Es preocupante que para el proceso de restablecimiento de las relaciones entre Ecuador y Colombia se haya decidido por la OEA y el Centro Carter en calidad de mediadores, cuando un hecho que ambas organizaciones no representan garantía de imparcialidad. Su cercanía con los gobiernos afines al socialismo del siglo XXI ha resultado demasiado evidente, convirtiéndolas en verdaderos cómplice del debilitamiento de la democracia y la pérdida de libertades en varios países.