¿Qué mejor regalo podríamos esperar los consumidores
que más y mejores opciones de consumo? ¿Quién puede hacernos tal presente?
¿Santa Claus? No. ¿Los Reyes Magos? Tampoco.
Entonces, ¿quién? Los legisladores, en cuyas manos está darnos a los
consumidores ese regalo, ¡más y mejores opciones de consumo!, sin olvidar, uno,
que la actividad económica terminal es el consumo y,
dos, que todos somos consumidores.
¿Qué deben hacer los legisladores para darnos, a
todos los consumidores, el mejor regalo que cualquier consumidor puede esperar:
más y mejores opciones de consumo? Muy sencillo. En primer lugar, eliminar
cualquier ley o reglamento que prohíba la participación, de cualquiera,
nacional o extranjero, en cualquier sector de actividad económica, y en
cualquier mercado, para lo cual hay que comenzar por borrar de
Llegados a este punto no faltará quien diga,
comenzando por los empresarios, quienes con la apertura total y definitiva de
la economía se verían sujetos a la competencia, o a más competencia, que la
misma traería consigo un consecuencia nefasta: dejaríamos de producir para
importar y, en el extremo, dejaríamos de producir todo para importarlo todo,
algo que, a la mayoría, le parece una maldición cuando, bien vistas las cosas,
resultaría ser lo contrario: una bendición. ¡Imagínense poder importarlo todo
sin necesidad de producir algo o, dicho de otra manera, poder comprarlo todo
sin necesidad de trabajar, sin necesidad de generar un ingreso, es decir, sin
necesidad de ofrecerle, a quien nos vende las mercancías que necesitamos, nada
a cambio! Díganme si no sería una bendición, misma que resulta imposible, por
una razón muy sencilla: las importaciones hay que pagarlas, y se pagan, al final
de cuentas, con exportaciones, que suponen producción.
Las importaciones hay que pagarlas con dólares,
dólares que se obtienen a cambio de las exportaciones, exportaciones que son
bienes o servicios producidos en el país, producción hecha en México con la
cual se pagan las mercancías importadas. ¿Será que, si se lleva a cabo la
apertura total y definitiva de la economía mexicana, vamos a dejar de producir
todo para importarlo todo? Insisto: ¡ojalá y se
pudiera, ya que sería tanto como vivir sin trabajar! Desafortunadamente no se
puede, y si queremos importar hay que exportar, es decir, producir.
Aclarado el punto, la pregunta que debemos hacernos
es ¿por qué los consumidores seguimos pagando los platos rotos de un esquema
que, si bien es cierto, supone más apertura y competencia en comparación con lo
que teníamos hace algunas décadas, deja todavía mucho que desear, limitando,
tanto en cantidad, como en calidad, nuestras opciones de consumo? ¿Por qué los
legisladores no nos dan el regalo de más y mejores opciones de consumo? Es más,
¿por qué los legisladores no hacen suya la causa de los consumidores, sobre
todo si recordamos que la actividad económica terminal
es el consumo y que todos somos consumidores? Buena pregunta, ¿no?