Desde una perspectiva simplista el hecho de que un bondadoso
gobierno decida subsidiar la producción de leche se supone que debería provocar
una abundancia de leche. Pero en realidad y a largo plazo sucede lo contrario:
La leche escaseará. Los productores de leche que no son subsidiados son
desalentados porque tienen que competir en desventaja con los productores
beneficiados por el subsidio.
Pero hay más: El productor subsidiado carece de incentivos
para volverse más eficiente. Venda más o venda menos recibe el subsidio. No
importa si regala la leche, si la tira o si la vende cara, el subsidio –como el
sueldo de cada quincena- está ahí esperándolo.
Lo mismo sucede con los créditos blandos, que no son
necesariamente aquellos con bajas tasas de interés, sino aquellos en los que
uno puede, como acreditado, incumplir con los pagos sin grandes consecuencias,
sea porque no hay un verdadero respeto a los contratos, sea porque es práctica
usual la redocumentación de deudas (que en el fondo todo mundo sabe que nunca
se pagarán), sea porque la inflación ha amortizado aceleradamente el principal
de las deudas. Se supondría que con ese tipo de créditos blandos las personas,
aliviadas de presiones, se volverían más trabajadoras y productivas. No es así.
Sucede lo contrario: Se vuelven más perezosas y abusivas.
También uno supondría, porque aprendió (mal) las nociones
elementales de economía en algún sermón religioso acerca de los buenos
sentimientos o en alguna novela romántica o leyendo notas de periódicos, que el
control de precios, al hacer que el costo monetario de las cosas baje por
decreto genera una cauda de beneficios. Pero sucede lo contrario de lo que se
esperaba: A la postre los precios no disminuyen sino que pronto aparece el
precio más caro del mundo que se resume en dos palabras: “NO HAY”. Y mientras
tanto, bajar los “costos” nominales de las cosas ha significado también bajar
los salarios reales de las personas, su poder adquisitivo.
Por eso, una economía blandita y complaciente, con subsidios
blandos, créditos blandos y precios blandos y controlados es también, una
economía condenada a generar pobreza.