Para quienes seguimos el desempeño de la economía venezolana resulta evidente que las estrategias económicas de quien pretende definir un nuevo paradigma para el “socialismo del siglo XXI” llevarán irremediablemente al desastre a ese país, pero no de inmediato.
Reza el dicho popular que los pueblos tienen los gobernantes que se
merecen lo que, a mi juicio, representa una sentencia demasiado severa para
los sufridos venezolanos, pero el hecho es que a finales del año pasado la
abrumadora mayoría de ellos votó por reelegir a Hugo Chávez.
¿Cómo explicar este fenómeno? Para
quienes seguimos el desempeño de la economía venezolana resulta evidente que
las estrategias económicas de quien pretende definir un nuevo paradigma para el
“socialismo del siglo XXI” llevarán irremediablemente al desastre a ese país,
pero no de inmediato.
Ello se debe al aumento del precio
del petróleo que le permitió a Chávez gastar a manos llenas para mantener
contentas a sus bases de apoyo popular y en proyectos internacionales que a
pesar de ser cuestionables negocios para su país, han realzado el perfil político
del caudillo.
El constante incremento en el precio
del petróleo hasta finales del año pasado le permitió a Chávez sostener un crecimiento
económico acelerado, que en los últimos tres años representó un aumento del PIB
cercano al 50%, e hizo posible ampliar el gasto social y revertir el aumento de
la pobreza.
Esto fue agradecido por el
electorado en las urnas, pero de lo que la gente no se ha percatado es que con
la caída reciente en el precio del petróleo el escenario ficticio que logró
Chávez sufrirá un colapso, por las siguientes razones:
·
El aumento del PIB de los últimos tres años es en buena
medida el simple rebote del derrumbe que sufrió la economía en los años previos
a resultas de la ruinosa huelga de los trabajadores de la industria petrolera.
·
El gobierno logró mantener una relativa estabilidad mediante
controles estrictos de precios y del tipo de cambio, a pesar de lo cual la
inflación del año pasado superó 17%. Pero esta situación ya no es sostenible,
lo que resulta evidente al observar que la cotización del bolívar en el mercado
negro es de casi el doble del nivel del tipo de cambio oficial.
·
Con una cotización inferior a los 50 dólares por barril, en
los que está hoy la mezcla venezolana de petróleo, el gobierno tendrá que
recurrir a otras fuentes de ingresos para no recortar su gasto, como aumentar
el precio de la gasolina que vende domésticamente entre 3 y 4.5 centavos de
dólar por litro, según el octanaje. Esta medida, que será profundamente
impopular, ya la anunció Chávez el fin de semana.
·
Se ha exacerbado la fuga de capitales ante el anuncio de los
planes del gobierno de estatizar nuevos sectores de la economía que aún estaban
en el sector privado y de las acciones para radicalizar el modelo socialista y
suprimir las libertades de expresión.
·
De generalizarse la percepción de que pronto habrá un ajuste
en el tipo de cambio oficial, que por fuerza afectaría a la paridad paralela,
crecerá aún más la demanda por divisas.
·
La situación del sistema financiero se está tornando crítica
a pesar de su buen desempeño del año pasado, debido a las distorsiones que
resultan de la canalización obligatoria del crédito, los topes a las tasas de
interés y a las comisiones por servicios. Todo ello resulta en la creciente
vulnerabilidad del sector bancario y en un mayor riesgo sistémico.
De que la economía venezolana va al
precipicio, no hay duda. Una interrogante es si lo hará como la economía
mexicana en 1982 o como la chilena en 1973. Dado que el caudillo no piensa
dejar el poder, me temo que los venezolanos tendrán que sufrir un golpe de
estado –que no es probable dado su férreo control del ejército- o una guerra
civil. La otra pregunta es cuándo.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.