El éxito de la política de deuda de la Hacienda dirigida por Francisco Gil, se refleja en las mayores oportunidades de consumo e inversión que hoy tienen los mexicanos.
Quienes atestiguamos los estragos
causados por el irresponsable populismo de gobiernos que endeudaron al país,
como ocurrió durante la docena trágica cuando la deuda externa de México pasó
de 4 mil millones de dólares en
Vale la pena recordar que la orgía
de endeudamiento externo que culminó con la quiebra del país al anunciar su
imposibilidad de seguir dando servicio a sus compromisos financieros externos
en 1982, sumió a México en una profunda crisis y en un estancamiento económico
que habría de durar casi una década.
Con tales experiencias en mente, la
secretaría de Hacienda siguió a partir de 2001 una sistemática política de
remplazar deuda pública externa con pasivos domésticos a plazos cada vez
mayores, hasta conseguir la colocación de bonos a tasa fija con vencimientos a
30 años, un hecho sin precedente en la historia.
Aprovechando que los mercados no
estaban valorando apropiadamente los bonos Brady –con
los que en 1990 se dio solución final a la deuda pública impagada de 1982-, la
autoridad hacendaria procedió discretamente a
retirarlos a un precio perceptiblemente por debajo de su valor, hasta lograr su
completo retiro, con un ahorro apreciable para el país.
Con tales políticas y estrategias se
consiguió que la proporción del endeudamiento externo neto del sector público
respecto al PIB llegara a sólo poco más del 5% mientras que la cifra comparable
en 1982 alcanzó el 80%.
De igual manera, la deuda pública total
también ha disminuido respecto al tamaño de la economía a niveles de alrededor
del 20%, casi la quinta parte de lo que representaba en los ochenta, y aún al
sumarse todos los pasivos que no se contabilizan oficialmente como deuda
pública –IPAB, Pidiregas, banca de desarrollo y
fideicomisos- la deuda total es inferior al 40% del PIB.
El reemplazo de pasivos foráneos con
deuda interna es reflejo también de la creciente confianza que generó la sólida
situación fiscal y monetaria del país al grado que los ahorradores, que suelen
votar con los pies ante situaciones de incertidumbre, han descartado lo
probabilidad de sobresaltos financieros y disparos inflacionarios insólitos e invierten
en papel del gobierno a 30 años.
Ha crecido la credibilidad de México
en los mercados internacionales lo que, a su vez, ha elevado su calidad como
deudor. Las principales calificadoras de riesgo no sólo le otorgaron el grado de inversión sino que han ido alzando
dicha calificación paulatinamente. Además, el llamado riesgo-país llegó y se mantiene cerca de su nivel mínimo histórico
debajo de 100 puntos base.
El costo financiero neto total del
gobierno federal promedió alrededor de 2.5% del PIB en el periodo 2001-06, un
ahorro acumulado de casi 400 mil millones pesos, 5% del PIB, que hoy están a
disposición de la sociedad. En adición, se fortaleció el “blindaje” financiero
del país al adquirir los recursos para hacerle frente a todos los vencimientos
de deuda externa hasta finales del 2007.
Al requerir menores recursos de los
mercados crediticios el sector público, los dejó a disposición de las personas,
y a un menor costo que en el pasado al haber caído las tasas de interés. En el 2000
el gobierno requería del 66% del total disponible para financiamiento mientras
que hoy sólo demanda 14%.
El éxito de la política de deuda de
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.