¿Dónde terminará esta embrollada situación en la que el mundo globalizado se ha encogido y los países perdieron la posibilidad de determinar en forma autónoma su rumbo económico y financiero?
Posponer las decisiones y no hacer nada, como lo están haciendo los líderes europeos, es una opción particularmente costosa, pues obligará, tarde o temprano, a la suspensión de pagos y muy posiblemente a que los países en problemas acaben tirando la toalla del euro ante la esperanza de remontar sus problemas mediante la devaluación de una nueva moneda nacional.
Aún es tiempo para que nuestras autoridades reparen la omisión de olvidar a México, y se distingan del resto de la región, manifestando consideración por su pueblo y los chilenos residentes. En las adversidades se prueba la amistad, más que en las cumbres y que en las rimbombantes declaraciones en foros internacionales.
Los grandiosos planes para erradicar la pobreza han fallado una y otra vez porque se sustentan en fatuos proyectos gubernamentales que ignoran por completo las raíces del atraso que genera la pobreza de los países.