Eliminar el embargo a Cuba mejoraría la vida de los estadounidenses y ayudaría al pueblo cubano, acelerando la llegada del día en que los cubanos puedan disfrutar de la libertad que se merecen.
Obama debería
levantar el embargo. Permitir más viajes y exportaciones agrícolas a Cuba sería
bueno para la democracia y la economía.
Después
de casi 50 años el embargo estadounidense contra Cuba, implementado durante la
guerra fría, parece estar descongelándose. Esta primavera, la administración de
Obama relajó los controles de viajes y remesas a la
isla comunista por parte de cubano-americanos, y la semana pasada accedió a
permitir la entrada de Cuba a la Organización de Estados Americanos (OEA).
Admitir
a Cuba a la OEA puede ser prematuro, dado que el estatuto de la organización
requiere que sus miembros sean democracias que respetan los derechos humanos. No
obstante, los cambios a la política estadounidense del embargo económico
debieron haberse hecho hace bastante tiempo.
El
embargo ha sido un fracaso en todos sus frentes. No ha cambiado el curso ni la
naturaleza del estado cubano. No ha liberado a ningún ciudadano cubano. Es más,
el embargo ha hecho al pueblo cubano más pobre, sin hacerlos más libres. Al
mismo tiempo, ha privado a ciudadanos estadounidenses de su libertad de viajar
a la isla y ha costado a productores agrícolas miles de millones de dólares en
potenciales exportaciones.
Como
herramienta de política exterior, el embargo eleva la reputación del gobierno
de Castro al proveer una excusa para los fracasos de las políticas
“socialista-caribeñas”. Los hermanos Fidel y Raúl Castro pueden hablar
airadamente acerca del daño que provoca el embargo a los cubanos, cuando son
las políticas comunistas las que han causado más daño. El embargo también ha
fallado al no proveer más poder político a los estadounidenses en La Habana.
En
el año 2000, el congreso aprobó una modesta relajación del embargo. La Ley de
Sanciones Comerciales y Mejoramiento de Exportaciones permite ventas —pagadas
en efectivo únicamente— de productos agrícolas y suministros médicos. Los
resultados de esta modesta apertura han sido impresionantes.
Desde
el año 2000, la venta total de productos agrícolas a Cuba incrementó de cero a US$ 691 millones en el 2008. Los productos estadounidenses
más importantes, de acuerdo a su valor, exportados a Cuba son el maíz, la
carne, las aves de corral, el trigo y la soja. De el
cliente menos importante, Cuba es ahora el sexto cliente más importante para
los productos agrícolas estadounidenses. El año pasado los agricultores
estadounidenses le vendieron más a los 11,5 millones de cubanos que a los 200
millones de brasileños.
De
acuerdo a la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos las
exportaciones agrícolas estadounidenses crecerían otros US$
250 millones si las restricciones sobre el financiamiento de exportaciones
fueran eliminadas. Esto no debe ser interpretado como un llamado a subsidios
bancarios a las exportaciones/importaciones. El comercio con Cuba debe ser
completamente comercial y motivado por el mercado. Eliminar el embargo no debe
significar que el subsidio por parte de los estadounidenses a las exportaciones
de Cuba con sus impuestos, sino que el Estado no obstaculice estas
exportaciones.
Las
estimaciones de la Comisión de Comercio Internacional no capturan el potencial
de las exportaciones a Cuba a largo plazo con una relación normalizada. Las
Bahamas, La República Dominicana, Jamaica y Guatemala gastan el 2,8% de su PIB
en productos agrícolas estadounidenses. Si Cuba gastara ese porcentaje, las
exportaciones a Cuba se duplicarían, a US$ 1.500
millones por año.
Los
defensores del embargo argumentan que comerciar con Cuba solo pondrá más dinero
en los cofres del régimen de los Castro. Como el estado controla la economía,
puede tomar una gran parte de las remesas y de los dólares que los turistas
gastan en Cuba. Pero por supuesto, al vender más productos estadounidenses a
Cuba, el Estado se verá forzado a utilizar esos dólares en importaciones.
Si
se le permitiera a más turistas estadounidenses visitar Cuba y al mismo tiempo
las exportaciones a Cuba fuesen liberalizadas, la economía estadounidense
recuperaría dólares de Cuba tan rápido como ese régimen los puede adquirir. El
intercambio comercial sería de productos agrícolas por servicios turísticos,
una especie de relación comercial “pan por playa” o “comida por diversión”.
El
aumento en el número de estadounidenses que visitan Cuba incrementaría el
contacto entre cubanos y estadounidenses. La relación inigualable que existía
entre los Estados Unidos y Cuba y que floreció antes de la llegada de Castro
podría renovarse, lo cual incrementaría la influencia estadounidense y
aceleraría la caída del régimen comunista.
El
congreso y el presidente Barack Obama
deben actuar ahora y eliminar el embargo para permitir más viajes y
exportaciones agrícolas a Cuba. Expandir la libertad de los estadounidenses
para viajar, comerciar e invertir en Cuba mejoraría la vida de los
estadounidenses y ayudaría al pueblo cubano, acelerando la llegada del día en
que los cubanos puedan disfrutar de la libertad que se merecen.
*Artículo cortesía de Cato Institute para Asuntos Capitales
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.