Los grupos proteccionistas siempre están buscando favorecer sus
intereses muy particulares. Dicen que actúan en beneficio de la sociedad cuando
exigen protección para ciertos productos nacional. Pero lo que es claro es que nunca
piensan en el consumidor.
El proteccionismo puede quizá favorecer a algunos miembros de una
sociedad, pero por su propia naturaleza afecta de manera negativa a las mayorías.
La razón es que algunos podemos trabajar en una industria u otra, pero en
cambio todos somos consumidores. Desafortunadamente, los políticos que toman
medidas para proteger a un grupo de interés o a otro, a aquellos que más los
presionan o a los que más respaldo electoral les dan, olvidan siempre a los
consumidores, olvidan siempre a las mayorías.
Hoy estamos viendo, por ejemplo, a grupos que piden que se cierren las
fronteras nacionales al maíz estadounidense o a los productos chinos o a los
medicamentos de empresas que no tengan plantas en nuestro país, pero nunca
toman en cuenta los costos que estas medidas proteccionistas tienen para los
consumidores nacionales.
La vieja clase política busca impedir la importación libre de aranceles
de los productos del campo de Estados Unidos, entre ellos el maíz amarillo.
Pero si este esfuerzo tiene realmente éxito, el resultado será un aumento
importante de los precios de los alimentos en México, y no sólo los que se
fabrican con maíz, sino una amplia gama de ellos. La razón es que nosotros los
mexicanos apenas producimos maíz amarillo y en cambio lo utilizamos intensamente
como forraje para ganado y para aves.
Cerrar las fronteras a la importación de maíz amarillo no ayudaría, por
supuesto a los campesinos mexicanos, que sólo producen maíz blanco. Pero el
impacto que la medida tendría para los consumidores mexicanos sería enorme. Los
precios de los alimentos en nuestro país simplemente se multiplicarían. Y los
mismos políticos que hoy se quejan de la apertura protestarían por las alzas en
los precios.
Otros políticos están pidiendo que se cierren las fronteras a una
amplia gama de productos chinos. Uno puede entender que esta medida se tome en
claros casos de dumping,
en que los fabricantes chinos venden sus productos en México a precios
inferiores a los costos de producción. Éstos son casos que consideran las
reglas de
Lo mismo ocurre con los medicamentos. Por una parte los políticos se
quejan de los altos precios de las medicinas en nuestro país, pero por el otro
se niegan a que ingresen en territorio nacional medicamentos importados por
empresas que no tienen plantas de producción en nuestro país.
En México todos los grupos productores tienen defensores
dentro de la clase política. Pero los consumidores, que somos todos, no tenemos
a nadie. Lo peor de todo es que los argumentos que se utilizan para el
proteccionismo son falsos. Se nos dice, por ejemplo, que donde no hay
proteccionismo hay desempleo; pero la experiencia internacional nos demuestra
que, al contrario, los países con menos proteccionismo tienen menores tasas de
desempleo. Y por supuesto, menores precios y un mejor nivel de vida. Pero eso a
los políticos poco les importa.