La semana pasada Barack Obama estuvo en Oslo para recoger su Premio Nóbel de la Paz, tan solo una semana después de haber anunciado que intensificaría la guerra en Afganistán. Qué incómodo.
Cuando Obama
ganó el premio en octubre, uno podría pensar que el movimiento pro autoestima,
con el cual todo niño obtiene un trofeo, había pasado de influir las ligas
menores de béisbol al Comité Nóbel. Gandhi,
A pesar de la defensiva insistencia
del director del Comité de que Obama "obtuvo el
premio por lo que ha hecho", claramente fue galardonado por lo que el
comité esperaba que hiciera (lo que equivale a dar un Premio Nóbel de Física a
alguien que espera inventar la fusión fría).
Si los miembros del comité esperaban
que el premio preventivo tuviera influencia en el comportamiento de Obama, deben sentirse bien ridículos ahora. El 1 de
diciembre, el antiguo crítico de intensificar la guerra habló en West Point, y defendió su
decisión de mandar 30,000 soldados más a una guerra impopular, la cual está
condenada al fracaso y que es además innecesaria.
Obama maquilló la decisión como parte de
un plan para "empezar la transferencia de nuestras tropas fuera de
Afganistán para julio del 2011". Pero este no es el inicio de una
verdadera retirada. Es un "punto de inflexión", de acuerdo con el
secretario de Defensa, Robert Gates,
en el cual, tal vez, "un puñado, o un número pequeño" de tropas podrá
volver a casa.
Si tenemos suerte, tal vez será la
misma cantidad que el presidente Obama acaba de
enviar, pero "es difícil imaginar que las condiciones (permitirán) un
retiro más amplio que eso", dice otro consejero de alto rango. "Vamos
a estar en la región por un largo tiempo", dice el general James L. Jones, consejero de Seguridad Nacional.
Este aumento de tropas no es una
política popular. Una encuesta nueva de CBS News
revela que alrededor del 70 por ciento de los estadounidenses piensan que la
guerra va por mal camino, y los últimos números de la encuesta Pew muestran que la porción más grande de los encuestados
favorece una reducción de la presencia militar.
Tampoco es una política sabia. El
discurso del presidente Obama enfatizó "la
conexión fundamental entre nuestro esfuerzo de guerra en Afganistán y los
refugios seguros para extremistas en Pakistán". Sin embargo, no queda del
todo claro cómo hemos ayudado a estabilizar a un Pakistán con bombas nucleares
al mandar hordas de militantes talibanes a través de
la frontera.
Mientras tanto, según el general Jones, el "cálculo máximo" de líderes de Al Qaeda que permanecen en Afganistán es de "menos de
100". Aún así, cuando se dé el aumento de tropas en ese país, tendremos
más de 100,000 soldados arriesgando sus vidas por la quijotesca tarea de lograr
un gobierno funcional en una nación que parece estar destinada a querer lo
contrario.
Una cosa queda clara: A pesar de la frecuente insistencia de
Obama de que Afganistán es una "guerra de
necesidad", se ha convertido en una guerra de elección. Y ningún
presidente pacífico de verdad derramaría sangre en guerras de elección.
*Artículo cortesía de Cato Institute para
Asuntos Capitales
EntrarLa gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.