En días recientes la excelente periodista, Denise Dresser, produjo uno más de sus provocadores escritos en el cual, siguiendo la línea del best séller producto de la pluma de Bernard Goldberg, “The 100 people who are screwing up America,” identifica a los 25 personajes que, en estos momentos cruciales para México, contribuyen especialmente a mantener el país en las garras de la miseria y la desesperación. Son esas las veinte y cinco anclas colgadas del cuello de los mexicanos.

No cabe duda que la escritora luego de incrustar el bisturí en la anatomía del enfermo, encuentra los primeros tumores cancerosos que lentamente apagan la vida del paciente. Sin embargo, me parece que Denise identifica solamente la punta de un corpulento iceberg que, sumergido en las profundidades de un negro océano, paciente pero seguro, apunta con precisión hacia ese moderno Titanic llamado México, con toda la potencia de su gigante dimensión para provocar su naufragio.

Muy conciente de que con un escrito es imposible identificar los innumerables cancerígenos que devoran la anatomía nacional, me sumo al equipo del cirujano en jefe para complementarlo en esta primera intervención. Es importante señalar que, aun para una gente del calibre de la escritora, desafortunadamente sus herramientas sólo le permite asomarse a la orilla de esa impenetrable selva que, a través de muchas décadas, ha tejido una venenosa maraña de complicidades preparando la guarida para que estas nuevas y fatales células, emerjan como consecuencia de los desarreglos históricos del ahora grave enfermo.

Estas dos DIRTY DOZEN de agresores del país, son simplemente la consecuencia mutante de nuestra historia. La historia de un México cuajado de tragedias que rayan igual, en lo dramático que en lo ridículo. El México colonial oprimido por la Corona de España y la Sagrada Inquisición. El independiente que, a pesar de los cambios de estación, mantuvo el mismo ropaje de la tiránica Corona española y las cadenas de una iglesia católica medieval con aroma a Torquemada. Después el revolucionario, gestor de los abortos descritos por Densie y lo más trágico: una sociedad civil castrada y domesticada que inspirara la obra de Harrison: Subdesarrollo es un Estado Mental.

Otro gran escritor, Carlos Alberto Montaner, luego de reafirmar nuestra pobreza y vergonzoso subdesarrollo, procede a señalar sus causantes en un agudo análisis que pareciera especial para México. ¿Culpables? La respuesta es un rotundo sí: las elites del país. Los grupos que orientan cada paso de la sociedad actuando bajo cierta estructura de valores o presupuestos intelectuales, totalmente erróneos y contrarios a lo que produce el avance de los pueblos. Los responsables principales, son la mayor parte de quienes ocupan posiciones de liderazgo en las instituciones y estructuras sociales. Aquellos hijos de la historia quienes con una visión nebulosa, creencias equivocadas y conductas impropias, alimentan un entorno que solamente perpetúa la pobreza y la opresión.

Los primeros son políticos cuyo desprestigio es tal, que para ser elegidos tienen que demostrar no ser practicantes de esa deshonrosa profesión. Que su filiación es otra, actores, empresarios, cantantes, atletas, cualquier cosa menos políticos. ¿Por qué? Entre la multitud de causas, sobre sale la gran corrupción que por regla ha permanecido impune, pero en épocas de crisis las sociedades son vengativas con los saqueadores del país. Pero también, ante su claro deseo de mantener el status quo que perpetúe sus ya interminables privilegios, esa sociedad les cobra la factura.

La pasarela continúa con los empresarios. Una de las graves ironías de México, es la acusación en contra del desalmado capitalismo salvaje. Pero la verdadera tragedia es que en México no hay capitalistas dispuestos al riesgo, la aventura y la innovación, sino jugando albures con cartas marcadas las que, mediante un rito especial, el mismo gobierno es el responsable de su distribución con las habilidades del mejor coupier de Las Vegas. Ellos son los buscadores de rentas seguras en sus relaciones con el poder político, no de verdaderas ganancias creando valor en un mercado libre. Son empresarios que para obtener esos privilegios, reparten su botín con los políticos responsables de las reglas.

Continuamos con los representantes de la iglesia por mas doloroso que parezca. Son aquellos sacerdotes que mantienen una prédica en contra de la libertad, economía de mercado, y justifican la vulneración del estado de derecho. Pero más triste es saber que adoptan esas actitudes armados de las mejores intenciones convencidos, en su ignorancia, de su defensa por la justicia social, cuando en realidad condenan a los pobres al fuego eterno de su miseria y desesperación. Y es que “el camino hacia el infierno está empedrado de buenas intenciones.”

En el desfile aparecen ahora los intelectuales. Si en alguna parte del mundo esta especie tiene Carte Blanche, es en México. La reputación que adquieren por su prosa, por la mezcla de sus colores, de inmediato se extiende a todos los ámbitos de la vida pública y ello, los convierte en sagrados todólogos nacionales. Y cuando esos seres afirman, su contenido pasa a convertirse en la sagrada escritura de nuestra cosmovisión. Por eso vemos a Monsivaes debatiendo a Milton Friedman, Carlos Fuentes refutando los escritos de Hayek, la Poniatoska destrozando a Buchanan y así, generen un clima de hostilidad al establecimiento de una democracia liberal hiriendo de muerte el futuro de todos los mexicanos

Cerrando la fiesta emergen dos tipos especiales de elites: los sindicatos irresponsables, enemigos del mercado, de la propiedad privada, y los enlamados revolucionarios. Para ellos, la calidad del estado se mide por la cuantía del gasto social en que incurre, sin entender que el propósito de cualquier sociedad sana y digna, debe ser reducirlo paulatinamente hasta que sea innecesario. No entienden que, con el entorno adecuado, los ciudadanos pueden vivir de su trabajo responsable, progresar y ahorrar sin las trampas del gobierno. Los sindicatos liderados por los herederos de Don Fidel, parecen tener como objetivo acabar con las empresas.

Este es el zoológico en el cual fueron entrenados los 25 especimenes que Densie Dresser identifica como los granes agresores, y para cerrar con broche de oro, yo incluyo a esos periodistas vendidos que instituyeron el famoso Chayote y tenemos el producto final.