Estamos acostumbrados a oír que todo lo que hacen los gobiernos es en beneficio nuestro. En las escuelas públicas no se enseña sobre las consecuencias negativas del gobierno grande y todopoderoso, como tampoco respecto a las ventajas del libre comercio y de la libertad individual.
Miami (AIPE)- Los avances
empresariales y tecnológicos disparan nuestro bienestar y optimismo, mientras
que el aumento de la coerción gubernamental, a través de la multiplicación de
reglamentos, permisos, impuestos y prohibiciones, desanima y obstaculiza la
labor de emprendedores y de la gente en general, frenando la inversión, el desarrollo y la creación
de empleos mejor remunerados.
Estamos acostumbrados a oír
que todo lo que hacen los gobiernos es en beneficio nuestro. Si se cae un
puente, hay que aumentar el impuesto a la gasolina para que el gobierno pueda
reparar y mejorar el sistema vial y si mueren trabajadores en una mina de
carbón, hay que imponer regulaciones adicionales a esa industria.
Desde luego que en las
escuelas públicas no se enseña sobre las consecuencias negativas del gobierno
grande y todopoderoso, como tampoco respecto a las ventajas del libre comercio
y de la libertad individual. La razón es que el sistema educacional es un
virtual monopolio estatal y los sindicatos de maestros suelen odiar la libre
competencia. Así vemos que las escuelas en Estados Unidos no están enseñando lo
que los niños necesitan aprender desde pequeños para tener éxito en la vida, en
un mundo crecientemente competitivo y globalizado. Y a los padres les horroriza
ver que sus hijos menores reciben más horas de clases sobre sexualidad y amenazas
al medio ambiente que en lectura, escritura, ciencias y matemáticas.
El ciudadano común no puede
darse el lujo de pagar los impuestos que van a financiar la educación pública
“gratuita” y además inscribir a sus hijos en colegios privados, por lo que
estos quedan exclusivamente para los hijos de los ricos y de los políticos. En
Washington, por ejemplo, ningún senador ni alto funcionario del gobierno manda
a sus hijos a una escuela pública. Pero tampoco se atreven a hablar de la
privatización de la educación, con lo que todos podrían gozar de buena
educación, al desaparecer los malos colegios, igual como desaparecen del
mercado los productos y servicios de inferior calidad.
Desde el siglo XIX, el
correo y las escuelas han sido monopolios políticos intocables y, como todos los
monopolios, son malos e ineficientes. En otros tiempos, cuando los dueños de
periódicos se atrevían a decir exactamente lo que pensaban, R. C. Hoiles (1878-1970), fundador de Freedom
Communications (red de periódicos y estaciones de
televisión), mantenía que entre una escuela pública y un prostíbulo prefería al
segundo porque la gente era libre de asistir o no.
Hoy, los neoconservadores
verían a R. C. Hoiles como aliado del terrorismo
islámico porque ese exitoso empresario del periodismo denunció apasionadamente,
durante
Hoiles, quien era un
ferviente defensor de la libertad individual, apoyaba la libre inmigración. La
derecha conservadora en Estados Unidos dice defender la economía de mercado,
pero apoya los subsidios a la agricultura y a los biocombustibles,
mientras pretende ignorar que la migración se debe fundamentalmente a
diferencias de los salarios que se pagan a los dos lados de la frontera. Esa
diferencia no desaparece con la promulgación de leyes, ni tampoco con muros y piquetes
armados.
Actualmente aflora otra
causa de migraciones en nuestro hemisferio: la persecución del gobierno de Hugo
Chávez a quienes considera enemigos del socialismo.
El gran reto del siglo XXI
es el avance de la libertad individual, por lo que es esencial aprender a
diferenciar entre sus amigos y enemigos.
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EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.