Es portentoso cómo el montaje cotidiano de una realidad alternativa corrompe instituciones y personas que antes operaban con base a principios doctrinales radicalmente opuestos a los del nuevo dogma propagado por los autócratas.
¿No se dan cuenta, quienes conciben al país como un barco y al presidente como el timonel, lo que tal visión supone en términos de la libertad individual?
¿Realmente mandamos los ciudadanos? Tratándose de las legítimas tareas del gobierno, ¿los gobernados mandamos? Suponiendo que así fuera, ¿deberíamos mandar? Un buen gobernante, ¿debe esperar el mandato del gobernado para llevar a cabo sus legítimas tareas, que son garantizar la seguridad contra la delincuencia y, de fallar, impartir justicia?
Puedo afirmar que la elección y reelección de Obama, en gran parte se debe a la media que no se detuvieron ante nada mostrando su parcialidad y falta de ética. Creo que también puedo afirmar que la elección de Peña fue cortesía de Televisa.
El régimen panista desperdició ooooooooootra oportunidad: la de pensar en México y en qué puede ser México, sin imitar la costumbre premoderna o de plano cavernaria de adorar a ídolos, divulgar falsedades, ennoblecer la destrucción, festejar guerras civiles y reciclar festejos vacíos en fechas religiosamente profanas.
Ninguno de los festejos del bicentenario lleva realmente a la reflexión sobre nuestra historia. Peor aún, ninguno promueve la construcción de un mejor país. Son un ejemplo más de la tendencia del mexicano de hacer fiestas como una forma de compensar las carencias materiales y la falta de voluntad para tomar medidas para promover una mayor prosperidad.
La repugnante propaganda presidencial es una auto revelación del pensamiento del grupo en el poder en relación a su real visión de lo que somos los mexicanos: Indios apocados que agradecen las limosnas que los patrones se dignan repartir de vez en cuando.