La mayoría se siente frustrada por los escasos logros de gobiernos democráticos y estarían dispuestos a aceptar regímenes no-democráticos que les permitan alcanzar sus aspiraciones.
Buenos Aires (AIPE)- El Banco Interamericano de Desarrollo
(
La clave para que América Latina aprenda de Asia
se puede resumir en dos interrogantes. Primero, ¿quieren realmente los
latinoamericanos el desarrollo económico? Y, de ser así, ¿están dispuestos a
hacer los sacrificios necesarios para lograr éxito? Escucharemos muchas
recomendaciones respecto a hacer esto o aquello, pero sin un compromiso a largo
plazo, todo se quedará en palabras y buenas intenciones.
¿Acaso han sido los orientales tanto más
exitosos porque son más inteligentes y trabajadores que los latinoamericanos?
No hay evidencia de ello, pero sí que han sido más decididos, más pragmáticos y
más comprometidos en alcanzar las metas trazadas.
Surgiendo de la caótica destrucción ocasionada
por
Mientras Asia crecía, países como Argentina
sufrían dictaduras militares y gobiernos civiles incompetentes que culminaron
en el incumplimiento de pagos más grande de la historia, junto al violento y
dramático empobrecimiento de millones de argentinos. El vecino Brasil está en
medio del peor escándalo latinoamericano de corrupción en el nuevo siglo. Pero
como bien lo apunta Alvaro Vargas Llosa, la
corrupción es síntoma de una crisis y no su causa. La causa es un sistema
político laberíntico, establecido para beneficiar a una camarilla, no a la
ciudadanía entera.
Varios de los gobiernos de países andinos simplemente
no funcionan. Chávez está irresponsablemente dividiendo a su país y a la
región. Los escándalos explotan hasta en una de las más antiguas y admiradas
democracias, Costa Rica. Mientras que Chile sigue siendo el país latino más
cercano a los éxitos asiáticos.
El Latinobarómetro
2004 mostró que la mayoría de los latinoamericanos aspiran a mejores viviendas,
alimentos, educación, empleos, justicia y oportunidades. La mayoría se siente
frustrada por los escasos logros de gobiernos democráticos y estarían
dispuestos a aceptar regímenes no-democráticos que les permitan alcanzar sus
aspiraciones.
La gran pregunta es si el materialismo y deseo
de desarrollo es suficiente para cambiar todas las barreras que hasta ahora lo
han imposibilitado. En pocas palabras, eso significa quitar al gobierno de las
espaldas de la gente y dejar de culpar a terceros por todos los fracasos.
La búsqueda de chivos expiatorios al fracaso
nacional y regional ha sido una especialidad de políticos e intelectuales
latinoamericanos, lo cual ha garantizado la repetición y continuidad de tales
fracasos. Los líderes de una nueva América Latina tendrían que ver
pragmáticamente hacia delante, no hacia atrás, fijando objetivos nacionales, no
aquellos que convienen a sus compinches y compañeros de partido, trabajando por
una buena educación para todos, mejores normas de salud, sistemas judiciales independientes
que protejan a todos y no sólo a los miembros de grupos poderosos, además de mejorar
drásticamente la calidad del liderazgo político y el sistema gubernamental.
Debiera quedar claro que todas las estupendas
lecciones de Hong Kong,
Singapur, Taiwán, etc. no servirán para nada sin el decidido compromiso de
efectuar reformas urgentes, fundamentales y necesarias.
___*Académico de Hoover Institution y autor de “China’s Lessons for Cuba’s
Transition” (University of Miami).
EntrarLa gente subestima la facilidad con la que los gobiernos pueden destruir una economía y lo difícil que es reiniciar esas economías.