxitos alcanzados por Ucrania que, literalmente, impidieron que ocurriera una debacle de magnitud cataclísmica.
Si algún logro se le reconoce generalmente a los sistemas socialistas, es el de haber dotado a sus habitantes de una educación de elevada y homogénea calidad lo que es un ingrediente vital para superar el fracaso del sistema comunista, remplazándolo por una exitosa economía de mercado.
Políticos incompetentes y corruptos, que sólo alcanzan a ver sus más cortos intereses personales y de grupo. Instituciones ineficaces, diseñadas más para crear conflictos que para resolverlos. Una democracia disfuncional, que resulta en la grave pérdida de apoyo popular a tal sistema.
Uno de los mecanismos más efectivos de manipulación y control que ejercieron los gobiernos comunistas, fue la propaganda que hacía creer a los sufridos habitantes de sus territorios que vivían en el paraíso de los trabajadores y que las condiciones de vida en el resto del mundo eran mucho peores.
A más de tres lustros de la caída de la Unión Soviética y de haber conquistado su independencia, Ucrania se encuentra en una penosa transición en la que ha habido un indudable progreso en algunas áreas pero con problemas sociales, políticos e institucionales muy graves.
En el paquete económico, la SHCP pronostica un crecimiento para la economía mexicana de 4.6% en el 2021. El Fondo Monetario Internacional subió su proyección hasta 4.3%. El presidente ha dicho que será hasta de 5%. ¿Quién quedará más cerca?